Comparte esta noticia

• Tweet
• meneame

Otras noticias

• Heródoto, el clásico que nos enseñó a entender al otro
• Nolan, interesado en un remake ‘humano' de Akira
• Las óperas de Palermo y Montecarlo se suman al festival del Mediterráneo

VALENCIA. No existían listas negras, decían, no. "Existían listitas grises", ríe al otro lado del teléfono el percusionista valenciano Jesús Salvador ‘Chapi' (Rafelbunyol, Valencia, 1960). Chapi estudió en el Conservatorio Superior de Valencia, formó parte de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria y ha colaborado, además, con otras formaciones nacionales e internacionales, como la Orquesta de Israel o la Orquestra de les Arts. Ha intervenido como solista en la Orquesta de Valencia y el Festival de Música Contemporánea de Alicante. Asimismo, ha fundado grupos como Vesperale Percunits, Set Up So y, sobre todo, Amores Grup de Percussió, que este mismo año celebra su 25º aniversario y con el que ha actuado en numerosas ciudades españolas y europeas además de en EEUU, Brasil, Argentina, Uruguay, Puerto Rico, México, Korea y Taiwán.

Pese a ser uno de los músicos contemporáneos más reconocidos a nivel internacional, jamás ha actuado en su pueblo natal contratado por la administración local. Jamás hasta ahora. La situación cambiará este domingo, si el tiempo no lo impide, cuando presente por primera vez una obra suya en la Plaça de La Purísima de su Rafel, a las diez de la noche; si llueve, será en el Auditori. A esa hora Chapi y sus compañeros Pau Ballester y Ángel García interpretarán la música de su opereta El mal vino, con las voces del cantautor Miquel Gil y las sopranos María Maciá y Luca Espinosa. Con dirección escénica de Paco Zarzoso, esta opereta tragicómica u "ópera de bolsillo", como la define el propio Chapi, será la primera obra que lleva a su casa.

Para ello han tenido que pasar 32 años de democracia y que se produzca el cambio político en la alcaldía. Ahora, con el joven edil socialista Fran López (24 años) con la vara de mando, el consistorio se ha dirigido por primera vez a Chapi para  encargarle una producción. "Pensamos que era una forma diferente de contribuir a las fiestas", explica la vicealcalde y concejal de Cultura, Alicia Piquer.

"Fueron ellos los que me llamaron", confirma Chapi. "Quieren que lo moderno y lo popular se unan y querían que hiciera algo que fuera 100% mío", explica. "Yo propuse algo más accesible, pero insistieron en que querían algo que tuviera mi firma. Y esta opereta me costó un año escribirla, así que más mío hay pocas cosas".

El mal vino es una tragicomedia musical cantada por tres intérpretes, un hombre y dos mujeres. Un padre de sesenta años y sus dos hijas, un bajo, una soprano y una mezzosoprano, tres registros de la escala humana para cantar al mal vino en una doble acepción, el mal como referencia a un mal o tragedia que ha de venir y como una mala borrachera, como una embriaguez autodestructiva. La producción intenta unir las voces líricas con la voz popular, todo esto bajo un soporte rítmico muy rico en instrumentación. Conjugando tradición y vanguardia, la manera de abordar la música es un mestizaje en la línea habitual de Amores.

El mal vino se estrenó en La Nau de la Universitat de València el año pasado y se pudo contemplar en el Teatro Rialto de Valencia. Tras su paso por Rafelbunyol, la producción viajará al Teatro Principal de Castellón y Chapi revela que tiene pendiente una cita con el intendente del Palau de Les Arts Davide Livermore, quien quiere enriquecer la programación de las salas alternativas del teatro de ópera con producciones de este tipo.

A una semana vista del estreno Chapi está ensayando "como nunca", ríe. "No paramos. Algunos como Miquel Gil lo están dando todo, porque para él éste no es su registro habitual", detalla.

La representación en Rafelbunyol será especial para él por muchos motivos. "Estoy contento, emocionado y muy nervioso. Actúas en cualquier parte y no pasa nada, pero es que vas a tu pueblo y estás asustado", ríe. Por el momento, dice, la gente le pregunta por la calle, y está interesada por saber en qué consistirá el espectáculo. Eso es siempre una buena señal.

El mal vino será pues una novedad en la programación habitual de las fiestas locales. El veredicto a este cambio lo dará el público el domingo en una jornada que servirá para certificar el merecido homenaje de la localidad a su músico más internacional, y pondrá fin a más de tres décadas de injustificable indiferencia institucional.