VALENCIA (VP). Una recuperación desigual y con riesgo de fractura social. Antón Costas (Vigo, 1949), presidente del Círculo de Economía y Catedrático de Política Económica de la Universitat de Barcelona (UB) considera urgente salir al rescate de un tercio de la población al que la crisis ha dejado al borde la exclusión y que puede quedarse en la cuneta de la recuperación económica.
Para ello, urge a desarrollar un "contrato social" como el que funcionó hasta que la crisis lo convirtió en papel mojado. El peligro, a su juicio, se centra en el colectivo de jóvenes sin cualificación, para los que pide planes específicos de empleo basados en la rehabilitación de viviendas. El jueves día 18 clausurará un seminario en la Fundación ÉTNOR en el que detallará los elementos de ese nuevo equilibrio entre empresas, sector público y sociedad. La conferencia tendrá lugar a las 19 horas en el Botánico de Valencia (Calle Quart, 80)
-¿Qué es lo peor que ha quedado tras la crisis?
-Lo peor, o lo más urgente, es que casi un tercio de los hogares españoles están en estado de falta de ingresos que les somete a una situación de pobreza y riesgo de exclusión que es el aspecto que tiene que preocupar más a los poderes públicos. Es algo incompatible con el sentido de mínima decencia que una sociedad debe tener. Lo urgente es salir al rescate de esta parte de la sociedad que está en una situación que la puede dejar en la cuneta al margen de que la economía vuelva a funcionar.
-¿Aprecia riesgos de salida desigual de la crisis para diferentes colectivos?
-Sin duda. Porque en los noventa, cuando la economía española crecía al 5%, había más de un 11% de desempleados que fueron quienes se quedaron en la cuneta en la larga recesión de los noventa y que ya no fueron capaces de incorporarse de forma normal a la actividad económica y de construir trayectorias vitales estables. Ése es el riesgo al que nos volvemos a enfrentar ahora, que una parte importante de la población quede al margen de la recuperación de la economía española.
-¿Cuáles serían los colectivos más perjudicados?
Los que están entre 19 y 35 años, con niveles de formación y cualificación bajos o muy bajos. Los datos del último trimestre son alentadores porque crece el empleo de forma neta por primera vez desde 2008. Por primera vez en la crisis aumenta el empleo industrial. Frente a ello, cuando se observa la evolución del empleo desde el primer trimestre de 2014 al primer trimestre de 2015, se comprueba que en el segmento de población entre 19 y 35 años con baja cualificación se sigue destruyendo empleo. Este segmento de población, en el que están las parejas que mayoritariamente no tienen ingresos y existen casos de pobreza infantil, no va a salir de su situación con la recuperación. Habrá que hacer programas específicos de empleo dirigidos a este colectivo.
-Usted suele incidir en el incremento de las diferencias que ha originado la crisis, ¿Qué medidas considera más urgentes para evitar que se perpetúen las desigualdades afloradas en los últimos años?
-Programas específicos de empleo basados en la rehabilitación de viviendas y en la mejora de la eficiencia energética. Un programa así tendría una capacidad muy elevada de poder dar trabajo al colectivo más afectado. Es un programa autofinanciable que puede ser incorporado al plan Juncker. Sin embargo, España está presentando a ese plan inversiones de tipo viario. Francia acaba de presentar un programa similar.
La segunda medida sería reorientar los programas sociales y de ayudas públicas. Los cinco años de crisis nos dejan un descubrimiento sorprendente: los programas de ayuda pública en España han protegido mejor a los mayores y pensionistas que a los jóvenes. Los mecanismos de gasto público y los fiscales están redistribuyendo hacia arriba. Es el mundo al revés: se protege más a colectivos que están mejor cubiertos.
-¿Qué opinión le merecen posturas como la del Círculo de Empresarios que proponen pagar a los jóvenes sin formación un salario inferior al mínimo interprofesional?
-La tendencia tanto en Alemania como en EE UU es la subida de los salarios mínimos. Lo ha hecho el gobierno de coalición en Alemania y hay ciertas empresas en EE UU como Walmart, conocida hasta ahora por sus bajos salarios, que ha tomado la decisión de subirlos. Creo que es el buen camino. En Valencia, la decisión de Mercadona de subir proporcionalmente más los salarios más bajos es la vía a seguir. La desigualdad salarial dentro de las empresas, otra manifestación de la desigualdad de las rentas, perjudica a la productividad de las empresas. La devaluación de los salarios puede haber estado justificada en un momento de necesidad de ‘shock' de productividad, pero no puede tomarse como una medida a largo plazo de mantenimiento de la competitividad. No es el camino.
-¿Considera apropiada la propuesta pactada entre sindicatos y patronal para aumentar salarios hasta el 1,5% el próximo año?
-Me parece bien. Si la recuperación de la economía es una realidad, como lo es, las empresas que tengan capacidad para una mejora salarial deben aplicarla porque aumenta la lealtad de los empleados y, a nivel macroeconómico, es una señal para el aumento de los ingresos y el consumo.
-La conferencia que pronuncia este jueves en la Fundación ÉTNOR lleva por título «Mercados, Estado y Sociedad: un nuevo contrato social para el siglo XXI», ¿qué mensaje quiere trasladar?
-El subtítulo puede sorprender. El mensaje que quiero transmitir parte del siguiente axioma: una sociedad libre, democrática y pluralista, una economía de mercado en la que no hay una autoridad central que determine la conducta de los actores, se necesita que haya una especie de pegamento invisible que cohesione a los actores. Ese pegamento es lo que yo llamo un contrato social, metafóricamente hablando. No es necesariamente un contrato escrito, sino una serie de percepciones y valores compartidos por esos tres grandes actores. España supo elaborar ese contrato social a finales de los setenta con la Transición política y la entrada en la CEE. Ese contrato social ha funcionado relativamente hasta poco antes de la crisis. El reto hoy, por lo tanto, es volver a recomponer ese contrato social, ese pegamento que ha sido muy dañado por la crisis y por lo que ésta ha provocado: una crisis de legitimidad política y del sistema financiero. Llegar a un nuevo contrato social va a ser la principal tarea de las próximas décadas en nuestro país.
-¿Cómo se reconstruye hoy ese contrato social?
-Ha de tener mucha importancia la incorporación de mecanismos de voz de instituciones tanto políticas como sociales y económicas que favorezcan el diálogo entre las partes y los procesos de cooperación y colaboración entre ellas. De lo contrario, sino somos capaces de cubrir estos déficits de mecanismos de cooperación, las opciones serán el conflicto y salida, manifestado como independentismo en el ámbito político o con la legislación favorable a la eliminación o facilitación del despido en las empresas, en el ámbito económico.
-Cuestión que ya se ha dado al abaratar el coste del despido en la reforma laboral...
-Uno de los elementos diferenciales entre España y otros países de la OCDE es que en nuestro país se han favorecido los mecanismos de salida del mercado de trabajo. Los ERE favorecen la salida, no la colaboración. En otros países, sin embargo, se ha favorecido más el mantenimiento con modelos como, por ejemplo, la reducción del número de horas. En España, el sector que menos uso ha hecho de la destrucción de trabajo es el de la automoción, porque tiene mecanismos de cooperación entre sindicatos y empresas.
-Comenta que la reparación de ese contrato social llevará décadas...
-De la misma manera que después de la Segunda Guerra Mundial se consiguió conciliar capitalismo con igualdad y democracia y funcionó muy bien durante tres décadas, ahora el reto principal es volver a reconciliar capitalismo, igualdad y democracia y es un reto que va a llevar décadas.
-¿A qué atribuye la crisis de legitimidad política y del sistema financiero?
-Cuando una crisis es profunda y duradera hay muchas evidencias de que acaba transformándose en una crisis política y, en una tercera fase, en una crisis de legitimidad del sistema de economía de mercado. La crisis de legitimidad del sistema político la acabamos de ver en las elecciones. La crisis económica y el aumento de los niveles de pobreza acaba impactando en la legitimidad del sistema político. A mi juicio, ha sido una sorpresa positiva comprobar cómo ese malestar político ha dado lugar a una especie de revolución democrática o ‘primavera política' que está provocando una revolución de las elites políticas españolas. Esto no ha sido siempre así. Por ejemplo, en 1988 el malestar y la pérdida de legitimidad política previos se manifestaron en una huelga general. Ahora, a diferencia de entonces, no lo hemos visto manifestado en una huelga, sino en una revolución democrática por la vía de las urnas que para mí ha sido una sorpresa que ha alterado el bipartidismo y que produce una renovación sorprendente de las elites políticas. Es lo que ha sucedido, por ejemplo, en el Ayuntamiento de Barcelona o en el de Valencia.
-ÉTNOR es una fundación para favorecer la ética en los negocios, ¿Cuál es el estado de esta cuestión?
-La crisis financiera de 2008 ha significado una quiebra moral o, si se quiere, ética para una parte importante del sistema financiero. Hay que reconstruir el pegamento ético porque el capitalismo no puede funcionar sin un fuerte componente ético en todos sus actores. Adam Smith ya decía que la sociedad mercantil que nacía esos años en Edimburgo necesita para funcionar el principio moral de la simpatía entre todos los actores económicos. Cuando el carnicero o el panadero de Adam Smith venden su género, no desarrollan una conducta altruista, están ganándose la vida, pero han de hacerlo tomando en consideración el efecto que sobre el bienestar de los demás tienen los productos que ellos venden. Si cambiamos el panadero por el financiero de hoy, éste ha estado vendiendo productos contaminados que han tenido un impacto tremendo sobre el bienestar de la sociedad y sobre la legitimidad del sistema financiero. El comportamiento ético es tanto más importante como más actividades de mercado existen en una economía. Cuanto más libre mercado, más importancia tiene ese pegamento ético.
-Hablando de ética y sistema financiero, lo que ha ocurrido en algunas cajas de ahorro, ¿es el ejemplo más claro de falta de ética en los negocios?
-En el caso español, probablemente sí. A nivel internacional probablemente sea la manipulación que ha hecho la gran banca europea de los tipos de interés o del mercado de divisas. En España, el mejor ejemplo es lo que ha sucedido en algunas cajas de ahorros, no en todas. Sí lo es en cuanto al fraude en la venta de algunos productos a personas con reducida cultura financiera y con la política de salarios de oro que se atribuyeron los directivos ya durante la misma crisis. Son conductas moralmente condenables y están en vía judicial.
La conferencia es mañana jueves día 18 a las 19 horas en el Jardín Botánico de Valencia (Calle Quart, 80)
Pueden decir Cuándo pronuncia la conferencia en ETNOR?
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