VALENCIA. Decía Ernesto Sábato, o al menos se le atribuye la frase, que "un milagro que se repite no es un milagro". Por lo visto, algo así le ha pasado al director Oren Peli que, en 2007, consiguió el título de ‘joven promesa' con Paranormal Activity. Pero, cuando intentó reeditar el éxito, acabó firmando una de las películas más gafadas de las últimas décadas.
Con un presupuesto de apenas 15.000 dólares, Paranormal Activity logró facturar en todo el mundo más de 200 millones de dólares. Eso, sin contar lo que debieron generar las tres secuelas que siguieron (la cuarta, The Ghost Dimension, está en camino) y un remake que se rodó en Japón. Con su éxito bajo el brazo, Peli tenía todas las papeletas para ser el chico de moda.
Si la petas así en taquilla, lo normal es que los grandes estudios se te rifen. Le pasó a Gareth Edwards con Monsters (2010), al que le pusieron en bandeja Godzilla (2014). También a Rodrigo Cortés con Enterrado (2010), a quien le permitieron incluso contar con Sigourney Weaver y Robert de Niro en su siguiente producción, Luces Rojas (2012). Pero Peli, no se ha comido ni un colín.
Como productor, es cierto, no le ha dio mal. Ha estado detrás la exitosa trilogía Insidious (las dos primeras dirigidas por James Wan, el de la saga Saw), The Lords of Salem (Rob Zombie, 2012) o The Bay (Barry Levinson, 2012). Con un currículum así, lo normal es tener que ir rechazando ofertas. Pues no, su -por el momento- segunda y última película es uno de los grandes fiascos de los últimos años.
Para Área 51, además, tenía a su lado en las labores de producción a otra máquina de hacer dinero: Jason Blum, un tipo que también ha participado en las anteriormente citadas, además de otras como Whiplash (2014) o las dos (pronto tres) de The Purge. ¿Qué podía salir mal?
MÁS DE LO MISMO... COMO SI FUERA UN PROBLEMA
El problema, y aquí en donde encaja Sábato, es que Área 51 era tan parecida a Paranormal Activity que nadie quiso saber nada de ella desde el principio. En lugar de fantasmas, marcianos que parecen fantasmas en plan El enigma de otro mundo (1951), esa joya de Christian Nyby y Howard Hawks. Se esperaba más de él.
La historia va de tres aficionados a los ovnis que se adentran en la famosa Área 51, una base secreta del Gobierno americana cuya existencia oficial no fue reconocida hasta 2003. Allí, se supone, la CIA guarda en una nevera al marciano que se estrelló en Roswell en 1947 y un montón de tecnología extraterrestre. Una vez dentro, los protagonistas se ven acosados por una misteriosa fuerza.
Lo novedoso (aunque ya no lo era ni cuando empezó la pre-producción) es que está rodada en plan La maldición de la bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999). El famoso found footage que dicen los que saben.
Por fin, el pasado 15 de mayo, la película llegó -¡por fin!- a las pantallas americanas, pero de tapadillo y solo en algunos cines de Texas. De hecho, a la vez se podía ver en pay per view. Teniendo en cuenta que costó 5 millones de dólares, se esperaba algo más de entusiasmo por parte de la productora aunque solo sea para recuperar la inversión. Ya puede ser mala, pero seguro que no es peor que Ouija (Stiles White, 2014), que recaudó 100 millones de dólares y está a la espera de su primera secuela.
SEIS AÑOS EN UN CAJÓN
Ni siquiera que Christopher Denham (Shutter Island, Argo) firmara el guión sirvió para convencer a los distribuidores. A decir de las críticas, la película es bastante mala, pero eso no explica tanto tiempo durmiendo el sueño de los justos. De hecho Paramount es la productora que está detrás de esta y de la saga Paranormal Activity, así que rechazar Área 51 con la excusa de que Peli se repetía más que el ajoaceite tampoco tiene mucho sentido.
Así, la historia de la película es la de un fracaso pero que llegue a los espectadores, aunque sea de esa manera, casi se puede considerar un final feliz. Para hacerse una idea, se acabó de rodar en 2009 y, hasta el pasado 23 de abril, ni siquiera tenía fecha de estreno. En España no es que no tenga, es que es probable que se lance directamente al mercado doméstico (o un fin de semana de eso que hay que rellenar).
Decir que se acabó de filmar en 2009 es, quizás, algo exagerado. A saber qué queda de aquella primera versión que tenía que haberse estrenado en 2010. De hecho, en 2011 fue cuando se incorporó Denham para reescribir parte del guión y como, por lo visto, todavía no había quien lo salvara, se pasaron hasta 2013 volviendo a rodar algunas escenas. El cachondeo con tanto retraso era tal que, ese año, Slashfilms publicó entonces, un artículo titulado "Área 51¡Existe!".
¿Será el final de Peli como director? Es difícil decirlo, pero si es cierto el adagio de que un director vale tanto como la recaudación de su última película, con suerte se va a dedicar a la publicidad. O le tocará refugiarse en la producción donde sí ha demostrado saber de qué va el negocio, aunque de momento no tiene ningún proyecto en cartera.
Lo peor de todo es que la mítica Área 51, la meca de la conspiranoia, merece una película mejor. También pinchó en hueso Steve Spielberg con Indiana Jones y el reino de la Calavera de Cristal (2008). ¿Será que ‘los que mueven los hilos' traman algo?
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