VALENCIA. Es imposible imaginar la vida de las mujeres sin la presencia de la moda, la imagen femenina está unida a ella y no existe posibilidad de romper esa estrecha relación, con todo lo que eso conlleva.
El feminismo es una lucha relativamente reciente donde la moda ha acompañado siempre a las mujeres en sus reivindicaciones. Otras veces, parece justamente lo opuesto y la moda se vuelve contra ellas convirtiéndose en un obstáculo en su lucha por la igualdad y cosificándolas.
Podría decirse que el feminismo y la moda mantienen una larga historia de amor-odio que todavía viven en la actualidad con la misma intensidad. Momentos dulces, traiciones o situaciones en los que ninguno de los dos parece hablar el mismo idioma seguidos siempre de la esperada reconciliación en forma de una colección capaz de divinizar a la mujer o como una revolución que comienza con el sutil ruido de una tijera cortando la tela. Así es la complicada relación entre feminismo y moda.
"CHANEL DIÓ LIBERTAD A LAS MUJERES PERO YVES SAINT LAURENT LES DIÓ EL PODER"
Coco Chanel es posiblemente la diseñadora que más contribuyó a la liberación de la mujer a través de la moda. Ella fue la primera en alterar los códigos establecidos jugando con ellos y logrando transformar el guardarropa masculino de principios del siglo XX en el fondo de armario de todas las mujeres, de todos los tiempos. El jersey marinero, el tweed, la camisa blanca, las chaquetas de corte recto... y, sobre todo, el pantalón que se convirtió en un símbolo de igualdad para la mujer moderna. Las mujeres se dieron cuenta entonces que no era necesario vestir como un hombre para hacer las mismas cosas que ellos y que la feminidad y la elegancia no están reñidas nunca con el feminismo.
La caída de los corsets y el triunfo de Chanel iniciaron una nueva época para la moda femenina y para la vida cotidiana de las mujeres en la que ganaron libertad y practicidad.
El siempre oportuno -y oportunista- Karl Lagerfeld recogió el testigo de su predecesora en la firma francesa haciendo desfilar a las modelos en una simulada manifestación con pancartas con pretendidos mensajes feministas para presentar la colección de la primavera-verano 2015.
Continuando el camino marcado por Coco Chanel, llegarían décadas más tarde el bikini, los diseños andróginos y lineales de Courrèges y las mini minifaldas de Mary Quant que descubrieron las piernas de las mujeres y enseñaron al mundo con desenfado ye-yé cómo adaptarse a ese nuevo paisaje que inundó las calles. Ya en los 70s, los jeans alcanzaron su máxima popularidad reinterpretándose en versión femenina y convirtiéndose en una prenda universal que no conoce diferencias de sexo -la sociedad debería ser un jean-. Los pantalones vaqueros además lograron despertar la envidia del maestro Yves Saint Laurent que siempre lamentó no haber sido él quien diseñara una prenda tan versátil.
Justamente fue él, Yves Saint Laurent quien dinamitó la moda femenina con otra importante revolución. "Chanel dió libertad a las mujeres pero Yves les dió el poder"-dijo Pierre Bergé, pareja y cofundador de Yves Saint Laurent. Yves dió el poder a las mujeres con la sensualidad del esmoquin femenino, los pantalones de camal ancho o las saharianas. Las mujeres de Saint Laurent eran capaces de combinar practicidad, atractivo y elegancia en un mismo look.
Pero la cosa no quedó ahí y la mujer en los 80s se vistió de working girl y empezó a ocupar los puestos que hasta entonces solamente llevaban nombres masculinos vestida con el power dress ideado por Giorgio Armani o los trajes de chaqueta de Jil Sander. Después, en los 90s abrazó el minimalismo asexuado de Rei Kawakubo mientras continuaba ganando batallas en su búsqueda de la igualdad.
CUANDO LA MODA DEJÓ DE SER FEMINISTA
Con algunas victorias a sus espaldas pero todavía con muchos logros por conseguir, las mujeres se preguntan si aún hoy pueden contar con la moda como aliada. ¿Ha dejado hoy la moda de ser feminista?
La mujer se ha liberado de ataduras, se ha desnudado y ha mostrado su cuerpo con la confianza que le da su condición y con la seguridad de que eso no se convertirá en una limitación para conseguir sus objetivos. También lo muestra a veces para conseguirlos, como es el caso del feminismo más radical abanderado por las Femen que prescinden de la moda -de toda la moda- para sus reivindicaciones.
Sin embargo, en ocasiones esa liberación se ha malinterpretado cosificando a las mujeres. Un arma de doble filo que cuando se trata de publicidad siempre acaba produciendo más de una herida. Es el caso, por ejemplo, de las campañas de la firma Tom Ford, las fotografías de Terry Richardson o algunas editoriales de moda firmadas por Carine Roitfeld. Todos ellos han sido criticados por dar una imagen sexista de la mujer y convertirlas en meros objetos. Cruzar la línea es fácil y económicamente muy rentable. El éxito se encuentra pues en utilizar la navaja de la moda y la publicidad sin llegar a cortarse.
También muchos diseñadores han sido criticados por presentar modelos en sus desfiles que promovían una imagen de sumisión de la mujer: tacones imposibles, escotes demasiado evidentes, faldas tubo que limitan la movilidad... o porque se centraban demasiado en destacar su delgada silueta. Pero no todo está perdido. Hay firmas como, por ejemplo, Celine o Prada que promueven con sus diseños la imagen de una mujer cuyo poder va más allá de la longitud de una falda o la profundidad de un escote y que no renuncian a disfrutar de su feminidad y, por tanto, a disfrutar de la moda. Sin embargo, no olvidemos nunca que la moda es una gran oportunista y que sabe que el feminismo es ahora mismo tendencia en los medios y hará todo lo posible por aprovecharlo.
El feminismo en la moda es una historia larga y complicada que se escribe a diario y lo hace con más de un tachón.
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