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Catálogos, eventos y cifras de visitantes se sobreponen al discurso de los museos de diferente titularidad y gestión 

VALENCIA. Existe un debate estéril, casi infinito, acerca de qué es el arte. Sin tener en cuenta el valor sugestivo de la cuestión, los museos ayudan a digerir las propuestas... si en lo expuesto hay propuesta artística. Tanto se ha estirado el chicle, tanto se ha abierto la mano a la hora de abarcar -más que disciplinas- públicos, que la ciudad de Valencia ha ‘disfrutado' de exposiciones de pelucas en el Institut Valencià d'Art Modern. La muestra de Tono Sanmartín en 2007, una petición expresa del expresidente Francisco Camps (cliente, como lo era Lola Johnson o Eshter Pastor) puesta en marcha por Consuelo Císcar, no fue un hecho aislado, aunque quizá sirva de referente sobre la deriva hacia expresiones tangenciales, ‘arte' satélite o, definitivamente, proyectos ajenos al objetivo de un centro artístico de referencia como el IVAM.

Escenario para ciclos de jazz, box para aparcar motos clásicas, contenedor de monografías en torno a empresas como Disney, odas de perfil a la Ruta del Bakalo, uso del arraigo a los videojuegos, desfiles de moda en las salas del mismísimo Museo de Bellas Artes o la recién inaugurada exposición sobre el chef Quique Dacosta en el Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat (MuVIM). Ninguno de todos ellos  ni otros muchos ‘sujetos' suponen para las fuentes consultadas el problema en sí, sino "el hecho de convertir lo anecdótico en el eje y, sobre todo, de resolver mal técnicamente una temática que de otra forma, con más lecturas, con un discurso que entiende el objetivo del museo que lo acoje y su peso artístico generan una reflexión menos pasiva", apunta la comisaria y crítica de arte Marisol Salanova a ValenciaPlaza.com.

"No es tanto una cuestión de temáticas, sino el hecho de tratar de atraer públicos sin tener en cuenta el desarrollo de unos valores para el museo, para cumplir con lo que debe reportar a los visitantes", añade Salanova, mientras que para Isabel Puig, presidenta de la Asociación Valenciana de Educadores de Museos, "el objetivo durante demasiados años ha sido meramente cuantitativo. Tanto que, por ejemplo en el caso del IVAM, se apoyaba la didáctica porque era una forma de atraer público de forma estadística. Lo que no importaba tanto es que esos educadores fueran becarios".

Puig y Salanova insisten en cómo decenas de exposiciones durante los últimos quince años "han obviado el papel del diseño, el gran ausente y eje vertebrador de parte de nuestra cultura más reciente", en palabras de Puig, que celebra y cita como ejemplo la fórmula en la que se ha resuelto este vacío con la exposición del propio IVAM ‘Construyendo nuevos mundos. Las vanguardias históricas en la colección del IVAM (1914-1945)'; es solo un ejemplo. 

Como avanzaba en exclusiva ValenciaPlaza.com hace casi un año, el IVAM había falseado reiteradamente sus cifras de asistencia, y la gravedad de lo que se había convertido en una bola de nieve, solo reflejaba la obsesión sistemática por justificar el devenir de los museos valencianos con éxitos cuantitativos. Las fuentes consultadas añaden otros dos ejes que "determinan" el presupuesto y ayudan a entender la necesidad de nuevas justificaciones para la existencia de estos centros culturales: "catálogos que superan con creces a la exposición, porque son lo que quedará", apunta Salanova, y ‘macroeventos' de inauguración (para batir récords de asistencia).

"Hay un límite para atraer a gente hacia tu museo. Más allá de la razón de ser, del proyecto cultural del centro, de cuál es el centro del discurso, lo que debe interesar y mucho son las audiencias de calidad, las de un público que interactúa con lo que sucede en el museo y en los medios del museo", añade Belén Iranzo, miembro de la empresas de gestión cultural LaVisible. Esta empresa impulsa además el estudio de investigación ‘Connecta Museu' que dejó en evidencia como, una vez más, el afán cuantitativo del IVAM había llevado a que el centro tuviera unas cuantiosísimas redes sociales (en número de seguidores) "en las que no participaba nadie".

Salanova enumera errores habituales: "resuelven un espacio con un documental que no se ve bien o no se escucha, proyectan la cara de alguien en un maniquí para dar a entender que es ese personaje pero el proyector no tiene los suficientes lúmenes para que se aprecie, el recorrido es caótico...". Puig insiste en que estos errores evitan que, "por pensar en términos cualitativos se espere que los museos se alejen del día a día del público. Hay que aproximarse a la realidad, pero con exposiciones formalmente resueltas, definidas".

EL CAMBIO INICIADO

No obstante, algunos de los principales museos de la ciudad tienen el debate sobre la mesa, según fuentes consultadas. Estas mismas fuentes, en el caso del MuVIM, aseguran de forma confidencial que la exposición de Dacosta se enfoca de forma interna como un punto y final a una etapa con los objetivos citados. Francisco Molina, su nuevo director desde hace tan solo unos meses aunque vinculado a la institución incluso como subdirector en la época de Román de la Calle, estaría trabajando en este sentido en la búsqueda de una nueva etapa hacia réditos cualitativos en los museos.

En LaVisible, Iranzo reconce que "el debate entre lo cuantitativo y lo cualitativo está sobre la mesa de la gestión cultural en Valencia más que nunca. Hay ejemplos a distintas escales y con distintas fórmulas, como La Beneficència, el Museu d'Etonologia o el Espai Rambleta que han empezado a entender este cambio y lo muestran a través de so comunicación".

-¿Pero las cifras se resentirán, habrá una desautorización frente al ‘agravio' cuantitativo?
-"No. Desde que empezamos el trabajo con diferentes centros en LaVisible hemos visto que los seguidores pueden ser heterogéneos, pero entienden el proyecto de un museo, hacia donde se encamina, su sentido. Hay un rechazo claro siempre en las propuestas efectistas, pero paradójicamente son aquellas muestras más equilibradas con el centro [en alusión también a los catálogos que superan a la exposición o a los ‘macroeventos' de inauguración] las que generan una mejor repercusión", confirma Iranzo.