VALENCIA. No ha medido bien los tiempos. La responsable de Teatres de la Generalitat, Inmaculada Gil-Lázaro solicitó un par de semanas antes de las elecciones que se le reintegrara en su puesto de coordinadora del Centre Coreogràfic. Gil-Lázaro en la actualidad ocupa el puesto de subdirectora de Teatres. Su cargo es de confianza y, como quiera que se preveía que se iba a producir relevo en el gobierno autonómico, la responsable durante la última década de la entidad de gestión de los teatros públicos entendió que más valía una retirada que una derrota.
Gil-Lázaro aspira a recuperar la plaza de coordinadora del Centre, la ya famosa plaza 85, y por eso solicitó al director de CulturArts el reintegro a la misma. Existe un pequeño inconveniente y es que ella es interina. Es decir, no la tiene en propiedad, pero era una posibilidad.
Desde CulturArts estudiaron la petición con algunos sindicatos y, tras analizar los pros y los contras, aceptaron la renuncia de Gil-Lázaro y se plantearon pues que pasara al Coreogràfic, en una decisión que se iba a hacer efectiva este verano. No era una destitución pero como si lo fuera.
Sin embargo, cuál fue la sorpresa de la cúpula de la Conselleria de Cultura cuando se encontraron la oposición de los trabajadores de Teatres. Unánime. Sin distinciones de sindicatos. El pasado viernes una representación del comité de empresa le comunicó verbalmente al director de CulturArts su absoluto rechazo a Gil-Lázaro y aseguraron que impedirían e incluso denunciarían cualquier intento de que volviera a su puesto, ya que su plaza de coordinadora en el Centre Coreogràfic, dicen, debió ser amortizada durante el ERE de CulturArts.
Se da la circunstancia de que hace más de un año el entonces director general de CulturArts, Manuel Tomás, le planteó a Gil-Lázaro esa misma posibilidad. Con ello Tomás aspiraba a matar dos pájaros de un tiro. Por un lado calmaba a los representantes del sector teatral, enfrentados a la subdirectora de Teatres y con la que prácticamente no se hablan desde hace años. Por el otro, reubicaban a Gil-Lázaro y con ello le garantizaban su continuidad. Pero entonces la subdirectora de Teatres no quiso.
Ahora su petición llega tarde. Con el cambio político en la Generalitat los trabajadores quieren que la directora de Teatres se marche de la institución. Recuerdan que no tiene ningún tipo de derechos, ya que no es funcionaria. Y, sobre todo, quieren dejar de ver a la persona que, dice uno de ellos, les ha atormentado durante estos últimos diez años. Una hostilidad que ha sorprendido a medias en CulturArts.
A casa! Com els treballadors que van tirar amb l'ERE. La Gil-Lázaro no es mereix una altra cosa perquè no li agrada el teatre, ho ha gestionat de pena, ha exercit el poder com una reina capriciosa imposant amics i coneguts (Ximo Flores, etc.) de la manera més arbitrària i amb els diners públics, etc. El rebuig a una mala direcció i pitjor gestió és total. A casa!
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