VALENCIA. Son un centenar de dibujos. Los realizaron niños. La primera peculiaridad es que tienen casi 80 años. La segunda, que se dibujaron durante la Guerra Civil Española. Al contemplarlos, al verlos uno a uno, se va descubriendo el horror, la angustia, el miedo y los sufrimientos de los inocentes. Sus invocaciones al heroísmo, sus escenas de guerra, sus bombardeos, las lágrimas como "cadenas de perlas" que escribió Aldous Huxley, tienen la fuerza de la verdad. Poco importa la impericia técnica, los fallos de perspectiva, los errores en las dimensiones. El rojo que los niños pintaban tenía manchas de sangre; sus dibujos son, sobre todo, dolorosamente ciertos y al contemplarlos hoy resulta inevitable pensar, por ejemplo, en qué estarán dibujando los niños sirios ahora.
Desde este jueves hasta el 30 de julio la sala de la Muralla del Col·legi Major Rector Peset acoge la exposición Llapis, paper i bombes. 1936-1939, integrada por dibujos que realizaron las niñas y niños evacuados a diversos lugares de Europa durante la Guerra Civil Española, donde recibieron cuidados y formación en colonias seguras. Durante su estancia los pequeños plasmaron sus experiencias en dibujos que crearon en papel y con lápices de colores, de ahí el título de la muestra, y que se recogen en esta exposición organizada por la Universitat d'Alacant que ahora llega a Valencia.
La universidad alicantina ha logrado reunir dibujos que se encontraban depositados en diversas instituciones como la Biblioteca Nacional o las Universidades de California de San Diego y Columbia de Nueva York. También se han incluido dibujos realizados por los niños y niñas que fueron evacuados a Rusia, cedidos por la Asociación Archivo Guerra y Exilio y por el Centro Español de Moscú, o los 15 dibujos infantiles originales sobre este tema que se conservan en la Biblioteca Histórica de la Universitat de València. Junto a la Universidad de Alicante han coordinado la muestra un grupo de profesores de Historia de institutos de Enseñanza Secundaria de Alicante, entre los que se pueden citar a José Antonio Fernández, Ramón Galdrán, Remedios Izquierdo, Carlos Salinas y Teresa Sanz.
La exposición reúne igualmente reproducción de fotografías y carteles de la época pertenecientes al Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca e incluye una banda sonora creada especialmente para esta muestra por el músico italiano Giovanni Alberto Croatto. Entre las joyas, el dibujo que ilustra la parte superior de esta noticia, obra de un niño valenciano de once años llamado Manolito Hernández que con el tiempo se convertiría en pintor y que ha pasado a la historia del Arte español como Manuel Hernández Mompó (1927-1992), premio Unesco en la Bienal de Venecia de 1968, Premio Nacional de Artes Plásticas en 1984 y Medalla póstuma de las Bellas Artes; o el que realizó una niña de ocho años, llamada Pepita Pascual, en el que el ejército republicano está pintado de rojo y el fascista de negro.
¿Cómo son los dibujos? Devastadores. Apenas hay soles en el cielo y los pocos que se pintaron no sonríen, están tristes. Los aviones, omnipresentes, vuelan en círculos, como buitres, disparando sus balas que trazan líneas discontinuas que recorren el papel. Las personas, los soldados, son en la mayoría de los casos pequeños, casi minúsculos, como si los niños hubieran adquirido conciencia de la insignificancia del ser humano ante la guerra. Sus muertes son casi anónimas, difuminadas. Algunos, pocos, reproducen los mensajes que les habían aleccionado sus profesores, en algunos casos positivos, como el de un niño de diez años, R. Salgado, que dedica su dibujo a la Cruz Roja con un epígrafe: "Si no fuera por la Cruz Roja se hubi[e]ran muerto muchos milicianos". Pero en todos ellos se percibe el ansia de vivir de estos niños, cuyo testimonio ha vencido al paso del tiempo y se yergue como recordatorio a todo aquel que quiera verlo de quiénes fueron las verdaderas víctimas de la Guerra.
Tres secciones conforman el recorrido expositivo. Una primera parte integra los dibujos relacionados con tres escenarios de la guerra civil: El bombardeo de Madrid, de donde procedían muchos de los niños, el bombardeo de Port Bou, origen de los niños evacuados a las colonias del sur de Francia, y la batalla de Teruel, como una esperanza para los republicanos. La segunda sección de la muestra incluye dibujos relacionados con la vida en las colonias y una última parte, contiene dibujos relacionados con la evacuación desde su lugar de residencia a las colonias.
Las raíces de Llapis, paper i bombes. 1936-1939 se hallan en 1937, cuando estos dibujos y otros similares fueron objeto de distintas exposiciones por todo el mundo, como la organizada por Joseph Weissberger por encargo de la Spanish Child Welfare y del American Friends Service Committee, que los llevaron a Nueva York; allí se vieron en 1938 en Lord & Taylor's y, con ocasión de dicha muestra, Aldous Huxley escribiría la introducción para la exposición que se tituló Aún pintan.
"Las explosiones, el pánico y la prisa para ponerse a cubierto, los cuerpos de las víctimas y las madres sollozantes en cuyas caras las lágrimas corren como cadenas de perlas difícilmente distinguibles de los rosarios de balas de las ametralladoras descendiendo desde el cielo, están retratadas una y otra vez con un poder de expresión que provoca nuestra admiración hacia los pequeños artistas y nuestro horror frente a la elaborada bestialidad de la guerra moderna", escribió el autor de Un mundo feliz. Una bestialidad que, vista hoy, duele, avergüenza y repugna, pero que se percibe derrotada ante el invencible poder de la verdad de un niño.
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