MADRID. A lo largo de la historia económica hemos vivido numerosas burbujas, que en un momento u otro estallaron provocando importantes crisis en las economías.
Unas situaciones que desembocaron en grandes depresiones muy marcadas y, en algunos casos, de larga duración, costando -en el más amplio significado de la palabra- un gran esfuerzo en resurgir en todos los ámbitos económicos e influyendo en prácticamente todos los sectores económicos.
DE LOS TULIPANES A LAS SUBPRIME
La memoria nos lleva desde la crisis de los tulipanes a la crisis económica de 2008 en Estados Unidos. La relevancia de este tipo de sucesos hace que prever la próxima burbuja se convierta en una tarea en la que se vuelquen demasiados esfuerzos en análisis económicos, y los logros sólo se atribuyan una vez que el 'pinchazo' de la misma es una realidad. Sin servir las previsiones y los estudios previos para la desactivación de una nueva burbuja.
Debemos tener en cuenta que habitualmente las burbujas -y el estallido de éstas- tienen una influencia de mayor o menor impacto dependiendo de la previsión que se tenga de que se esté formando o si se tiene identificado el foco, bien sea éste una economía en particular o un sector concreto.
Con lo cual la aleatoriedad y lo imprevisible del suceso, si no está identificado, conlleva un impacto no cuantificable que es lo que conocemos como 'cisne negro'.
FRENTES ABIERTOS
En la actualidad son muchos los frentes abiertos y abundantes los candidatos llamados a ser los siguientes en estalla una vez pasada la 'moda' de la burbuja existente en renta fija, pero que no deberíamos olvidar, ya que podría ocasionar consecuencias nefastas en el futuro.
Si no somos capaces de generar una economía autosuficiente, con unos niveles de crecimiento aceptable y un consumo capaz de absorber todo el papel existente en el mercado, el colapso de los bancos centrales nos llevaría al desastre económico. Pero por el momento dicho problema parece haberse olvidado en algunas mentes económicas.
LA ECONOMÍA CHINA NO GANA PARA DISGUSTOS
En la actualidad la que gana peso es China. Ahora mismo a la economía asiática se le siguen sumando factores negativos. A la ya más que conocida burbuja inmobiliaria y a sus revisiones a la baja de crecimiento y previsiones económicas se le suma la alta volatilidad que están sufriendo sus mercados de renta variable, lo que despierta miedo y desconfianza.
Todo ello provocando el intervencionismo por parte del banco central chino.
FRENO A LOS CORTOS
El mismo que elimina la posibilidad de apertura de cortos y cancela la posible venta de acciones de poseedores de más de un 5% de una compañía e inyectando liquidez en el sistema.
De todas formas debemos tener en cuenta que la caída de aproximadamente un 40% no debería escandalizarnos, ya que el índice acumulaba una revalorización del 150%, lo que obedece únicamente a un recorte meramente técnico, por lo que denominar el retroceso como burbuja me parece cuanto menos osado.
Debemos estar pendientes de las próximas noticias que se produzcan en el país asiático y cómo se gestiona el intervencionismo de los entes regulatorios económicos de dicha economía, pero debemos estar abiertos a seguir analizando otros focos que también tienen serios problemas y que podrían desencadenar la próxima burbuja, que lo único que sabemos con exactitud es que llegará.
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