VALENCIA. "Debajo del agua desaparece el ruido entendido como percepciones que sobran y no aportan información", explica Patricia Iranzo (Valencia, 1972). Debajo del agua el ser humano regresa a la calma, al silencio. Es una vuelta al vientre materno. De ahí que, en su búsqueda de la belleza pura, Iranzo haya puesto sus ojos en el mar; o mejor dicho, bajo él. Empleando como iconos los cuerpos de mujeres desnudos, la artista valenciana ha creado una serie fotográfica Underwater en la que Venus, la belleza, es una mujer sumergida, icono estético y representación del ser humano a un tiempo.
No hay un canon predeterminado. Mujeres embarazadas, castañas, morenas, jóvenes, adultas, Iranzo no parte de un prototipo concreto sino que busca en la variedad, en la naturalidad, la esencia de lo auténtico. Una naturalidad que se contrapone con el cuidadoso proceso de selección de los parajes donde se han captado las imágenes. Almería, Ibiza, Formentera y diferentes emplazamientos de la Comunidad Valenciana le han servido de escenario.
Su objetivo no busca sólo la belleza, sino a partir de ella crear una suerte de relato del recorrido vital de cualquier persona; desde el nacimiento hasta la soledad adulta. "Puede parecer que es un tipo de foto poco controlada pero está todo muy pensado: hora del día en que se hace, para que la luz entre en el agua de determinada manera, el tipo de fondo que tenemos que hace de reflectante, la profundidad que determinará los colores...", explica.
Para dotar a estas imágenes tan medidas un cierto aspecto de inmediatez, de instante único, Iranzo juega con el límite de resistencia humano bajo el agua. No hay bombonas de oxígeno sino que la inmersión es buceo libre. "La economía de tiempo, ya que ni yo ni el modelo usamos botella, contribuye a que lo más genuino de la persona salga a la luz. Todo esto hace que debajo del agua sean evidentes cosas que fuera no lo son; por esto hago un paralelismo con el inconsciente", comenta.
Las imágenes están tomadas a la antigua, con una cámara analógica que diseñó Cousteau junto con Nikon para fotografía submarina. "Es una cámara completamente manual y la cargo con diapositiva", comenta. Con ello la herramienta se convierte en parte del arte y dota a las imágenes de una suerte de patina antigua natural. Ninguna cámara moderna fotografía así.
Licenciada en Periodismo, Iranzo, tras trabajar en alguno de los principales medios de comunicación de la Comunidad Valenciana (entre ellos la agencia Europa Press y el periodico Levante-EMV), decidió abandonar la profesión y dedicarse por entero a la pintura. Acuarelista e ilustradora para la Conselleria de Medio Ambiente en diferentes proyectos, Iranzo ha expuesto en el Ateneo Mercantil, en la galería Pecado Mirarte, en la Llotgeta o en las Atarazanas, y desde 2003 compagina su carrera artística en Valencia con Nueva York, donde abrió estudio primero en Greenpoint y posteriormente en Williamsburg.
La serie Underwater es un proyecto que lleva en marcha desde 2007 y se une a El proceso, que consta de 11 sesiones de fotografía con 11 personas diferentes y la construcción de su imagen a lo largo de un año. En él muestra el método que usa para provocar que sus retratados dejen traslucir su verdadero yo y las reacciones de sus clientes al ver sus retratos. "La gente en ocasiones llega a mi estudio estresada, preocupada porque ha aparcado mal o porque tiene poco tiempo, y yo procuro que se relajen, que se olviden del ahora y vayan a su esencia".
"La sesión de fotos es sólo una excusa para que la persona se deje guiar. Utilizo el poder persuasivo que otorga tener una cámara entre las manos, y hacemos un viaje en el tiempo. Consigo que la persona se sitúe mentalmente en un escondite de la infancia, un lugar donde pasaba horas jugando o simplemente le gustaba estar. Hago que recree el lugar, sienta los sonidos, los olores y la vista que tenía en ese sitio. Lo sumerjo de lleno en las sensaciones de entonces. Es curioso como cambia la persona cuando retoma este lugar donde hace tiempo que no ha estado o simplemente había olvidado. Lo conecto a este flujo de vida que ofrece un viaje a las raíces y desde ahí ya paso a la pintura En la infancia, por muy dura que haya sido, es donde se encuentra nuestra verdadera personalidad", explica la artista valenciana.
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