VALENCIA. Nadie le sitúa en la misma categoría que David Simon (The Wire, Treme), Matthew Weiner (Mad Men), David Chase (The Sopranos) o Alan Ball (A dos metros bajo tierra y, ejem, True Blood), probablemente porque en lugar de trabajar para canales tan cool como HBO o AMC siempre ha estado relacionado con FOX, pero no se puede negar que Ryan Murphy es otro de los nombres clave a la hora de evaluar el auge creciente que ha experimentado la afición a las series de televisión en los últimos años. Una fiebre que ha llevado a algunos eufóricos analistas al extremo de asegurar que el mejor cine actual se hace en la pequeña pantalla, boutade sin fundamento alguno propiciada por la incuestionable calidad de un buen número de producciones televisivas contemporáneas.
La nueva criatura de Murphy se titula Scream Queens, empezará a emitirse en FOX después del verano y su tráiler alcanzó más de dos millones y medio de visualizaciones en una semana. Y es que si algo sabe el productor, guionista y director es cómo lograr un gran éxito televisivo. Lo demostró con Nip/Tuck (2003-2010), la serie que le dio a conocer y que rompió moldes en el mercado catódico, adoptando un estilo inequívocamente cinematográfico y convirtiendo una soap opera de alto standing en un catálogo de vicios y perversiones de la sociedad acomodada estadounidense. Incesto, bondage, lactancia erótica, bisexualidad, aborto, drogadicción, pedofilia, sectas religiosas o zoofilia son algunos de los temas que abordó a lo largo de seis memorables temporadas protagonizadas por dos famosos cirujanos plásticos.
Cuando Nip/Tuck daba sus últimos coletazos, puso en marcha su siguiente serie, una comedia musical titulada Glee que ha prolongado sus emisiones durante seis años, hasta el pasado mes de marzo. Las críticas fueron desiguales, pero la respuesta del público resultó abrumadora. De hecho, dio pie a una olvidable película (Glee: The 3D Concert Movie, Kevin Tancharoen y Jennifer Arnold, 2011) y actualmente sigue en marcha The Glee Project, un reality show nacido como spin-off de la serie que se estrenó en 2011.
Quizá envalentonado por sus éxitos televisivos, Murphy también ha probado suerte en el cine. Primero, con Recortes de mi vida (Running with Scissors, 2006), una comedia dramática que pasó sin pena ni gloria, y posteriormente con Come Reza Ama (Eat Pray Love, 2010), una edulcorada historia de amor con Julia Roberts y Javier Bardem que fue masacrada por la prensa, pero recaudó doscientos millones de dólares. Sin embargo, con lo que no hubo dudas fue con su siguiente proyecto televisivo: American Horror Story, una serie de terror estrenada en 2011 a base de temporadas autoconclusivas (de momento, lleva cinco) que explora el lado oscuro de la sociedad estadounidense recurriendo a elementos de género conectados con el gótico americano. Con la serie aún en marcha, ha rodado el episodio piloto de Scream Queens.
La idea es mezclar terror y comedia recurriendo al mayor número de tópicos posibles. Un auténtico festín para el aficionado sin prejuicios, que puede prepararse para disfrutar de una primera temporada ambientada en una hermandad universitaria femenina situada en un campus de Nueva Orleans, donde no tardan en a sucederse los asesinatos, al parecer relacionados con sucesos terribles acaecidos veinte años atrás. En el reparto aparece el habitual desfile de promesas, como Emma Roberts (sobrina de Julia Roberts), pero sobre todo destaca la actriz que encarna a la decana del centro: La veterana Jaime Lee Curtis. Su presencia y el título escogido demuestran que Murhpy tiene muy claro lo que busca: Rendir homenaje a las reinas del grito del cine de terror.
LIGERAS DE ROPA, CHILLONAS Y A PUNTO DE MORIR
Porque el término scream queen no lo ha inventado Ryan Murphy, ni mucho menos. Las reinas del grito, esas mujeres en apuros que chillan en busca de ayuda en todo film de género que se precie, existen casi desde la aparición del cine sonoro. Una de las primeras fue Fay Wray, protagonista de películas como Doctor X (Michael Curtiz, 1932), King Kong (Merian C. Cooper y Ernest B. Shoedsack, 1933), Sombras trágicas, ¿vampiros? (The Vampire Bat, Frank Strayer, 1933) o Los crímenes del museo (Mystery of the Wax Museum, Michael Curtiz, 1933), entre otras. Tras ella llegarían la Simone Simon de La mujer pantera (Cat People, Jacques Tourneur, 1943) o la Janet Leigh de Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960), pero la primer gran reina del grito fue Jaime Lee Curtis, inolvidable en La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978).
Icono absoluto de la mujer amenazada o en peligro de muerte, Curtis afianzaría su reinado en títulos como La niebla (The Fog, John Carpenter, 1980), El tren del terror (Terror Train, Roger Spottiswoode, 1980), Halloween II (Rick Rosenthal, 1981) o Prom Night (Paul Lynch, 1980), y serviría de modelo a la avalancha de scream queens que reinaría en el cine de bajo presupuesto a partir de mediados de los ochenta y, sobre todo, en los noventa, en la auténtica edad dorada de las reinas del grito, aunque ninguna de ellas gozara nunca de fama en la órbita del cine mainstream y su reconocimiento se circunscribiera a los fans del terror y los adictos a la serie B ( y Z). Más que suficiente para que, durante la citada década de los noventa, comenzaran a editarse varias publicaciones en Estados Unidos dedicadas exclusivamente a ellas, como Draculina, Scream Queens Illustrated o Femme Fatales.
Sus páginas estaban llenas de actrices dispuestas a quitarse la ropa a las primeras de cambio (alguna, incluso, participó en films softcore), empuñar la motosierra frente al monstruo de turno o correr como posesas entre lápidas huyendo del clásico psicópata con ganas de rebanarla en pedazos. Quizá sus nombres no pasarán a la historia, pero tienen legiones de seguidores en círculos de culto. Es el caso de Linnea Quigley, que llego a publicar su biografía en 1991: The Linnea Quigley Bio & Chainsaw Book. En él relata sus peripecias en películas como El regreso de los muertos vivientes (The Return of the Living Dead, Dan O'Bannon, 1985), Creepozoides (Creepozoids, David DeCoteau, 1987) o Hollywood Chainsaw Hookers (Fred Olen Ray, 1988). Ya no es una jovenzuela (nació en 1958), pero a seguido explotando su condición de reina del grito en películas como la reciente 3 Scream Queens (David DeCoteau, 2014).
En la película la secundan las otras dos grandes estrellas del subgénero: Brinke Stevens y Michelle Bauer. Un trío explosivo que hizo las delicias de los adictos al terror de barraca de feria en los tiempos del video VHS, y cuya estela siguieron otras muchas aspirantes hoy completamente olvidadas, como Monique Gabrielle, Melissa Anne Moore, Mindy Clarke, Becky LeBeau o Jewel Shepard, que además escribió el libro Invasion of the B-Girls (1992), donde entrevistaba a muchas compañeras de generación y a pioneras del grito angustiado como Martine Beswick, Haji, Caroline Munro o Yvette Vickers.
Los títulos que han rendido tributo a su particular contribución a la mitomanía genérica son incontables, desde Scream Queen Hot Tub Party (Fred Olen Ray y Jim Wynorsky, 1991) a Scream Queen (Tatiana Bliss, 2003), pasando por un reality show de dos temporadas (2008 y 2010) y también titulado Scream Queens, en el que diez actrices desconocidas competían por un papel en una película de terror producida por Lionsgate Films. El detalle por parte de Ryan Murphy le distingue como conocedor de delicatessen subterráneas, al tiempo que demuestra su buen olfato: Si después de tanto tiempo siguen existiendo las reinas del grito, es porque mantienen el tirón entre el público. Y si, como parece, la serie opta por un planteamiento irónico y autorreferencial, por otra parte inevitable después de que Wes Craven destripara las claves del género en 1996 con la estupenda Scream, la juerga está garantizada.
Actualmente no hay comentarios para esta noticia.
Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.