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CÓMO MANTENER UNA SALA

¿Qué pasa con Repvblicca? El desprecio de Valencia por sus templos musicales

JORGE SALAS. 10/09/2015

VALENCIA. Si no hacemos caso a Lord Byron, y ya es asomarse bastante al precipicio de la locura, podemos convenir sin demasiado debate que, a día de hoy, existen cosas tan sagradas como el amor. De hecho, salvo el volátil material de que está hecho el espíritu, el romanticismo del sexto barón de Byron y sus cuatro cuestiones de valor en la vida bien podría adaptarse a la música en directo y los templos construidos para su adoración. ¿Son sagrados? Algunos de ellos sí. ¿Merece la pena vivir por ello? Desde luego. ¿Y morir? Discutámoslo con hipótesis válidas. Tres de cuatro, Don Octavio.

Lo malo de universalizar lo sagrado es que, claro, se corre el riesgo de que también se popularice el sacrilegio; y más cuando parece bastante más divertido. Max Stirner sería profundamente feliz en una ciudad como Valencia en la que se profana con la cotidianidad de bajar la basura en chancletas; en efecto, nada es sagrado por sí mismo y sólo lo es si se proclama sagrado, pero algunas cosas pecan de excesivas. Recoger el testigo de una sala de conciertos y convertirla en una discoteca en la que, quién sabe bajo qué misterioso milagro de la cognición, repartir vibradores y pilas entre los primeros 300 clientes de cada género bien podría ser la definición de sacrilegio total.

Hace prácticamente 8 años, el 5 de octubre de 2007, los gerentes de una de las salas de conciertos más emblemáticas de Valencia -al menos del siglo XXI- hacían público un comunicado en el que anunciaban el final de un ciclo. Las persianas del local sito en el número 2 de la calle Baix Vinalopó, en pleno polígono de Mislata, se bajaban por última vez como Repvblicca para abrirse, a partir de entonces, como las de la discoteca Cuomo-Esencia de Jardines, propiedad de Rialto Dance Club. Con apenas 15 días de antelación, el giro de destino se anunciaba con la reubicación de un concierto de Hombres G.

REPVBLICCA: LA EDAD DE ORO

Los antiguos administradores anunciaban entonces el cierre de Repvblicca tras "siete años de ferviente actividad" con la barbilla bien alta y sacando pecho, en una postura extravagante, pero muy digna: "cientos de actuaciones en directo han hecho que Repvblicca no sólo se haya convertido en una de las principales salas de Valencia, sino en un referente de la música en directo dentro de la Comunidad Valenciana y de todo el estado". Y lo cierto es que, en mayor o menor medida, los años de ausencia han venido a acreditar esa corona, en tanto en cuanto ninguna sala ha ocupado su lugar e idiosincrasia en la ciudad.

Repvblicca se forjó una identidad indiscutible a base de conciertos como los de Motörhead, Judas Priest, Dream Theater, Megadeth o Manowar: y esto sólo entre 2001 y 2002. Además de eventos como el Viña Rock Express o el Emergenza, la sala se abrió también a otros géneros que entonces no gozaban de su propio espacio en Valencia como el rap (como con Violadores del Verso en 2006), y acogió conciertos de indie nacional (Los Planetas ya en 2007 o el Wintercase San Miguel) o incluso, eventualmente, de pop-rock de radiofórmula (Pereza, Antonio Orozco).

La sala de conciertos del polígono de Mislata fue durante 7 años referencia de la música en directo en la Valencia del nuevo siglo. El de la desaparición de otras salas fundamentales en el ritmo nocturno de Valencia como la sala Zeppelin Rock de la calle Pepita, y el de la decadencia de la gloriosa Roxy Club, que a principios de siglo empezó su delirante rally de cambios de nombre.

EL MULTIESPACIO, DONDE TODO ES POSIBLE

El primer lustro del siglo XXI trajo consigo el deceso de Roxy Club como tal, entonces ya Sala Cormorán. Un par de años después, Repvblicca le siguió. Ambas parecían destinadas a acabar en el mismo callejón aparentemente sin salida: el de la discoteca multiespacio sin aparente coherencia. Las dos han cedido su personalidad para que, güija social mediante, sea invocada con la única intención de despertar la ilusión en el bolsillo del nostálgico.

Del mismo modo que la anteriormente conocida como Roxy, la Prince de las salas de conciertos de Valencia, cede su rol de discoteca latina y viejoteca de referencia de forma puntual para celebrar algún concierto, la Cuomo-Esencia de Jardines lo hizo con la piel de Repvblicca. En su caso, Cuomo tardó mucho más; no fue hasta cinco años después, en octubre de 2012, cuando un concierto de Carlos Goñi versionando a los legendarios Comité Cisne trató de recuperar la condición de "mítica sala de conciertos de antaño". Así lo anunciaban en el perfil del local en redes sociales, estimulando todos los receptores de nostalgia.

En el mismo pack, y por 50 euros, se ofrecía asistir al ensayo de la banda y una "cena fría" con Carlos Goñi y su banda. La rentabilidad de la propuesta -la de invocar aleatoriamente el espíritu de Repvblicca "algunos viernes", no la cena con Goñi- no pareció dar demasiadas alegrías; menos de un año después, en 2013, su espacio lo ocupaba Koh Tao Club, una discoteca destinada a convertirse en referente de la música electrónica en Valencia. Techno, house y derivados se combinaban, otra vez, con algunos conciertos; Def Con Dos, Sôber, Front 242, Los Mojinos Escozíos, Loquillo o Brutal Truth pasaron por la Repvblicca "de antaño".

DE RESURRECCIONES Y POSIBLES VENTAS

Y a los dos años, resucitó. Lejos de disfraces sospechosos y estimuladores de la nostalgia, la promotora y productora Territorio Musical recuperó este año las riendas de Repvblicca. En la actualidad son programadores oficiales de la sala, recordando sus ocho temporadas de experiencia al frente de la misma. Y, aunque desde el 30 de enero han pasado por Baix Vinalopó 2 grupos de diverso pelaje (Supersubmarina, Los Suaves, Leiva, Los Secretos) y este mes lo harán The Waterboys y SFDK, en la web de Repvblicca se sigue apostando por la versatilidad de los contenidos que alberga. "Conciertos, fiestas, eventos", reza un banner en su portal.

Quizá mantener la coherencia en toda la programación, la que ha de acompañar a la música en directo, ya no sea sagrada ni rentable. Tal vez por eso, en un famoso portal de anuncios se pueden encontrar a día de hoy más de 35 locales destinados a la música dispuestos a ser traspasados por toda España. Entre los espacios a la venta, más de una sala de la Comunitat, y una de ellas ubicada en la ciudad de Valencia.

Resulta sintomático que desde finales de junio, y por 200.000 euros, exista la posibilidad de asumir la propiedad de lo que, por localización, condiciones e imágenes de recurso del anuncio, es una de las salas de mayor prestigio y recorrido de la ciudad, con casi década y media de supervivencia y ubicada en una plaza privilegiada. ¿Qué probabilidades hay de que suceda lo mismo con este local que con Roxy Club o Repvblicca si finalmente cambia de manos? Incluso si, como especifica el anuncio, se cierra un acuerdo de gerencia a través de un "alquiler mensual asequible con respecto a la dimensión del local", todo podría virar hacia la misma deriva sacrílega.

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