VALENCIA. Él quiere seguir. "Tengo un contrato de cuatro años y dos prorrogables", afirma. El turinés Davide Livermore, intendente del Palau de les Arts, trabaja como si no se hubiera producido cambio político. No piensa que afecte a su continuidad. De ahí que tenga previsto presentar el 3 de junio la programación de la próxima temporada. En total serán catorce montajes, explica, 13 óperas más un concierto, prácticamente el doble que en este 2014-2015, una temporada que concluirá el domingo con la última representación de Narciso en el teatro Martín y Soler.
Antes, este viernes, el pleno del Consell aprobará el cambio de estatutos que retira la obligación de exclusividad al intendente, una medida propugnada por Livermore, quien pidió que se le permitiera seguir trabajando por todo el mundo como director de escena al mismo tiempo que es intendente del teatro valenciano. Ya con las manos libres, Livermore quiere disfrutar de su libertad.
Si bien los detalles de la programación se darán a conocer la semana que viene, el turinés avanza que se incluirán dos reposiciones. Por un lado el montaje de Aída de David McVicar, coproducción del Covent Garden de Londres, el centro de artes valenciano y la Den Norske Opera de Oslo, que inauguró la temporada 2010-2011. "Creo que McVicar es un genio, es uno de los más grandes directores de escena del mundo", afirma Livermore; "me dicen que no funcionó del todo bien en el estreno pero creo que vale la pena reponerlo". Por el otro, La Bohème con la que Livermore llegó a Valencia en 2012, uno de sus mayores éxitos.
"Vamos a hacer más del doble que este año para hacer una oferta superimportante para la ciudad", repite Livermore. Una programación en la que ha sido fundamental, explica, una política agresiva de alquileres que incluye acuerdos con la ópera de Roma y con la de Salzburgo y en la que tendrán un papel destacado los dos directores musicales, Roberto Abbado y Fabio Biondi, y el director invitado, el valenciano Ramón Tebar.
Junto a estos tres maestros, Livermore asegura que quiere cerrar la presencia de Gustavo Gimeno de nuevo en Valencia, pero no para la temporada 2015-2016, sino para la 2016-2017. "El año que viene no podía porque tenía la agenda muy ocupada, pero para el siguiente sí que vamos a cerrar una fecha", garantiza.
Livermore insiste en el número de montajes programados para el año que viene. "Con el mismo dinero vamos a hacer el doble", dice, "y todo con buenos repartos", recalca, "nada de cantantes de segunda". Como ejemplo de ello cita que el tenor Gregory Kunde participará en dos de las producciones del próximo curso. El estadounidense, amigo personal, se convertirá durante los próximos años en uno de los pilares del teatro de ópera valenciano y con él cuenta para todo.
El intendente habla constantemente de futuro. De los próximos años. "Mi idea es el 3 de junio, después de haber presentado la programación, trabajar con vistas al futuro y cerrar la de los próximos tres años. Funcionando así es como se puede conseguir buenos montajes", dice.
En su lista de deberes hay también un nombre propio: el valenciano Martín y Soler que da nombre a uno de los cuatro espacios musicales del Palau de les Arts. Quiere programarlo con continuidad. Su idea pasa por acudir a los teatros donde desarrolló parte de su carrera, como son los de Viena, San Petersburgo o Turín, enumera, y obtener de ellos partituras y materiales. Así explica que en su ciudad natal ha encontrado una maqueta de "una de las tres óperas que estrenó allí".
Otra de sus líneas de trabajo serán las representaciones semiescenificadas en el Auditorio Superior. Tras la experiencia este año de El castillo de Barbazul que supuso el debut en Valencia de Henrik Nánási, el intendente del Palau de les Arts anuncia más montajes en esa línea, con videoproyecciones que ilustran la obra que se interpreta mientras el reparto canta de pie como si fuera un recital. "Es un tipo de trabajos que puede funcionar bien y que nos dio esta temporada muy buen resultado", defiende.
El turinés repite una y otra vez que él cree en el "teatro público", que quiere "acercar al último chico del último barrio" la ópera, "que se sienta aquí como en casa". "Vengo del teatro público; es lo que hago en Turín. Yo creo en ello", apunta. Pero piensa que para conseguir ultimar su proyecto debe vencer antes una oposición, la de los propios valencianos. "El Palau de les Arts es una casa preciosa para todo el mundo pero los valencianos...", dice sin concluir la frase.Dentro de ese concepto de teatro próximo a la gente, Livermore desmiente la fama de elitismo que ha rodeado al complejo valenciano. "La Cultura no tiene élites; la Cultura sólo tiene belleza", sentencia. Una idea que quiere que se convierta en su leit motiv.
Mis mejores deseos para Livermore y ojala se puedan cumplir sus planes. En mi opinión, creo que Les Arts entrará en una nueva dinámica de trabajo que va a terminar por enterrar el magnífico trabajo que comenzó Helga y que intenta continuar Livermore. Ojala me equivoque , nada me alegraría mas.
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