VALENCIA. El pasado 7 de mayo la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana estrenaba un formato de conversación colectiva (Cuadrilátero Forum) en el que quiere tratar algunos de los aspectos que más preocupan a sus asociados, pero también a aquellos agentes productivos y estudiantes que rodean a la profesión. En esta organización, a la cual algunos de sus asociados le han achacado históricamente no ser colegio oficial por el peso de los mismos en la relación con las administraciones (especialmente la autonómica), se incluyen profesionales del diseño gráfico, de producto, pero también agencias de publicidad e ilustradores.
En esa amalgama, "con la excusa de la crisis se ha ido aceptando que dejemos de cobrar por algunos aspectos de nuestro trabajo", apunta Carlos Ortín, dibujante, diseñador, presidente de la Asociación Profesional de Ilustradores Valencianos y ahora docente en ESAT Valencia. A la conversación se sumaron algunas decenas de profesionales y también estudiantes de diseño, entre otros el diseñador y divulgador Xavi Calvo quien a través de artículos e incluso reuniones con instituciones locales, como el Ayuntamiento de Valencia, ha tratado de combatir la ‘lacra' de los concursos de diseño.
De hecho, el propio Calvo expuso cómo la ADCV creó un modelo de participación a concurso que fue recogido por Ortín como una propuesta válida y a impulsar desde APIV. Esta fórmula propone que "las instituciones hagan un concurso público en la que los participantes envíen su portfolio y una carta ex profeso para incentivar ser seleccionados para el objeto del mismo. Los profesionales de esa administración, evaluando los portfolios, el nivel de los profesionales que se presentan y los criterios que en cada caso sean necesarios, eligen al diseñador, estudio o agencia y este acomete el proyecto", apunta Calvo.
De esta forma lo que se evita es la habitual presentación a ‘concursos de diseño', de los que por una unanimidad los diseñadores presentes y otros profesionales -especialmente los vinculados a las agencias de publicidad- aseguraron estar en desacuerdo, pero de los que no pocos participan activamente. En este sentido los profesionales más jóvenes presentes y algunos estudiantes apuntaron las ideas clave de por qué es inevitable que suceda esta colisión entre el mundo profesional y la gratuidad, ya que describieron como trabajando sin remuneración habían conseguido la confianza de algunos clientes que ahora tenían en cartera.
No obstante, en este punto se enzarzó el debate ya que Calvo, por ejemplo, recordó que en esa disputa por conseguir un proyecto o un cliente "otros se quedan sin el proyecto. Compran creatividad al peso y convierten el trabajo en una subasta". Aun así, los diseñadores aceptaron que durante los años de la crisis se ha generado una brecha notable en la que aquellos que hasta aproximadamente antes de 2010 ya tenían clientes y una base de trabajo han podido, no sin esfuerzo, continuar a partir de ese primer escenario de fidelidad con clientes y evolución constante, mientras que una generación de profesionales se ha quedado especialmente descolgada sin esas primeras posibilidades laborales, ya fuera por cuenta ajena o propia.
En el sentido de por cuenta ajena no faltó en el debate la reflexión colectiva de los profesionales de las industrias creativas -no solo del diseño- que estructuran sus empresas en una base de becarios. Aunque profesionales como Ibán Ramón señalaron que esa realidad provoca que "asistamos a soluciones profesionales mediocres que no cumplen los mínimos criterios de diseño posibles", otros profesionales aseguraron desconocer "cómo" funcionan esas empresas ya que consideran que el tiempo invertido en la formación del becario es la base de la relación con esta figura dentro de la empresa y difícilmente se podrían llevar a cabo proyectos.
Pero otros de los invitados a la conversación ampliaban la reflexión más allá del mundo del diseño. Armand Llácer, gestor cultural y vinculado al mundo del arte y la música, trabajó durante años en la administración vinculado al mundo de la cultura. Ahora, unido a diferentes asociaciones de estos ámbitos, animó a los diseñadores y al resto de colectivos presentes a reunirse más para elaborar "una carta de mínimos profesionales" que debería ser defendida por las administraciones. De hecho, en la conversión se apuntó mucho a que es precisamente la administración la primera en incumplir las normas de un comercio justo a partir de los trabajos creativos y derivados de la cultura.
LA CULTURA Y EL TRABAJO GRATUITO: TESTIMONIOS
Como apuntaba Ortín al inicio de la conversación de la pasada semana en Las Naves, lo cierto es que es esencial diferencia entre qué es trabajo gratuito y qué no lo es. Por ejemplo, profesionales preguntados al respecto por ValenciaPlaza.com como la pintora Paula Bonet, el arquitecto Ramón Esteve o el músico Jorge Martí, cantante y guitarra de La Habitación Roja, enumeraron expresamente cada uno de los proyectos solidarios a los que habían accedido a contribuir, entendiéndolos como un trabajo no remunerado.
Por otro lado, profesionales como Adrián Salvador -diseñador de moda de la marca Siemprevivas- o Héctor Pozuelo, fotógrafo de moda, entendían el trabajo gratuito como una labor realizada en el inicio de sus carreras como "una inversión". Ellos dos aseguraban haberlo hecho para firmas importantes de su sector, aspecto del que difiere especialmente el ilustrador Jorge Lawerta: "lo que sé es que no trabajaría gratis para Nike. Es un ejemplo extremo, pero hay que tener en cuenta que una empresa que tiene sus trabajadores y sus beneficios no te puede no pagar cuando detrás de esa relación la compañía tiene un rédito comercial, sea el que sea".
En este sentido, el diseñador Ibán Ramón insistía en que "lo que es infinitamente más perjudicial que trabajar gratis es cobrar poco". En este sentido, muchos diseñadores se sumaron a la frase asegurando que lo que no se puede esperar de los clientes que tratan de resolver un objetivo con un presupuesto inferior al habitual es que luego, por un proyecto igual o similar, el mismo proveedor pretenda cobrarles más.
En este sentido se pronunció Jorge Pérez, músico conocido como Tórtel y ahora también en la formación Coleccionistas: "muchas veces me he encontrado con la propuesta de actuar gratis o por poco, con la promesa de fondo de hacerlo por mucho más pasado un tiempo. Los profesionales de la música no pasan de no cobrar nada a cobrar una millonada y actuar ante miles de personas de la noche a la mañana. No funciona así y por eso cuando he actuado gratis lo he hecho por otros motivos, pero no esperando ningún rédito de público o comercial inmediato".
Ley Dj, una de las referentes dentro del mundo de los disckjoyes a nivel nacional, aseguraba que aunque no era habitual que actuara gratis, la realidad es que puede hacerlo "cuando hay una contraprestación, por ejemplo en marketing, pero que puee ser cuantificada en una cantidad importante". Otros músicos consultados por este diario digital, como Borja Mompó, también apuntaban a la idea de "inversión en tiempo" pero también por la búsqueda de "difusión cuando verdaderamente no te conoce nadie todavía".
Los fotoperiodistas Eva Mañez y Biel Aliño afirmaron trabajar habitualmente de forma gratuita, aunque siempre de forma significada. También por motivos de difusión, Mañez asegura que "lo único" que exige cuando colabora con alguna organización para darle visibilidad "es que el trabajo esté bien tratado, expuesto y respetado". Aliño, por su parte, hacía un símil particular con los ya citados concursos de diseño con el trabajo para agencias internacionales: "acudes a un evento y haces fotografías hasta para tres clientes distintos. Una vez las tienes intentas venderlas, pero puedes no vender nada. Y es más, una vez vendidas, tampoco el cobro es precisamente inmediato porque esas agencias también dependen de que sus clientes (otros medios de comunicación) las compren...".
La situación es similar, en este caso, con los royalites de los diseñadores de producto. Un aspecto que en la charla parecía haberse aceptado que por parte de algunos profesionales es la única remuneración posible, especialmente por parte de los jóvenes. El diseñador industrial Borja García asegura no haber trabajado completamente gratis nunca, "aunque sí lo he podido hacer para algún proyecto familiar o cercano por menos dinero". El aspecto de la familia y los amigos también es otro de los más extendidos, aunque en esta vía creativa a la que casi todos los profesionales hacían referencia, Calvo apuntó que desde Estudio Menta la única exigencia es "libertad total. Y recientemente hemos tenido un caso que ha acabado como el rosario de la aurora".
Periodistas como Álvaro González, miembro de Jot Down y CulturPlaza.com, también remitía a algo que hizo en los inicios y aludía a los pagos ‘en especias' a los que el también comunicador Jesús Terrés (Condé Nast Traveler, Vanity Fair, GQ, Plaza) ha acudido en algún caso, aunque ambos de manera marginal. En el mundo audiovisual, las actrices Olga Alamán e Iris Lezcano reconocieron que es algo habitual en su profesión, especialmente vinculado a los cortometrajes con los que siguen haciendo su particular book. Más allá de aportaciones benéficas, lo que ambas ponen en duda es la relación de su profesión con la periodicidad de cobros, ya que a veces, en proyectos de gran envergadura para televisión, han cobrado con más de un año de retraso, algo que ambas convienen en aceptar como una anormalidad aceptada.
LOS CONCURSOS, UNA REFLEXIÓN
De entre los 30 testimonios recabados (también de la diseñadora Ada Diez, el músico Pablo Maronda o el fotógrafo Carles Rodrigo) para nutrir la conversación propuesta por la ADCV, uno de ellos atacaba frontalmente el problema de raíz de los concursos de diseño. El diseñador Mac Diego, consultado por ValenciaPlaza.com, señalaba no haberse presentado nunca a un concurso salvo que un cliente de mucha confianza y relación profesional se lo pidiera ex profeso. Él considera el concurso de diseño "significa vender ideas a un precio por debajo de su coste y contra elementos que desconoces, como amiguismo, presupuestos, ‘enchufaos', o la simple idea de que el azar premie con una mejor idea a un peor estudio".
ALGUNA CONCLUSIÓN
Más allá del propio rédito en ideas para la ADCV, lo que los profesionales parecieron asegurar en un sentido general acerca de las consecuencias del trabajo gratuito es que precisamente este tipo de reuniones ayuda a que no se tolere una desprotección de los profesionales en el ámbito. Sobre todo, a incentivar a la organización a exigir a partir de las instituciones una serie de mínimos y a alcanzar en un sentido autonómico o estatal la Ley de Contratos Públicos, para proteger las condiciones más básicas que en prácticamente cualquier otro ámbito profesional no son puestas en duda (desde la cotización al reconocimiento social de la actividad).
"Para quién" quedó claro que era uno de los aspectos importantes y a tener en cuenta por parte de los creativos y artistas a la hora de acometer, aceptar o difundir su trabajo sin remuneración. La propia situación semántica del "trabajo gratuito" se señaló como importante para definir y tener una relación saludable con aquellas colaboraciones que, por otro lado, los profesionales creativos son a menudo más sensibles de acometer, ofrecen soluciones de visibilidad y difícilmente se pueden separar un sentido estricto de su actividad general.
El formato Cuadrilátero Forum volverá en las próximas semanas con el siguiente debate, "Instituciones públicas, imagen de la Comunitat Valenciana" en Las Naves.
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