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POP Y REDES SOCIALES

No lo pienses dos veces; está bien así

CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA. 27/06/2015 Muchos músicos de renombre también encuentran en las redes un vehículo para polemizar, desbarrar o, simplemente llamar la atención 

VALENCIA. Ahora que parece que hay que esgrimir un timeline impoluto en el caso de que uno pretenda acceder a cualquier clase de responsabilidad pública en este país, resulta de lo más ilustrativo comprobar el talante que muchos músicos de enjundia destilan a través de sus comentarios en las redes sociales. Y no solo en nuestra escena, en cuyos foros uno puede sumergirse cual portera en un patio de vecinos mal avenidos y calibrar la amargura de algunas polémicas, sino también-y muy acentuadamente- en el ámbito foráneo.

La tiranía de los 140 caracteres de twitter puede ser a veces un límite traicionero: la obligación de sintetizar al límite cualquier opinión y la supresión del manido contexto pueden ser a veces malos consejeros, pero nada de eso arredra a una buena legión de músicos de cierta notoriedad a la hora de dictaminar sus pareceres sobre cualquier cuestión, desde la más trivial a la más mollar. Todos ellos hacen bueno aquel título de una canción de Bob Dylan: Don't Think Twice, It's Alright'. Porque no son pocas las opiniones vertidas desde las entrañas, sin pensarlo dos veces. Y esas son las que más les persiguen en el tiempo.

Obviamente, ellos no son los únicos: muchos otros agentes de la industria (promotores, periodistas, simples fans) hacen gala de una actividad frenética en las redes sociales, y muchas veces los intercambios de opiniones más acalorados no discriminan entre el pajarito azul o la red creada por Mark Zuckerberg: a la hora de entrar al trapo, tanto da twitter que facebook, aunque seguramente la primera depare combates que se dirimen en golpes directos, a veces solventados por KO, mientras que los segundos ofrezcan más espacio para los matices (ay, los matices, ¿alguien aún los necesita?) y unas cuantos rincones más para una resolución a los puntos.

Podría decirse, tranquilamente, que todos somos esclavos de nuestras palabras, pero ese gatillo fácil que facilitan las redes sociales para emitir juicios apresurados, muchas veces sin apenas tiempo para dejar reposar cualquier idea sobre el mullido jergón de la reflexión, juega a veces malas pasadas. O simplemente proyecta la imagen más fiel y espontánea de ese músico al que habitualmente valoramos por méritos que tienen poco que ver con sus habilidades sociales.

Vivimos en la era del yoísmo supremo. Del egocentrismo desbocado. Instalados en la necesidad de que el más nimio de nuestros pareceres tenga que proyectarse a los muros de miles de desconocidos. Con lo que no es de extrañar que los músicos, seres propensos al egotismo por su propia actividad creativa (no digamos ya si son célebres), no sean ni mucho menos ajenos a la incontinencia en las redes sociales.

SPAIN IS DIFFERENT

Nuestro país también es diferente en esto. Aunque solo lo sea en la jerarquía, que no en el fondo: los principales perfiles de músicos en twitter, los más seguidos, corresponden a creadores tan influyentes y rupturistas como Enrique Iglesias, David Bisbal o Alejandro Sanz. Perfiles generalmente inocuos -como su música- cuando se expresan a través de las redes sociales (aunque alguno de ellos, como Bisbal, provocase un involuntaria avalancha de chistes sobre la relación que encontró entre las revueltas de Egipto y las visitas a sus pirámides). Y que a veces dan más juego cuando presentan su nuevo retoño discográfico ante la prensa que cuando trasmiten alguna clase de reflexión propia a través del éter digital: aún se busca recompensa para quien encuentre la recóndita relación entre el sirope y James Brown. Por ejemplo.

Guille Mostaza.

Hay que bajar al barro del cajón de sastre de esa entelequia que se ha convenido en seguir llamando pop indie para pringarse las manos con polémicas de cierto calado. O simplemente, de cierto morbo. De esas que avivan nuestra curiosidad más insana. Porque la mayoría de esas cuitas no merecen mayor recorrido: resulta más provechoso filtrar aquellas ocasiones en las que el vínculo entre el músico y su seguidor se estrecha, generando un feedback provechoso para ambos. Uno de quienes suelen ajustar cuentas con su pasado es Guille Mostaza, el lenguaraz vocalista de Ellos, quien no ha dudado a la hora de recriminar ciertas conductas a gente como la actriz y cantante Lluvia Rojo o al promotor Gerardo Cartón, este último sin necesidad de mencionarlo.

Sonados han sido también los cruces de pronunciamientos que Gabi Ruiz, director del Primavera Sound, ha mantenido con integrantes del equipo humano de otros festivales o con algunos periodistas, no precisamente noveles. Algunas de esas polémicas, lejos de derivar en un enriquecedor contraste de pareceres (que a veces ocurre: nuestra proyección en redes no es más que una proyección de nosotros mismos), han degenerado en ejercicios de ego poco edificantes.

ESTRELLAS EN APRIETOS

Normalmente, suelen ser las estrellas con mayor proyección mediática las que generan polémicas más celebradas. El star system de la música popular de consumo más reciente, integrado por nuevas divas del r'n'b o del pop recauchutado en clave high tech, es otro llamativo corral de gallos y gallinas. Uno de los encontronazos más sonados fue el que enfrentó a Nicki Minaj con Iggy Azalea, a cuenta de la (presunta) autoría de las canciones de cada una. Minaj arremetió contra su colega en la gala de los BET Awards, al recoger su premio y sin nombrarla, y eso generó un cruce de acusaciones entre ambas, con las indiscutidas (e indiscutibles) Lauryn Hill y Missy Elliott como convidadas de piedra, ya que sus nombres salieron a relucir en la improvisada conversación.

Otra de las grandes celebridades de nuestro tiempo, Rihanna, se ha visto envuelta en alguna comentada disputa, y no precisamente con competidores directos. Hace un par de años entró al trapo de las acusaciones pueriles que la diseñadora y cantante Amanda Bynes vertió sobre ella en twitter, otorgándole así la categoría de interlocutora y favoreciendo -sin duda- su imprevista escalada a la notoriedad. Pero cuando se lució de verdad fue solo un mes más tarde, cuando se le ocurrió comparar la estrepitosa derrota de Brasil ante Alemania (1-7) en el Mundial de fútbol con los malos tratos que ella misma sufrió a manos de su pareja, el rapero Chris Brown. Un desliz del que luego tuvo que disculparse.

Luke Haines.

OUTSIDERS INCONTINENTES

Sorprende que estas cosas aún ocurran en la era de los community managers, cuando los asesores de imagen y comunicación de las grandes estrellas deberían suponer un filtro más que fiable. Aunque siempre habrá músicos que no lo necesiten: aquellos que descorchan su incontinencia fiando todo su crédito a su propio nombre, sin intermediarios ni CM que valgan. Ese es el caso de un sinfín de creadores de perfil más discreto, aquellos que también gestionan directamente sus propias cuentas pero no temen el efecto multiplicador que solo miles de seguidores pueden dar a cualquier nimiedad que se les ocurra, mediante un simple retweet que se viraliza hasta el infinito.

Son músicos como Luke Haines, Robyn Hitchcock, Evan Dando, Geoff Barrow o Billy Bragg, con los que cualquier desliz queda minimizado (por su menor parroquia) y ante los que resulta más fácil que nunca hacerse una idea de cuál es la visión del mundo que les alimenta día a día. Por otra parte, la contrapartida para el fan es aún más jugosa que en la mayoría de casos protagonizados por supernovas del firmamento pop, ya que la comunicación entre músico y seguidor suele ser en estos casos mucho más fluida.

Sus muros, generalmente, tienen poco desperdicio: desde los siempre agudos comentarios políticos de Bragg hasta las sagaces observaciones de Hitchcock, pasando por las divertidas impertinencias de Haines, el hombre que una vez -en los 90- pudo reinar y, desde entonces, fustiga con saña a la generación brit pop y a la gerontocracia rock del momento, ciscándose-por ejemplo-en el último disco de Bill Wyman, el bajista de los Rolling Stones.

Cada cual tendrá su propio listado de favoritos, de músicos a quienes seguir con cierta fidelidad. Algunos más estridentes en sus manifestaciones públicas, otros menos. Y entre algunos de ellos podría conformarse una auténtica antología de citas para el recuerdo, desligadas de la inevitable fugacidad con la que son despachadas a diario. Por sus palabras también les conoceréis.

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