MÁS VALE UNA IMAGEN QUE MIL MÍTINES
Los políticos han sido siempre conscientes del poder que tiene la imagen que transmiten y cómo ésta puede influir, positiva o negativamente, en el número de votos y en la percepción que los demás tengan de ellos. El cuidado de su imagen es una parte de su estrategia global de comunicación con el gran público y constituye una forma de apoyar su discurso o, porqué no, de distraer a la audiencia cuando el mensaje no es el que ésta espera. Ya lo dijo Julio César, "la mujer del César no sólo debe ser honesta, sino también parecerlo" y está comprobado que las apariencias en la política cuentan más de lo que incluso en ocasiones nos gustaría.
Imaginen, por ejemplo, que un político se presentara ante los medios para hablar sobre una gran catástrofe ataviado con una colorista americana verde limón o que nos pidiera apoyo para realizar una gestión económica seria e impecable llevando la camisa arrugada y por fuera. En ninguno de los dos casos, sus palabras se verían apoyadas por su manera de vestir distorsionando el discurso y confundiendo a la audiencia. Y es que toda estética exhibe una ética y nunca ambas deben ser tan divergentes.
La ostentación tampoco tiene cabida en la política, independientemente de los momentos de crisis aunque es en estos cuando el tema se hace aún más sangrante. Los logos muy visibles de grandes firmas de moda, los bolsos de lujo, las pieles... son grandes errores que cometen los políticos y que consiguen marcar la diferencia con sus votantes, abren la brecha demostrando que ellos pueden comprar algo que para el resto es inalcanzable. Durante los pasados años, son muchos los políticos que nos podrían servir de ejemplo para demostrar lo perjudicial que puede ser esta práctica para su credibilidad y valoración que los ciudadanos tienen de ellos. Ahí están los Vuittones de Rita Barberá, el cinturón Hermès de Zapatero, las pieles de Ana Botella o el Rólex de Cándido Méndez, por citar algunos. La moda es para los políticos un arma muy valiosa pero si la manejan torpemente puede volverse en su contra.
NO ES SOLAMENTE ROPA
La moda es una industria muy importante para la economía española pero, a pesar de ello, sigue considerándose algo superficial y demasiado trivial para que los políticos la tengan en cuenta. Prestarle atención a la moda no está bien visto, sobre todo, en los partidos de izquierda que temen ser tachados de frívolos por preocuparse por su forma de vestir. Un gran error debido a que relacionan el cuidado de la imagen y definir su estilo con el despilfarro y la ostentación de los partidos más conservadores. Huyen del uniforme conservador y caen en otro distinto pero uniforme, a fin de cuentas. La tan comentada "falta de mensaje" de los políticos no sólo se limita a sus discursos, también afecta a su manera de vestir. Cuidan su imagen pero tienen miedo a definir su estilo y esto provoca que se confundan unos con otros que es una de las peores cosas que le puede pasar a un político.
Los políticos de los nuevos partidos tienen una imagen más sencilla y personal pero han olvidado que esto no debe ser incompatible con cuidar la imagen. Una camisa sin corbata es aceptable pero no que esté arrugada o sea dos tallas más grande de lo necesario.
DIME CÓMO TE VISTES Y TE DIRÉ QUIÉN TE VOTA
Los políticos de cualquier ideología son conscientes de que el voto del ciudadano se consigue, además de con los programas y discursos, con su imagen y que ésta afecta en gran medida a su credibilidad. La manera en la que se visten busca atraer a los votantes potenciales y conseguir que puedan sentirse identificados con ellos. Además hay que tener en cuenta que mucha gente vota a la persona y no al partido.
De la pana y las coderas de Felipe González a Pablo Iglesias afirmando que compra su ropa en Alcampo, poco han cambiado las cosas. La moda en la política ha virado de un extremo a otro pasando de los sobrios trajes a medida a las camisas sin corbata y los jeans, del pelo engominado a la coleta. Los políticos del Partido Popular nos han acostumbrado a una imagen seria y muy clásica en la que dominan los trajes oscuros y las corbatas en tonos azules, aunque cada vez es más frecuente verles prescindir de la corbata y vestir camisa remangada para mostrar así mayor cercanía. Curiosamente, el líder del PSOE, Pedro Sánchez comparte con algunos populares como, por ejemplo, Alberto Fabra, esa afición por las camisas blancas sin corbata cuando la ocasión lo permite. Los partidos más jóvenes como Ciudadanos, Compromís o Podemos apuestan por una imagen muy informal alejándose de los trajes, las corbatas y apostando en cambio por jeans, pantalones chinos y camisas oscuras o a cuadros. El color morado también les gusta mucho.
En el caso de las mujeres en la política, desgraciadamente sus estilismos se observan con ojos más críticos por lo que muchas han decidido adoptar una imagen algo menos femenina con trajes de chaqueta muy sobrios para ponerse al nivel de sus colegas masculinos. En cambio, en la izquierda se permiten correr más riesgos -aunque muchas veces sea para equivocarse-, vistiendo colores más llamativos, estampados y muchas prendas de Desigual, marca fetiche de las jóvenes políticas de izquierda.
LA MODA DE LOS 'NUEVOS' POLÍTICOS
Soplan aires de renovación en la política valenciana y mientras nuestros dirigentes toman posiciones, podemos ir adaptándonos a otro tipo de cambio más simple y evidente, el de la imagen de nuestros nuevos políticos. Atrás quedaron los trajes a medida que a más de uno le dieron un disgusto y, lejos están también, tras la dimisión de Rita Barberá, el total look en rojo y las americanas oversized y con hombreras. Ahora todos esperamos ansiosos que el cambio político sea positivo pero en lo que a moda se refiere las apariciones de los nuevos gobernantes dejan mucho que desear y poco espacio a la esperanza.
Joan Ribó, el primer alcalde de Compromís en Valencia, comparte con los miembros de su partido esa imagen cercana y sencilla que le hace sentirse más cómodo a cuerpo de camisa que vistiendo traje. Especial predilección tiene nuestro nuevo alcalde por las camisas oscuras y vainilla cuando viste con traje, eso sí, siempre sin corbata. Si la ocasión es más informal y la temperatura lo permite, prefiere vestir camisas de manga corta muy coloristas, del naranja al lila pasando por un atrevido fucsia, de nuevo sin corbata, afortunadamente. Otro de sus colores fetiche a la hora de elegir camisas es el morado en cualquiera de sus gamas.
El futurible presidente de la Generalitat, el socialista Ximo Puig, es más clásico en su modo de vestir y no es raro verle con traje y corbata. Sin embargo, hay algo que no acaba de controlar y es la elección de su talla. Chaquetas grandes de hombros, puños demasiado largos, mangas anchas y el bajo del pantalón convertido en un acordeón. Son fallos comunes entre la mayor parte de políticos de izquierda que se deciden a llevar traje y acaban haciéndolo con tan poco acierto. En este ámbito la innovación es imposible, si se deciden a llevar traje deben cumplir un par de normas mínimas. Los trajes se llevan bien o no se llevan. Por último, un detalle que debería saber el President: las canas siempre dan más credibilidad que el tinte y ahora obviaré cualquier comentario malicioso sobre su fortaleza capilar.
Mónica Oltra es la actual vicepresidenta de la Generalitat y durante su primera legislatura como diputada sorprendió en el hemiciclo, en más de una ocasión, al presentarse con camisetas con mensaje, la mayor parte de ellas contra Francisco Camps y la corrupción. Ahora Mónica Oltra prefiere vestir camisas fluidas, americanas, suéters de cuello alto, camisetas de lycra y vestidos con un ligero vuelo y estampados. Una de las combinaciones preferidas de Mónica Oltra es la superposición de vestidos sin mangas -quizás algunos de Desigual- sobre camisetas de colores vivos de manga larga. El morado es uno de sus colores predilectos -habría que estudiar lo de la izquierda con el morado-. Oltra debería plantearse no ocultar su mirada sincera, tan valiosa en política, tras unas gafas cuyos cristales hacen demasiados brillos.
En la presidencia de la Mesa de Les Corts Valencianes se encuentra Francesc Colomer, del PSPV y que también se apunta al traje con camisa oscura o lila y sin corbata, aunque en su caso hay mayor control en cuanto a las tallas. Le quita sobriedad con un informal peinado en el que sus rizos se mueven con total libertad.
Por último, el representante de Valencia en Comú, Jordi Peris, cuenta con el estilismo menos ortodoxo: jeans desgastados, camisa -a ser posible en tonos crudos- sin corbata y una inseparable mariconera, complemento, por cierto, muy común entre esta nueva ola de gobernantes.
Visto que la moda sigue tan ausente en la política como siempre, solamente nos queda desear que si a los nuevos políticos les da por elegir prendas con bolsillos no sea para llenárselos, esa tendencia no sería nada novedosa.
Sigo a Greta desde tiempo en su blog, para hablar de looks mola y se le da de cine, pero para este tipo de artículos mejor que los escriba un periodista de moda que sepa mejor de lo que habla, no? Zapatero a sus zapatos... aun así me gusta el blog de Greta y soy fiel seguidora para ver tendencias.
un artículo un poco superficial, no me dice nada tras leerlo o algo muy obvio que ya sabíamos, hay que trabajar más este tipo de noticias porque los lectores luego de leer no hemos aprendido nada nuevo, me gusta Valencia Plaza pero este artículo es banal...
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.