VALENCIA. No hay prácticamente capital de provincia española que se resista a albergar uno. Los festivales de música pop se están convirtiendo en la plataforma primordial para alimentar el negocio de la música en directo. Llevamos años alertados del posible pinchazo de su burbuja, pero siguen reproduciéndose como esporas. Han reemplazado a las fiestas estivales de pueblo en el imaginario colectivo de un par de generaciones, y lo han hecho con cierta coartada de modernidad (generalmente engañosa) y sin el sustento de las subvenciones públicas de antaño, sustituido por el importante caudal de ingresos que aportan hoy en día los patrocinadores privados. Especialmente las marcas cerveceras. Mientras, el resto del año las salas urbanas sobreviven como pueden. Y otras languidecen. Nuestra Comunitat, agraciada con un clima privilegiado y una oferta turística de primer orden, se ha revelado como el destino ideal para esta clase de eventos.
El FIB de Benicàssim, ideado en origen desde Madrid pero gestado en la población castellonense desde 1995, fue abriendo el camino. Y muchos han sido los que han profundizado en esa senda en las últimas dos décadas, aunque hoy en día parezca evidente que la creme de la creme festivalera valenciana, por denominar de alguna forma el ámbito de citas más populosas, se agrupe en torno a ese triángulo equilátero que la define por excelencia: el de las tres ‘B'. Es decir, Benicàssim, Benidorm y Burriana. En la primera de ellas tienen lugar el ya mencionado FIB y el Rototom, el principal festival de reggae de Europa. La segunda alberga el Low Festival, otro certamen de música indie al uso. Y la tercera acoge el Arenal Sound, cita de cariz similar y público más joven, que se ha consolidado en un tiempo récord como la más frecuentada en toda nuestra costa.
Generalmente localizada en poblaciones costeras y con una competente oferta turística, nuestra oferta de festivales ha ampliado su nómina este año con la irrupción de un par de citas que han tratado de dinamizar la vida cultural de la ciudad de Valencia y sus comarcas colindantes. A diferencia de Barcelona (Primavera Sound, Sónar), Madrid (Dcode), Bilbao (BBK Live) o Murcia (SOS 4.8), el Cap i Casal carece de un festival emblemático. Y tanto el MBC Fest (que celebró su primera edición en el Puerto de Sagunto, en abril) como el Festival de Les Arts (que hizo lo propio en junio en la Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia, regentado por el mismo equipo que el Arenal Sound) han orientado su radar, con salvedades, a un público similar. Dos eventos más modestos que, aún así, reunieron de forma conjunta a más de 15.000 asistentes diarios, una cifra que viene a sumarse a los cerca de 8.000 espectadores que se congregaron en el Wonderwall Resort de Gandía, también durante la semana de Pascua, para disfrutar de la segunda edición del San San Festival.
(Lea el artículo completo en el número de julio de la revista Plaza)
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