VALENCIA. Uno piensa en nuevos tiempos.
Dos se juntan para pensar en lo que dejaremos.
Porque somos finitos y queremos lo mejor para quien venga.
Porque las artes escénicas en la Comunitat Valenciana han estado huérfanas tanto tiempo que necesitan medidas de urgencia.
Porque proponer es sinónimo de encontrar, convocar, comprometerse con el otro. Eso es lo que hemos pensado.
En estos momentos de diálogo lento, de consenso raro y que dura un segundo, de dame tú que yo te doy y luego ya no te doy y te quito esto; en estos momentos en los que los políticos de izquierdas están a solo unos centímetros de hacer el ridículo y de colapsarse y de colapsarnos. Pero también están en el momento de crear algo fuerte, capaz, potente, esperanzador... en estos momentos deben tomar el timón y pensar: a largo plazo y desde un territorio europeo. Y arreglar la casa. Y sacarnos de la UVI. Porque un sector cultural sano ayuda a conseguir un pueblo crítico, creativo, fuerte, abierto, tolerante, transigente, humano, fieramente humano.
¿Qué se encuentra el gobierno que llega estos momentos?
Durante los últimos años no hemos tenido medidas a largo plazo (ay, ese cortoplacismo!), ni referentes internacionales que nos contaminaran (en el buen sentido), además de cero pensamiento internacional, como cero ha sido la potenciación de redes locales, nacionales e internacionales, nada de interés en el I+D+i cultural, poco o ningún trabajo con la educación, con el turismo, con fondos europeos... pero sí dedazos, montajes que no salían de Almansa, marginación y automarginación. Esos últimos años son ya casi la única memoria histórica de artes escénicas que tenemos en esta ciudad, y eso es una pobre memoria histórica.
Un sector cultural se ha de pensar. Y eso lleva su tiempo. Y se ha de pensar con miras a largo plazo, atendiendo a todas sus partes, atendiendo a las partes de un cuerpo.
Las plantas de los pies como base, como lugar que sostiene el cuerpo (una Escuela de Arte Dramático que parece que no cuente para la administración, unos planes formativos que creen redes con el sector cultural público y privado).
Las piernas y las rodillas mantienen el ritmo, el desplazamiento, el movimiento hacia el futuro, hacia el mañana y mantienen la actualización, el I+D+i de las Artes escénicas (centro de creaciones contemporáneas, planes de nuevas dramaturgias, eventos sobre las nuevas tendencias, cursos, formaciones, referentes europeos contemporáneos... desierto).
Y el corazón palpita y da color y calor a todas las partes (una administración insuficiente, mínima, restringida, corta de personal que no es capaz de poner en marcha los planes de una política cultural... ¿qué planes?, ¿qué política? Administración que durante los últimos años ha sido reducida, modificada, despedida, coartada).
Y un cerebro que da las órdenes a todas las partes, que dedica el tiempo suficiente al pasado, al presente y al futuro para elegir distintos caminos, proponer vías de trabajo, apuestas, planes (unas direcciones sin rumbo, sin capacitación, sin claridad, sin políticas culturales modernas, actualizadas, potentes...).
Y ahora este cuerpo no funciona. Está en la UVI, enfermo, moribundo, cada día debe ir a diálisis a que le renueven la sangre, enfermo crónico.
Y todo eso ha venido de direcciones politizadas, no consensuadas, no públicas, no transparentes en sus capacitaciones ni en sus planes, donde no se primaba ni la creación ni el desarrollo de audiencias (tan importante!).
Además, de ayudas estancas y modalizadas que han creado repeticiones, clones, exceso de oferta, anquilosamiento.
¿Podemos revertir esa manera sistematizada de trabajar?
Debemos.
Lo primero y más importante, para el sector de las artes escénicas es escenificar un pensamiento. Es periodo de reflexión, de búsqueda de modelos (para conocerlos, no para copiarlos), de pensamiento a largo plazo, de un plan de movimiento.
Las políticas culturales (¿qué términos tan contradictorios así juntos, no?) deberían proponer, mirando hacia Europa y Iberoamérica, un desarrollo a 4 años. Un pensamiento de las artes escénicas cuya función sea crítica, educativa y social.
En este sentido habría tres ejes importantes donde ahondar e innovar para reflotar el sector escénico:
En el ámbito de las ayudas públicas (término que debería revertir en el de inversión pública, mucho más acertado), es importante desmodalizar y desprejuiciar sus procedimientos estancos. Unas ayudas que obligan a creadores, compañías y organismos a producir constantemente en un marco totalmente neoliberal, sin hacer hincapié en la reflexión, investigación y los procesos.
Viendo ejemplos de otras autonomías y/o países, las empresas, profesionales, creadores escénicos no deberían acogerse a un montaje, una gira o una exhibición, sino más bien construir su discurso a lo largo del año (o años) de producción. Esto daría mayor libertad y autonomía para fortalecer las creaciones / producciones escénicas dando como fruto propuestas mucho más potentes y expansivas.
Hay que fortalecer la creación, valorar los proyectos y no solo sus infraestructuras. Y que apoyando proyectos y sí, también, infraestructuras, se atienda a primar la proyección artística. Eso que hará que prime la singularidad del arte, de la cultura, de lo artístico.
Una inversión a largo plazo (dos, tres, cuatro años) que dote a la creación de un soporte para investigar, innovar, desarrollar sin unos plazos estancos (y en ocasiones absurdos) pero sí con un control y una exigencia de calidad en la creación.
Además, sí que habría que mantener, puntualmente, la mirada a corto plazo para eventos muy concretos y específicos.
Repensar y reformular los espacios culturales –contenedores culturales –fábricas de creación públicos para dinamizarlos y no convertirlos en cotos privados.
La función de estos espacios es dinamizar el hecho cultural en una ciudad a partir de materiales locales, nacionales e internacionales. La mixtura y mezcla de estos tres elementos son esenciales para revertir en la creación contemporánea.
Para ello se deberían crear estímulos artísticos, críticos, educativos, sociales... potenciando trabajos que aporten novedad, valor añadido, memoria y desarrollo cultural.
Además, es importante crear y potenciar la creación de redes locales, nacionales e internacionales, y evitar meros guardias urbanos del paso de compañías teatrales sin dejar un poso, una manera, una impronta. Deben tener y dar a conocer una línea de trabajo clara y continua como conocemos a los grandes espacios de creación sean de Barcelona, Berlín o Montpellier.
Para esto es importante que estos espacios públicos tenga una gestión artística —dirección artística— pública, social, moderna, innovadora. Hemos vivido muchos años del "dedazo" de turno, sin un concurso de concurrencia competitiva donde los mejores gestores ofrezcan su mirada en estos espacios.
El cargo de dirección artística de estos espacios públicos debe estar en manos de una persona/personas (equipo) que salga a partir de un concurso público para un tiempo limitado de mínimo 3 años y máximo de 5 años, como ocurre con el cargo de dirección artística del Centro Dramático Nacional o más recientemente del Teatro Español, al igual que han ocurrido en los museos IVAM o Reina Sofía, por poner algunos ejemplos.
Un tiempo por otro lado desligado de los tiempos políticos para evitar injerencias en su gestión e independencia para tomar decisiones donde prime la creatividad, la gestión eficiente y transparente.
Entendemos que a este cargo se le supondrá y se le exigirá: capacidad curricular y un plan cultural de su dirección de acceso a todo ciudadano. Este plan cultural es con el que concursará.
Así deberían ser en los espacios culturales de la Comunidad Valenciana que van desde las direcciones de los teatros públicos (Teatros Principales de Valencia, Alicante y Castellón) pasando por los teatros municipales de las diversas poblaciones del territorio, así como los contenedores culturales de toda índole sea Las Naves—Espacio de creación contemporánea, Teatro El Musical o La Rambleta en Valencia, como l'Excorxador en Elche o Las Cigarreras en Alicante, por poner algunos ejemplos destacables.
Y estos espacios deberían tener una relación fluida y de trabajo con los grandes centros nacionales que son parecidos en otras partes del Estado, propiciando acuerdos, contactos, convenios, etc.
Caminar hacia una internacionalización, virar la mirada hacia Europa como contexto.
La autarquía en la que hemos vivido no es óbice para entender que fuera de nuestras fronteras autonómicas y estatales existen muchas maneras de contaminarse y confluir con el exterior.
Por un lado es importante la creación de redes internacionales de salas, compañías, creadores y festivales. Es importante que Valencia sea un nodo europeo e internacional por el que fluya la creatividad, la innovación y la información.
Esto se puede materializar en un hecho constatable: la creación de una oficina internacional que apoye, asesore, y lidere proyectos europeos (Erasmus +, Europe Creative, Cosme, Horizonte 2020,...) conectando distintas ramas de la administración pública: Universidades, Conselleries (Cultura, Educación, Turismo, Patrimonio...), de manera que eso haga potenciar nuestras creaciones fuera de la Comunitat Valenciana.
Tal vez los ejemplos del Instituto Cervantes o Institut Ramon Llull sean los más constatables, pero creemos que hay que analizar nuestro ámbito para crear esa oficina permeable y sobre todo, operativa.
Esta oficina podría liderar el I+D+i creativo con medidas efectivas como, la potenciación de un equipo público que trabaje, innove, desarrolle, investigue sobre las audiencias y creación de públicos conectado con el sector privado; la creación de un laboratorio práctico de nuevas dramaturgias, nuevas tendencias escénicas, que posicione nuestra creación allí donde debería estar; o la creación de un laboratorio de obtención de nuevas reglas de juego: documentos sobre buenas prácticas, nuevas formas de gestión, conexiones con la ciudad, con las distintas asociaciones sociales y culturales, participación del ciudadano en el quehacer cultural y escénico.
Es importante en este ámbito internacional, contaminarnos de las artes escénicas internacionales (pero no seamos "conquistadas" como ocurrió en más de una vez en el pasado) para poder avanzar como creadores y gestores teatrales.
Finalmente, este mapa de ruta no es más de una puesta en común de dos personas que trabajan y se preocupan por el sector escénico y que creen que no debemos perder la oportunidad histórica (que no histérica) de revertir los sinsabores a los que se han visto sometidos las artes escénicas.
Esperamos que estas aportaciones les hayan interesado y por supuesto agradecemos las aportaciones de profesionales, creadores, ciudadanos activos, en pos de una industria escénica valenciana más potente, alegre y creativamente activa.
*Jacobo Pallarés
Codirector Artístico Proyecto Inestable
*Gabriel Ochoa
Director Artístico Creador.es
Falta una inversión sería en programas de creación de espectadores, porque no podemos estar dependiendo siempre de las administraciones: ellas no vienen a vernos, aquellos sí.
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