MADRID (EP). Los temblores tienen múltiples causas que pueden encontrarse en enfermedades neurológicas como el Parkinson, fármacos, enfermedades sistémicas como la esclerosis múltiple, metabólicas como el hipertiroidismo o polineuropatías y enfermedades psiquiátricas.
Según explica el doctor José Matías Arbelo, coordinador del Grupo de estudio de Trastornos del movimiento de la Sociedad Española de Neurología, un temblor es un movimiento oscilatorio involuntario ejecutado de forma rítmica por alguna parte del cuerpo. El problema es que interfiera con las funciones motoras y dificulte que el paciente ejecute movimientos con precisión y puede ocasionar incapacidad.
¿QUÉ ES UN TEMBLOR?
El temblor es el trastorno del movimiento más frecuente, con una incidencia de unos 600 pacientes por cada 100.000 habitantes y año que supone una prevalencia del 6,3% en la población. En el caso sólo del Parkinson esta incidencia anual es de 17,4/100.000, lo que supone una prevalencia del 1% al 2% en el grupo de población de entre los 50 y los 60 años.
El temblor esencial es el más frecuente entre los diferentes tipos de temblores. Se produce por alteraciones específicas en el cerebelo, que es donde se genera el trastorno del temblor esencial. A partir de los 65 años, el 14% de esta población puede presentar temblor esencial y a mayor edad mayor es su incidencia.
No se debe confundir el temblor esencial con la enfermedad de Parkinson, aunque puede existir una progresión ya que los pacientes con temblor esencial tienen más predisposición al Parkinson. Existen también otros tipos de temblores bien delimitados y distintos al esencial y al asociado a la enfermedad del Parkinson, como el de las tareas específicas (escribir o utilizar un destornillador) o el que se presenta en posición de pie (ortostático).
El temblor esencial puede presentarse en dos formas, por un lado puede ser esporádico y se desconoce su causa u origen y por otro, la más común, como una condición hereditaria autosómica dominante, lo que supone que de cuatro hijos, dos de ellos podrían desarrollar el trastorno. Existen cuatro localizaciones genéticas identificadas en 4 cromosomas asociados con el temblor esencial: 5q, 3q, 2p y 6p.
DETERMINAR SU FRECUENCIA Y MORFOLOGÍA
Se sabe que en el desarrollo del temblor existen alteraciones en los circuitos neurológicos del cerebro responsables del equilibrio entre los impulsos inhibitorios y excitatorios que permiten la ejecución de los movimientos con precisión.
En el caso del Parkinson son los ganglios basales los afectados y en el temblor esencial el cerebelo y el tronco cerebral. "Todos podemos padecer un temblor mínimo pero el problema está en que cuando este temblor es exagerado se vuelve patológico", señala el doctor Arbelo, coordinador de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria.
Cuando para su diagnóstico además de la exploración física se necesitan realizar pruebas complementarias se emplean pruebas electrofisiológicas para determinar la frecuencia y morfología del temblor, se trata de la electromiografía y el acelerómetro. La llamada prueba de alcohol supone que el paciente refiere que los síntomas se atenúan cuando toma una bebida con alcohol, dado que éste lo mejora.
El temblor esencial es más rápido que el de la enfermedad de Parkinson y además este último produce temblor en reposo, mientras que el esencial se desencadena por una contracción, que está implicada en todo movimiento, por ello se denomina temblor de acción.
Así, el temblor esencial aparece asociado a una postura, un movimiento isométrico como coger un peso o apoyar con fuerza en una mesa la mano, o bien al realizar un movimiento (temblor cinético). Además, este tipo de temblor afecta principalmente a la cabeza y a las dos manos.
TEMBLOR: UN TRASTORNO QUE NO DEGENERA
Los temblores se clasifican según su forma de presentación si son un temblor de acción y de qué tipo y también a qué parte del cuerpo afectan. Si es un temblor fijo y continuo que afecta a las extremidades superiores y a la cabeza, suele tratarse de un temblor esencial.
Existen fármacos que mejoran el temblor esencial y que pueden incluso controlarlo por completo, son los betabloqueantes, la primidona o la toxina botulínica, pero si no existe la respuesta esperada con el tratamiento farmacológico y no hay contraindicaciones se opta por la intervención quirúrgica, a la que también se llega si el temblor es incapacitante.
La operación consiste en colocar un neuroestimulador en una parte del cerebro denominada tálamo y en concreto en su núcleo ventralis intermedio (o VIM, según la terminología médica), que consigue controlar el temblor hasta incluso dejar asintomático al paciente.
El temblor esencial no es un trastorno neurodegenerativo por lo que no progresa o lo hace de forma muy lenta y no afecta a la esperanza de vida del paciente, que puede llegar a controlarlo además mediante recursos adaptativos que mejoran su calidad de vida.
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