MADRID (EP). La dieta mediterránea y la dieta atlántica son igual de beneficiosas para la salud, por lo que lo ideal es combinar elementos de ambas dietas para crear un menú nutritivo y saludable, según ha explicado el jefe de Endocrinología y Nutrición del Hospital Quirón Málaga, el doctor José Manuel García. "Estos patrones alimentarios y de vida, siempre complementados con actividad física, se traducen en una mejor salud y ayudan a la prevención de enfermedades cardiovasculares", ha señalado el doctor García.
La dieta mediterránea está formada por alimentos frescos y de temporada, con legumbres como las lentejas y las judías, alimentos ricos en fibra y vitaminas como frutas y verduras, cereales como el pan y la pasta, pescado azul como la caballa y el atún, leche y productos lácteos como el yogur y el queso en cantidad moderada, frutos secos como las nueces y las avellanas y el aceite de oliva como grasa para la elaboración de los platos. Las carnes rojas también se pueden consumir ocasionalmente, acompañadas de verduras y cereales.
El vino también forma parte de esta dieta, tomado con moderación y solo durante las comidas, y con el agua como alternativa. Además, como explica el doctor García, esta dieta se complementa con un estilo de vida activo relacionado con el ejercicio físico y con "unos hábitos sanos como son las comidas en familia, los paseos al sol, las tertulias o la siesta".
Uno de los principales beneficios de la dieta mediterránea es la alta cantidad de fibra procedente de cereales, legumbres, frutas y verduras, que favorece el tránsito intestinal. Además, las vitaminas, minerales y antioxidantes reducen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. El aceite de oliva, el pescado azul y los frutos secos también ayudan a reducir el nivel de colesterol, previniendo el riesgo cardiovascular.
EL ACEITE DE OLIVA Y EL VINO, ELEMENTOS COMUNES
Por su parte, la dieta atlántica incluye un consumo elevado de pescados de mar y río y mariscos, moluscos y crustáceos, junto a alimentos vegetales como los cereales, las patatas y las legumbres, frutas y hortalizas como manzanas, cítricos y judías, carnes magras acompañadas de verduras, legumbres o patatas y el consumo diario de productos lácteos como la leche. Al igual que la dieta mediterránea, el aceite de oliva es la principal grasa culinaria. El doctor García destaca que "la preparación culinaria también es preferentemente a la brasa, cocido o guisado, con platos tan típicos como la 'caldeirada' gallega".
Otra de las características que comparte con la dieta mediterránea es la importancia del consumo de agua y la elección ocasional del vino, que debe consumirse de forma moderada durante las comidas. La dieta atlántica también debe ir acompañada de la realización de ejercicio físico diario y se deben respetar los hábitos alimentarios tradicionales atlánticos y celebrarlos como un hecho festivo.
Según un estudio de la Fundación Española de Nutrición, la alta presencia de ácidos grasos omega-3 y omega-6 en la dieta atlántica favorece el desarrollo cerebral y aumenta la esperanza de vida. Además, al promover el consumo de frutas, verduras, cereales y no tanto el de grasas, ayuda a prevenir varios tipos de cáncer. Este reducido consumo de alimentos ricos en grasas también sirve como prevención de la obesidad.
El doctor García señala que lo más recomendable es combinar características de ambas dietas, en cuanto a alimentos y en cuanto a costumbres. Como ejemplo, durante el último Congreso Nacional de Medicina General y de Familia, celebrado en A Coruña, se presentó un menú que fusionaba ambas dietas y que contenía una sopa de ajoblanco, una ensalada granadina, una 'caldeirada' de pescado y, como postre, queso con membrillo.
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