MADRID (EP). Las altas temperaturas del verano son el motivo de muchas visitas a urgencias, pero aunque lo principal es mantener la calma cuando se presenta un incidente clínico inesperado, la hipertermia y la afectación neurológica marcan la diferencia en las patologías por calor.
Según explica el doctor Francisco Javier Alonso, coordinador del Grupo de Trabajo de Hipertensión Arterial de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), los síncopes benignos pueden ser más comunes en verano dado que el calor ocasiona cifras de tensión más bajas, vasodilatación y se produce una mayor sudoración y pérdida de líquidos lo que puede hacer que llegue menos sangre al cerebro.
El síncope es una entidad muy prevalente, que es causa frecuente de consulta médica, tanto en atención primaria como en los servicios de urgencias. Si bien en la mayoría de los casos se debe a un mecanismo reflejo, que tiene buen pronóstico, en determinados pacientes se puede presentar en forma de crisis muy recurrentes que afectan gravemente a su calidad de vida.
SÍNCOPE: CAUSAS CARDÍACAS
Entre el 6% y el 30% de los pacientes, en función de la edad y el contexto en que se analicen, presentan un síncope debido a una causa cardiaca, que a veces es la primera manifestación de su enfermedad y puede ser un marcador de mal pronóstico, con riesgo de muerte súbita.
Aunque el golpe de calor puede dar lugar a un cuadro parecido al del síncope hay que tener en cuenta varios aspectos que los diferencian de forma clara. El golpe de calor supone un aumento de la temperatura corporal (hipertermia), existe una afectación neurológica, tiene un inicio más progresivo y la recuperación es más lenta.
¿QUÉ HACER ANTE UN GOLPE DE CALOR?
El golpe de calor supone un cuadro que puede llevar a la confusión a la persona, a situaciones de precoma y según su intensidad podría poner en peligro la vida, sobre todo si existe una patología cardiovascular o neurológica. Las alteraciones del nivel de conciencia tienen como rasgo más característico el estupor profundo (reacción al dolor) y otras manifestaciones más leves como alteraciones del comportamiento, confusión o delirio.
Las primeras medidas de actuación ante un síncope o golpe de calor cuando la temperatura ambiental es elevada conllevan trasladar a la persona a un sitio fresco y tratar de que ésta reponga líquidos.
Cuando se trata de un síncope hay que tumbar a la persona, levantar sus extremidades inferiores para que el flujo sanguíneo llegue a la cabeza y acompañarla hasta que se recupere, apunta el doctor Alonso. Se recomienda siempre acudir al centro de salud para identificar las posibles causas.
El doctor Francisco J. Fonseca del Pozo, coordinador del Grupo de Trabajo de Urgencias de Semergen indica que tras estas primeras medidas, en el caso de golpe de calor se debe desvestir a la persona como medida inicial para bajar la temperatura corporal (el objetivo primordial del tratamiento también posterior) y, a pesar de la fiebre elevada, no hay que proporcionarle antitérmicos, en especial los antiinflamatorios, y trasladarla a los servicios de urgencias.
OTRAS PATOLOGÍAS POR CALOR
Hay otros términos que se deben tener en cuenta hablando de patologías por calor. Entre ellos, el doctor Fonseca del Pozo señala los siguientes:
* Ola de calor: tres o más días consecutivos durante los cuales la temperatura ambiental es superior a 32,3 grados centígrados.
* Calambres por calor: forma más leve y temprana de lesión por calor. En estos casos se presentan calambres musculares intermitentes de las extremidades tras el ejercicio con elevación mínima de la temperatura corporal. Suele producirse en individuos jóvenes, sanos y en los que los calambres están en relación con la hiperventilación, alcalosis respiratoria secundaria y los niveles de sodio intracelular.
* Agotamiento por calor: quizás el más frecuente de los síndromes por hipertermia ambiental. Sus síntomas son debilidad, fatiga, cefalea, confusión, cuadros vegetativos y anorexia en jóvenes tras ejercicio o ancianos con reserva cardíaca limitada. La anorexia en jóvenes tras ejercicio o ancianos con reserva cardíaca limitada. La temperatura suele ser menor de 38 grados centígrados y predomina la disminución de agua y sal en el cuerpo.
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