MADRID (EP). Han comenzado las rebajas, un periodo que puede ser complicado para aquellos con una economía maltrecha y, sobre todo, para los que son adictos a las compras, lo que no significa que sean compradores compulsivos, según el psicólogo Félix Zaragoza, quien ha explicado que detrás de este último hay un trastorno que esconde frustración, ansiedad y bajo estado de ánimo.
Según ha explicado, los meses de Rebajas "no afectan demasiado a estos pacientes", fundamentalmente porque "la rebaja en sí no es el motivo de comprar". Estas personas buscan una forma de generarse sentimientos de satisfacción y gratificación, "con lo que van apareciendo unas expectativas positivas y una excitación anticipatoria de la compra".
Estudios realizados indican que se trata de un trastorno con una prevalencia del 1,1% en la población general, y que afecta principalmente a mujeres de entre 20-40 años, con posibles problemas del estado de ánimo, ansiedad e incluso problemas de la conducta alimentaria, con baja autoestima y baja tolerancia a la frustración. "Según algunos estudios, de cada cinco personas afectadas por esta patología cuatro son mujeres", advierte este experto en conductas adictivas del Centro Activa Psicología.
El trastorno de compra compulsiva es una adicción encuadrable dentro de los trastornos de control del impulso, que se manifiesta por intensos deseos por comprar objetos innecesarios, presentando dificultades para controlar la conducta de compra y un sentimiento de malestar si no puede realizar la compra.
CARACTERÍSTICAS
Se caracteriza por la presencia de impulsos excesivos y recurrentes por comprar, que producen importantes problemas personales y familiares; e impulsividad y repetición de la conducta de compra, "pese a las consecuencias negativas que trae esta conducta para la persona", advierte Zaragoza.
Además, se puede observar en estos pacientes una necesidad urgente e irreprimible de comprar; intentos fracasados de controlar gastos; y, entre otras características, la existencia de consecuencias negativas tangibles de comprar excesivamente, como ocultamiento de las compras, deterioro social o laboral, y problemas financieros o familiares.
"Normalmente suele estar asociada a trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, de manera que antes de dispararse la conducta de compra compulsiva, se van dando una serie de factores circunstanciales que progresivamente van generando en la persona cierto nivel de frustración, ansiedad y bajo estado de ánimo", explica.
Al final comprar sin límites es una forma de evadirse de la sensación de frustración y ansiedad que les producen los problemas de su vida que no pueden resolver. "Después se produce la compra compulsiva de grandes cantidades de objetos, inútiles y superfluos, que generan una sensación de satisfacción inmediata pero breve", y, posteriormente, "aparece el sentimiento de culpa, arrepentimiento y sensación de malestar por el gran gasto realizado, y por haber vuelto a perder el control del impulso".
CONSECUENCIAS Y TRATAMIENTO
El psicólogo recuerda que existen diferentes niveles de adicción relacionados con la pérdida subjetiva del control del impulso hacia compra, así considera que se pueden establecer categorías de gravedad en función del nivel de resistencia a este impulso; también influye en esta categorización los niveles de deterioro económico debido a las compras.
Hay que tener en cuenta que el aspecto económico es un problema para estos pacientes, de hecho "no es raro que la persona se gaste una gran parte de su sueldo en estas compras, con lo que el resto del mes ha de pasarlo en una situación de precariedad y escasez de recursos básicos".
"Conforme se va agravando el problema, se puede llegar a situaciones de deudas excesivas, problemas con la justicia, ruina económica, deterioro de las relaciones interpersonales (amigos a los que inicialmente se les satura de regalos, y finalmente se les pide dinero), divorcio, e incluso intentos de suicidio", advierte.
Superar este problema, y en consecuencia comenzar un tratamiento, pasa por admitir que se tiene un problema adictivo. Posteriormente, se puede poner en marcha la terapia que consiste en manejar la frustración y del control del impulso, e identificar y desarrollar las estrategias adecuadas de actuación ante la aparición de deseos de compra.
"Promover el desarrollo de áreas de satisfacción en la vida, que sirvan de fuente de gratificación y de apoyo afectivo-emocional (trabajo, ocio, relaciones sociales, pareja, familia, etc.). Desarrollar nuevos hábitos de consumo. Por supuesto, programar las
familia, etc.). Desarrollar nuevos hábitos de consumo. Por supuesto, programar las compras que realmente se necesite hacer, y en todo momento organizar y controlar la economía personal para que sea lo más eficaz y beneficiosa posible. Identificar los factores de riesgo que inducen una recaída", añade.
Para ello el papel de la familia es muy importante, destaca Zaragoza, quien afirma que son clave como apoyo emocional y afectivo, al tiempo que, concluye, "la familia sirve de elemento de contención del consumo, facilita la recuperación psicológica, y a veces también económica, y ayuda en la prevención de recaídas".
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