MADRID (EFE). Asesinos inocentes, primer largometraje dirigido por Gonzalo Bendala, es una película de suspense con toques de humor negro, según la definición del propio director, que para escribir la historia se inspiró en un hecho real que ha dado pie a numerosos relatos e incluso a un musical en Broadway.
"Ocurrió en los años 30, en la América de la Ley Seca, y me llegó en un relato que leí, porque hubo muchos periodistas y literatos que se hicieron eco y se extendió mundialmente como el asesinato más desastroso de la historia", afirmó Bendala durante la presentación de su ópera prima en la sección oficial de largometrajes a concurso del decimoctavo Festival de Cine Español de Málaga.
Maxi Iglesias (Física y Química, Velvet) es Gerralda, un universitario que debe dinero al peligroso dueño de un taller de barrio y que debe encontrar un empleo para saldar su deuda, pero un suspenso en Psicología le impide conseguir su título.
En la revisión del examen, el profesor Espinosa (Miguel Angel Solá) le dice que sólo aprobará si hace un trabajo: asesinarlo. El estudiante termina implicando en la situación a sus compañeros de clase (Aura Garrido, Luis Fernández, Javier Hernández y Alvar Gordejuela). No es la primera vez que el docente ha intentado morir, pero siempre sale algo mal. En esta ocasión, no será distinto.
Sobre la mezcla de géneros, Bendala ha subrayado que "hay que diferenciar la situación que viven los personajes de la película de cómo lo ve el público".
"Los personajes viven dramas muy fuertes y situaciones extremas, pero el humor está en la inverosimilitud de las cosas que les ocurren, que el público se toma a broma", explicó el director, que cree que ésta es "una película optimista y vitalista, con el mensaje de que siempre hay una salida por muy mal que se pongan las cosas".
HABLAN LOS ACTORES
Pese a que el elenco "puede dar la sensación de que es una película enfocada para un público adolescente o joven", y confiaba en que "también sea valorada por el público adulto".
Considera el cambio de la producción a la dirección como "un salto natural", porque es productor "por obligación" y cuando empezó en el cine haciendo cortos "la máxima aspiración era dirigir y escribir".
Aura Garrido, a la que recientemente vimos en El ministerio del tiempo, admitió que le costó "encontrar el tono adecuado", pero su trabajo consistió en "confiar en el director, que tenía muy clara la película que quería hacer".
Añadió además que "los límites entre la televisión y el cine son cada vez más difusos y los actores saltan más de un medio a otro", porque "la suerte es trabajar cuando llegan guiones como éste y con un reparto así".
Maxi Iglesias coincidió con su compañera de reparto en que es necesario "confiar en lo que el director quiere", porque como en cualquier película ha habido "momentos duros", y abogó por que el público "no se deje llevar por si los actores son de televisión o son de cine".
Javier Hernández, por su parte, apuntó que, al ver el reparto, "se puede esperar un tipo de cine, pero al leer el guión y explicarlo el director, se ve que es otro tipo de película".
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