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LOS GRANDES FIASCOS

Cuidado con la película del verano: Diez fracasos que hicieron historia

JAVIER CAVANILLES. 11/07/2015 Antes, la canícula servía para que los estudios estrenaran sus grandes apuestas del año. Algunas fueron auténticos fiascos de taquilla, de crítica o de ambas cosas

VALENCIA. Ahora que cada mes llega a las pantallas una event movie, resulta curioso recordar la época en la que solo había uno o dos títulos que competían por el título de ‘la película del verano'. A veces, arrasaban en taquilla; otras, eran fiascos que han hecho historia. Unas hasta dieron dinero, pero era más malas que un dolor de muelas. Aquí va la lista de las diez  peores a partir de distintos listados (Time, Playlist, Rottentomatoes, IMDB...).

Tiburón: La Venganza (Joseph Sargent, 1987): Algo tuvo que hacer mal en su otra vida el director del clásico 1, 2, 3 Pelham (1974) para tener que rodar la cuarta parte (se dice pronto) de la película que hizo famoso a Steven Spielberg. Con un presupuesto (y un guión) de risa, y Michel Brody (el hijo del jefe Brody) como protagonista, la premisa no podía ser más descabellada: el hijo (o el sobrino, no me acuerdo) del primer tiburón busca venganza (de ahí el título). El pobre Michael Caine (que debía andar mal de fondos) también sale y no pudo ir a recoger su oscar por Hannah y sus Hermanas (Woody Allen, 1987) porque estaba liado con el rodaje. Encima se llevó un Razzie (el oscar de las peores películas) que no recogió y tuvo que compartir nominación con el escualo de goma. Eso es sumar insulto a la herida y lo demás son tonterías.

 

Waterworld (Kevin Reynolds, 1995): Hablar de estrenos del verano fracasados y no citar a Waterworld es como ir a Calatayud (provincia de Zaragoza) y no preguntar por la Dolores (aunque te crucen la cara). Hasta Kevin Costner, en su eterno papel de Kevin Costner pero con branquias con branquias (todo un desafío actoral), está mal en este plagio descarado de Mad Max II, y si George Miller no les demandó fue para que no le asociaran con ella. Hasta que llegó Titanic (James Cameron, 1997) fue la película más cara de la historia: costó 170 millones y recaudó 220, pero descontando publicidad, lo que se quedaron los exhibidores... casi les sale a devolver. Joos Whedon (Los vengadores) fue el último de los 36 guionistas que metió mano para salvar el despropósito y calificó su participación como "siete semanas en el infierno". El único que habla bien de la película es Dennis Hooper, que estaba bastante acabado por la época y se lo llevó crudo. Curiosamente, Costner acabó forrándose. Para la película le compró al gobierno una empresa que tenía la patente de una máquina para separa agua y petróleo. Cuando el DeepWater Horizont explotó en el golfo de México (2010) se hizo de oro con la dichosa maquinita.

 

Speed 2: Máxima potencia (Jan de Bont, 1997): Tras el inesperado éxito de la primera entrega (y su debut como realizador) a de Bont le tocó rodar una segunda parte a su pesar (estaba obligado por contrato). En algún momento, a alguien se le ocurrió que podría ser una buena idea reciclar un guión que había para la tercera entrega de La jungla de cristal y cambiar al autobús por una crucero que, como todo el mundo sabe, van a toda pastilla. Keanu Reeves se vio el percal e hizo bombeta de humo (le sustitutó Jason Patrick) pero Sandra Bullock decidió quedarse en el proyecto. Muy contenta no debió quedar cuando llegó a decir públicamente que era "la mayor mierda que se había rodado jamás". Una víctima indirecta fue el mítico Roger Ebert que la defendió. "Es la prueba de que soy un mal crítico", diría años más tarde.

Los Vengadores (Jeremy S. Chechik, 1998): Alguien se le ocurrió que sería un gran idea dejar la adaptación de una serie mítica de la televisión británica en manos de un tipo que lo mejor que había hecho era un pobre remake del clásico Las Diabólicas (Henri-Georges Cluzot, 1955). Lo triste es que se rechazó a David Fincher (El Club de la lucha, Zodiac...). Cuenta la leyenda que hubo que parar el primer pase de prueba de mala que era y que se reeditó con tanta prisa que pasó de 115 a 89 minutos (parte del metraje se considera perdido), hubo que retrasar el estreno casi dos meses y ni siquiera hubo pase para la prensa. Sean Connery casi deja el cine, luego repitió éxito con La liga de los hombres extraordinarios (Stephen Norrington, 2003) y decidió cortarse la coleta. La broma le salió a la Warner por 40 millones en pérdidas.

 

Wild, Wild, West (Barry Sonnenfeld, 1999): Cuando a un comedia le tienes que añadir a última hora algunos chiste porque la gente que ha ido a la preview no se ha dado cuenta de que era una comedia, tienes un problema. Dos, si encima es la película más cara del año. Will Smith renunció a ser Neo en Matrix (Wachowsky Bros., 19999 para participar en la adaptación de esta serie que era una de sus favoritas siendo un chaval. Luego dijo que fue el mayor error de su carrera. Arrasó en los Razzies con cinco estatuillas, y el actor de la serie (Robert Conrad) recogió tres en persona estatuillas para que quedara clara su opinión sobre la película. Lo único bueno que se puede decir de esta producción que es no se rodó la segunda parte que había planeada.

 

Star Wars - La amenaza fantasma (George Lucas, 1999). Cuando le detuvieron hace una semanas por conducción temeraria, Jake Lloyd (el joven Anakin Skywalker en la película) recibió una oleada mundial de solidaridad. Él mismo reconoció que el papel arruinó su vida ya que sus compañeros se burlaban de él. Y no es para menos, los fans estuvieron esperando 22 años para ver una nueva trilogía de la película que hizo nacer el frikismo y se encontraron con este despropósito. Lógico que Lawrence Kasdan (El imperio contraactaca y creador de Indiana Jones) no quisiera saber nada. La escena más importante es un plagio de la carrera de cuadrigas de Ben Hur (William Wyler, 1959) y todavía hoy, cuando sale el tema de quién tuvo la idea de crear a Jar Jar Binks la conversación acaban defendiendo la pena de muerte.

 

Campo de batalla: la Tierra (Roger Christian, 2000): "La peor película del siglo XXI, aunque pueda parecer prematura decirlo", "Ha hecho por la ciencia-ficción lo que Sonrisas y lágrimas por las colinas"... la crítica americana dio lo mejor de sí misma para celebrar el estreno de la adaptación de la opus magna de Ron L. Hubbard, el pintoresco creador de la Cienciología. John Travolta, uno de sus devotos seguidores, echó el resto y se bajó el salario para la adaptación de una de las novelas más famosas de su ídolo. La Iglesia quería dar a conocer al mundo su realidad con esta película (inspirada en su teología sideral)  y vaya que si lo hizo: es el peor ejemplo de relaciones públicas de la historia. Lo pero es que es mala hasta para ser mala y no consiguió superar el récord de siete Razzies que ostentaba Showgirls (1995). A su favor hay que decir que tuvo 8 nominaciones frente a las 14 de la Paul Verhoeven, que solo Forrest Whitaker se quedó sin estatuilla, que también se llevó el Razzie al peor drama de los 25 años de historia del premio (en 2005) y el de peor película de la década en 2010. Una marcianada en toda regla.

 

Sex and the City 2 (Michale Patrick King, 2010): Tras el éxito de la serie, el productor se decidió a rodar en persona una entrega para el cine que funcionó. Pero tentó al diablo al intentar repetir el prodigio, y hasta las fans más acérrimas juran y perjuran que no la han visto. Se empeñó en que la historia ocurriera en Abu Dhabi, pero a las autoridades el guión les pareció casi porno, y la producción se trasladó a Marruecos. Total, quién lo iba a notar. La escena final con un matrimonio gay no gustó ni a los gays y eso que salía Liza Minelli, que aprovechó un rato que tenía entre desintoxicación y desintoxicación. Una tortura de más de dos horas. Hay quien dice que para ahorrar coste lo que se ahorraron fue el guión.

 

Green Latern (Martin Campbell, 2011: Un director con una innegable solvencia (La máscara del Zorro, Casino Royale...); un actor, Ryan Reynolds, con tirón en taquilla; uno de los personajes más queridos de la editorial DC; un presupuesto de vértigo (200 millones de dólares); una época en la que estrenar una película de superhéroes era dinero seguro... ¿Qué pudo salir mal? Todo lo demás. Por lo visto, la Humanidad no estaba preparado para una escena final en la que el héroe se enfrenta a una especie de pedo gigante, pero eso es lo de menos. Quizás si Quentin Tarantino la hubiera dirigido, como se rumoreó, estaríamos ante una obra maestra. Por lo menos no perdió dinero, pero la Warner salió tan escaldada que no se atreve ni con un reboot.

 

Airbender, el último guerrero (N. Night Shyamalan, 2011). Dejando a un lado el cachondeo que hubo en Inglaterra con el título (bender significa gay), al realizador de origen indio hay que reconocerle que consiguió dar un paso de gigante en su lucha personal por alcanzar la irrelevancia más absoluta como realizador después de unos inicios prometedores. La cadena Nickelodeón se gastó 150 millones en adaptar una serie de dibujos y luego otros 130 en promocionar una película que mezclaba las artes marciales, un niño con cabeza de huevo que se iluminaba como un gusiluz y la filosofía de una sobrecito de azúcar. Tan mala era que ni la cadena incluyó una sola nominación en sus premios anuales. Roger Ebert escribió: "es una experiencia agónica en cualquier categoría en la que pueda pensar y en algunas que aún están por inventar. Las leyes de la casualidad hacen pensar que algo debería haber salido bien, pero ni por esas". Hay que reconocer que la culpa no fue solo del director. A mitad rodaje, a alguien se le ocurrió que había que pasarla a 3D así que cambiaron el guión y recortaron de golpe 30 minutos. De traca, oiga.

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