MADRID. Si no monta otra espantada como la que le alejó del Fondo Monetario Internacional (FMI), cumplirá los 67 al final de su mandato de Caja Madrid y tal vez entonces diga adiós a la política. La figura pública de Rodrigo Rato Figaredo, madrileño con raíces asturianas, ofrece interesantes y contradictorios perfiles...
Parece improbable, a estas alturas, que pueda volver a figurar en la lista de presidenciables del Partido Popular, excepto que se produzca un desastre en las próximas elecciones generales. Ello haría temblar la cúpula del PP y avivaría las ambiciones de Aguirre, Gallardón... y quizás del propio Rato y de sus fieles, que los sigue teniendo.
El ex ministro de economía y efímero presidente del FMI lleva algo más de dos meses en la entidad (sobre setenta y dos garantizados) y, aunque maneja sus movimientos con discreción, algunos actos públicos dan idea de sus intenciones. Caja Madrid, como cualquier entidad financiera, sufre las consecuencias de la crisis inmobiliaria y del aumento de la morosidad.
Y no es lo mismo gestionar, como hizo Rato en los gobiernos de Aznar, una economía nacional boyante (que solapaba sus desequilibrios con la burbuja inmobiliaria y el dispendio crediticio), que una empresa semipública con problemas de rentabilidad y cerrojazo a los préstamos. Como botón de muestra, la caída del beneficio en 2009 de Caja Madrid ha sido del 68,4 por ciento.
Lo de semipública es un decir, ya que Caja Madrid ha dado recientemente ejemplos de manipulación patente. El lamentable espectáculo que produjeron, a finales de 2009, Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz Gallardón y Mariano Rajoy a ver quien colaba a su candidato tras empujar el sillón de Miguel Blesa, mostró la más cruda politización. Y eso que los expertos en sistema financiero claman por direcciones más técnica y profesionales de estas sociedades, con el fin de aumentar la eficacia y eludir compromisos más o menos confesables.
UN CONSEJO QUE REFLEJA LAS COTAS DE PODER
En estas semanas iniciales se han producido algunos hechos reglamentarios, como la renovación del Consejo de Administración en la Caja. El PP domina este órgano, tal y como corresponde a su peso en la Asamblea de Madrid y ayuntamiento (cinco miembros de los trece totales, entre ellos el propio Rato).
Llama la atención la presencia de Ricardo Romero de Tejada, ex alcalde de Majadahonda envuelto en el famoso 'tamayazo' que debilitó a la coalición entre Partido Socialista e Izquierda Unida y allanó a Esperanza Aguirre la presidencia de la Comunidad de Madrid. El resto de escaños se reparten entre PSOE (tres miembros), Izquierda Unida (un consejero), una representante de las fundaciones, dos de la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM) y el secretario general de UGT Madrid, de forma que se siente un obrero en tan apetecible sitial.
En cuanto a las tres vicepresidencias, no menos apetecibles por las influencias que generan en un templo del dinero, corresponden al criterio de Rodrigo Rato, si bien también se negocian a priori. José Manuel Fernández Norniella, hombre del presidente enfrentado a Esperanza Aguirre en plena batalla por el control de la entidad; Virgilio Zapatero, actual rector de la Universidad de Alcalá de Henares y ex ministro de Felipe González, y José Antonio Moral Santín, un veterano de Izquierda Unida con veinte años de entrega como consejero, completan el reparto, para que nadie quede descontento. Con la excepción de la presidenta Aguirre, que se ha quedado muy mermada de poder. Lo cual no ha sido óbice para que se haya felicitado del "consenso absoluto" en el nombramiento de Rato, como si hubiera dependido de la voluntad de la Asamblea General.
Calmadas las ambiciones partidistas y sindicalistas, llega el momento de que el presidente conforme su equipo de alta dirección, en cuya tarea ha de ser implacable para consolidar fidelidades. Le queda por delante una actividad intensa que ya ha iniciado con denuedo. Es decir, desayunos, almuerzos y cenas con candidatos a cargos de alta responsabilidad, encargos a intermediarios para que busquen a los más idóneos o más adaptables.
Hay que tener un estómago a prueba de indigestiones para cumplir este calendario que debiera cerrarse antes del verano. A pesar de las dificultades en la cuenta de resultados, hay dinero para todo y para todos, incluso para mantener en puestos secundarios a quienes mandaban hasta ahora, si es que quieren garantizarse una buena jubilación.
GESTOS... Y LOS AMIGOS QUE VUELVEN
El presidente sabe muy bien que los gestos son importantes en política. Y los administra con sabiduría. Alguien filtró, desde las deliberaciones secretas de los consejos de ministros, que, junto al ex titular de Exteriores Josep Piqué, Rato manifestó su oposición a la guerra de Irak. Es revelador que Fernández Norniella fuera uno de los poquísimos miembros del Partido Popular que se declaró públicamente en el mismo sentido.
También valora en lo que vale la política de imagen. El primer despido significativo ha afectado al director de comunicación (y de más cosas como la publicidad para contentar a los medios), Juan Astorqui. En el nuevo nombramiento de relaciones con la prensa, algo tendrá que decir su actual pareja, la periodista Alicia González.
Por otra parte, Rodrigo Rato mantiene excelentes relaciones con los medios informativos: entre ellos el Grupo Prisa, que tantos encontronazos ha tenido con su partido.
Más gestos. Rato se dejó ver el 25 de marzo en la presentación de un libro de Juan Costa sobre el cambio climático y otras hierbas. Uno de sus principales colaboradores en el Fondo Monetario Internacional, que sostuvo un breve enfrentamiento con Mariano Rajoy por la disputa de liderazgo, aunque no mantuvo el pulso.
El hermano del caído en desgracia Ricardo Costa, es desde siempre 'ratista' y no se ha recatado en censurar a otro apestado, el ex presidente balear Jaume Matas por supuestas evasiones fiscales. Bien pudiera acceder a la dirección general de Caja Madrid.
Otro personaje en tránsito, que suena insistentemente, es Juan José Güemes, dimitido como consejero de Sanidad de Esperanza Aguirre con ruido mediático. Este yerno del poderoso y enjuiciado Carlos Fabra, ya trabajó codo a codo con el Rato ministro, como secretario de Estado de Turismo.
Resulta indudable, por último, que Rodrigo Rato es hombre de lealtades más allá de las personas. Nada más dejar la dirección general del FMI, donde ostentaba el rango de jefe de Estado, recibió sustanciosas ofertas de trabajo. Aparte de que el Fondo recompensó sus transitorios desvelos con una pensión anual de 49.000 dólares, más un complemento para cubrir diversas necesidades de 31.000 dólares.
Como la crisis económica aprieta a todo el mundo, fue aceptando otros encargos: socio del banco de negocios Lazard en España, asesor internacional del Banco Santander, consejero-asesor de Criteria, holding de empresas de La Caixa.
"CAIXA MADRID", UNA OPERACIÓN MUY INDIGESTA
Y como al parecer le quedaba cierto tiempo libre, constituyó con sus socios españoles de Lazard una sociedad limitada, Paracagua, con un modesto capital de 25.000 euros. Objeto social: "La inversión inmobiliaria, la compra y venta, la administración, gestión, cesión, disfrute, tenencia, arrendamiento, explotación y administración en general, de todo tipo de bienes inmuebles". Es decir, el aprovechamiento de saldos en este mercado tan deprimido.
No se rompieron la cabeza los promotores para nombrar su empresa. Corresponde a las primeras letras de sus apellidos: Pasquín, Rato, Güell y Castellanos. Este último, Jaime Castellanos, hizo un magnífico negocio al vender a Unidad Editorial (editora de El Mundo), las cabeceras de Marca y Expansión, mientras colocó al Grupo Vocento el diario gratuito Qué. Se dice que los compradores no están lo que se dice satisfechos.
Como en este mundo empresarial las relaciones se refuerzan constantemente, Rodrigo Rato ha encargado a su reciente empleador Lazard la venta del negocio de energías renovables. Para hacer caja en la Caja.
Así ha reaccionado un internauta, seguramente mileurista: "Mal empezamos, don Rodrigo. Recuerde que hay que ser honesto: no sólo parecerlo".
Pero don Rodrigo aspira a metas más elevadas. Desde su entorno se ha dejado caer una posible unión con La Caixa, pues no va a contentarse con operaciones de segunda división. Amistades no le faltan en esta entidad. Pero la digestión pudiera ser más pesada que las de sus convites de trabajo. Además, ¿quién absorbería a quién? Las fusiones, como es bien sabido, no existen.
UN CURRÍCULO BRILLANTE
Rodrigo Rato Figueroa (Madrid, 1949), es un político y economista español. Fue vicepresidente del Gobierno y mano derecha del ex presidente José María Aznar y ministro de Economía durante ochos años (1996-2004) bajo el símbolo del Partido Popular.
A finales de 2003, su nombre fue barajado como posible sucesor de Aznar al frente del PP y como candidato a la presidencia, pero finalmente Aznar nombró a Mariano Rajoy como sucesor.
En las elecciones de 2004 fue elegido diputado, sin embargo, rato renunció al cargo unos meses más tarde al ser nombrado director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). El ex ministro anunció su dimisión anticipada, por motivos personales según alegó, el 28 de junio de 2007.
De la política pasó a la banca privada. En diciembre de 2007 anunció su incorporación a la división internacional del Banco de Lazard, una entidad de inversiones francoestadounidense. Asimismo, a principio de 2008, se incorporó como consejero asesor internacional del Banco Santander.
Tras un proceso tumultuoso y polémico por discrepancias en el seno del Partido Popular, y tras renunciar al resto de cargos, Rato se convirtió, el pasado 28 de enero, en el presidente de Caja Madrid, la segunda caja de ahorros de España, y sucesor de Miguel Blesa, quién ocupó el cargo durante más de una década. La decisión de que fuera él el líder fue unánime.
Magnífico análisis. El único que, hasta ahora, ha repasado todos los aspectos más íntimos de Rato, sus colaboradores y posibles colaboradores en Caja Madrid, aunque tal vez habría oportunidad de diseccionar las relaciones del "Clan Rato" con los "aguirristas". Enhorabuena.
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