VALENCIA. Si como arquitecto las influencias de Santiago Calatrava son variadas, y van de Gaudí a Jorn Utzon, como escultor en sus últimas obras una figura emerge como referente, ya sea consciente o inconsciente: Andreu Alfaro. Así se puede comprobar viendo algunas de las siete esculturas monumentales creadas por el de Benimàmet que permanecerán expuestas desde el 8 de junio y hasta mediados de noviembre a lo largo de la mediana central de Park Avenue, entre las calles 52 y 55, de Nueva York. Las imágenes remiten a los trabajos más conocidos del de Godella. Es inevitable ver un cierto nexo en común.
La muestra ha sido organizada por NYC Parksy The Fund for Park Avenue, junto con la Galería Marlborough, una de las más importantes del mundo y que trabaja con artistas como el también valenciano Manolo Valdés. La exposición se presenta bajo el auspicio del comité de esculturas de The Fund for Park Avenue, y la dependencia municipal NYC Parks, que trabajan juntos para presentar una variedad de exposiciones de artistas internacionales en esta emblemática avenida. En la elección pues, priman tanto los valores artísticos como los mediáticos, y si se ha seleccionado a Calatrava es por ser una figura reconocible; para bien o para mal, pero reconocible.
El Programa Arte en los Parques de NYC Parks está en marcha desde 1967. La colaboración con organizaciones artísticas ha producido cientos de proyectos artísticos públicos en los parques de Nueva York. La presencia de Calatrava en este programa le incluye en un selecto listado, el de los artistas que han participado en el proyecto, algunos de los más famosos del mundo, y contribuye, indirectamente, a resarcirle tras la lluvia de palos mediáticos que recibió el arquitecto este pasado otoño por su Intercambiador en la Zona Cero.
Consciente de la importancia de la cita, Calatrava ha construido a escala real modelos en madera de tilo para evaluar las características estéticas y estructurales de cada una de las siete piezas, antes de convertirlas en esculturas de aluminio, acabadas en rojo, negro y plata. En estos trabajos, más allá de influencias y querencias, continúa explorando las formas expresivas y estructuras inspiradas en la naturaleza. En palabras del arquitecto, es su relación con el mundo natural la que sugiere una conexión entre el hombre y la naturaleza, "lo que implica que las esculturas sean objetos encontrados en un bosque humano", dijo.
La mayor de las esculturas, S1, tiene una longitud de 11,1 metros y una altura de 5,5 metros. Entre las siete obras de gran tamaño, dos, S2 y S3, son estructuras complejas de tensión-compresión en las que cada uno de los elementos que las componen se sostiene a través de cables muy finos, casi invisibles. La intención de Calatrava es que las esculturas "simplemente emerjan del suelo. Cada escultura cuenta con una lógica inherente que, de forma autónoma, transmite un sentido de elevación e inspiración espiritual". Con estos trabajos, Calatrava aspira a redefinir los límites que históricamente han separado las artes visuales, especialmente la escultura de la arquitectura y la ingeniería. Quiere ser el artista total. Y a ello se afana.
No es, ni mucho menos, su primera exposición. La querencia por los museos le viene de antiguo. En Valencia expuso en el IVAM pero sus trabajos artísticos también han sido exhibidos en el Metropolitan Museum de Arte de Nueva York (2005), el Museo del Hermitage, en San Petersburgo (2012), y en el Museo Vaticano (2013). Además, sus obras forman parte de numerosas colecciones públicas a nivel internacional, incluido el MOMA de Nueva York.
En la Zona Cero de Nueva York cuenta con dos proyectos, lo que le convierte en el único gran arquitecto que está desarrollando dos trabajos en la zona: por un lado el intercambiador de transportes del World Trade Center de Nueva York, que tantas críticas le ha supuesto, y por el otro la Iglesia ortodoxa griega de San Nicolás, ambos en construcción actualmente.
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