VALENCIA. Cualquier valenciano que haya cambiado de ciudad se habrá topado con la sorpresa -y la incomprensión- de no encontrar ‘un socio' con el que almorzar entre las 9 y las 12 de la mañana. De hecho, cuando en el resto del mundo se habla de almuerzo se habla de otra cosa, de ‘la comida', del lucnch, de cualquier otra cosa. Sin embargo, ahora los hosteleros, tras décadas de tradición calórica, elevan el bocadillo del 'currito', los cacaos, las olivas y el cremaet como la base de una estrategia comercial que por su cuenta supone una parte imprescindible del negocio de la mayor parte de bares valencianos.
Detrás de todo ello, las cifras: 53.305 bares, más de uno cada 100 habitantes, y según la Federación de Empresarios de Hostelería de Valencia y Provincia (FEHV) la posibilidad de "realizar entre 4 y 6 servicios extra con los almuerzos, algo que en el resto de ciudades de España no se produce". Y bares dedicados enteramente al servicio, como La Pascuala en el Cabanyal, uno de los referentes de la cultura del almuerzo que entre 1962 y 1992 solo abrió en torno a este horario laboral.
Es un caso paradigmático, donde almorzar a una semana vista es prácticamente impoible sin reserva. Allí fue este martes el acto de presentación del plan estratégico de la hostelería valenciana, sector que supone el 9% del PIB y que según su patronal genera 150.000 puestos de trabajo en la región. Tras un ejercicio de crecimiento en el ámbito laboral, con una suma del 6,2% de contratos según la Federación Española de Hostelería, la valenciana quiere ahora poner en alza la singularidad del almuerzo, como acto colectivo, laboral, familiar pero en cualquier caso tradicional.
Por ello, con todas las connotaciones de ritual social, Amstel ha apostado por generar un mapa dinámico de 2.100 locales (1.500 en Valencia, 500 en Alicante y 100 en Castellón) para localizar los mejores almuerzos de la Comunitat. Manteles, servilletas y distintivos servirán para establecer el decálogo del esmorzaret, la palabra llamada a 'manchar' esta propuesta comercial que compite con honestidad y sabor frente a los crecientes movimientos enculturados del brunch o del lunch. Para ello, además, utilizarán los hashtags para redes sociales #esmorzaret_forever y #fansdelesmorzaret. En estas plataformas la gente podrá acceder y compartir información sobre locales destacados, especialidades, fotografías...
PREMIOS CACAU D'OR
"El momento del almuerzo es siempre de distensión, tanto si se trata del ratito en que uno retoma fuerzas a media mañana, antes de seguir con el trabajo, como si lo hacemos el fin de semana, con los amigos, la peña ciclista, el grupo de moteros... Por eso es típicamente valenciano, por el carácter tan sociable que nos caracteriza" ha destacado Manuel Román, director territorial para levante de Heineken España. De ahí que hayan dado importancia a los canales online en esta iniciativa, ya que permiten a la gente comunicarse, intercambiar experiencias y crear comunidades.
"Otra de las vertientes de esta campaña es que van a invertirse 40.000€ en premios directos para quienes almuercen en los bares de la CV o contribuyan a las actividades de nuestras plataformas en redes sociales" han explicado desde la cervecera que utilizará un sistema de rascas para este objeto. Aun así, lo más destacable seguramente sea la creación de unos premios, los 'Cacau d'Or', unos galardones que reconocerán a los locales de Valencia, Castellón y Alicante que mejor representan el ritual del almuerzo, tanto por su servicio como por la calidad de sus platos y especialidades.
"El objetivo es alejarnos de la alta cocina para premiar a aquellos bares y restaurantes que mantienen viva la tradición de compartir mesa a media mañana, tomando productos de proximidad y recetas sencillas, pero fuertemente arraigadas a nuestra gastronomía" ha destacado Román. Los premios se entregarán en otoño y el jurado que los decida estará formado por críticos gastronómicos y profesionales de prestigio en la restauración.
LA FÓRMULA DE LA PASCUALA
José Vicente, el principal responsable de La Pascuala, asegura que su receta del éxito es la suma de muchos factores: "El principal es que el bocadillo esté recién hecho. Eso retrasa el tiempo entre la comanda y que llegue a la mesa un poco, pero el cliente lo entiende porque intentamos dar un servicio exquisito". Pese a lo bien que ha ido desde que en el año 2000 implantara el sistema de barra para el bocadillo (no descarten pedir medio si lo visitan), es desde 2002, diez años después de coger el relevo de sus tíos en este bar clásico dels Poblats Marítims cuando no dejó de tener las mesas reservadas. Hoy mismo ya no podríamos encontrar hueco hasta la semana que viene y los sábados son 'caros' para reservar.
Pero en el año 2000, además de la barra, llegó la carne de caballo. Otro elemento básico de la fórmula. También influye tener uno de los mejores panes del barrio, el de La Tahona del Abuelo (aunque José Vicente quere citar también la gran calidad del de Horno de San Vicente). Las cartas son plastificaciones de las que elaboraron a mano sus camareras. Los lunes son 7 trabajadoras además del matrimonio que lo regenta, pero el sábado, "que es el día más familiar y en el que la gente no tiene prisa", son 11. "No he subido los precios en todo este tiempo. Cuando haces algo bien la gente te premia por ello reconociéndotelo y ese no es el momento de cambiar, sino de aprovechar el trabajo y seguir con ello. No siento que pierda dinero, sino que dejo de ganar un poco más. No hay que querer ganar tanto en la vida", remata.
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