VALENCIA. Que si Beniyork. Que si la estampa viva del movimiento kitch en la última España. Que si, como dijo el sociólogo José Miguel Iribas, se trata de una construcción tal perfecta como una coca-cola de litro ("no hay duda de que aquello que esperabas encontrarte lo tendrás. No genera ninguna expectativa por encima de sus posibilidades. No defrauda, es el productoperfecto", me introduce Evarist Caselles). La ciudad que aupada por el marco teórico de los evangelistas Lefevre, Gaviria, Iribas o Mira aspira a ser Patrimonio de la Humanidad, cómo si le hiciera falta...
Bienvenidos a Benidorm. Quítense los prejuicios de los bolsillos y pasen.
María Moldes, gallega, obsesionada con cómo envejece (de bien o de mal, según se mire) nuestra sociedad arrimada al litoral este, fotografió Benidorm con su teléfono durante meses hasta completar su última exposición, Imágenes de la vida radioactiva. María pide un traslado al paseo de Levante, playa infalible, el show sobre la arena. "En poco espacio conviven unos jubilados británicos, con unos de Albacete, junto a una despedida de soltero. Hay una imagen que me hace mucha gracia, cuando alguna señora española despistada (o no) se sienta en un banco al lado del Daytona mirando al mar como si estuviera sola, mientras detrás está una pandilla de guiris bebiendo y cantando". María siente devoción por la playa de Levante. Se le van saltando las historias conforme cuenta: "pasé allí la mayor parte del tiempo, en bañador. He visto desde una urna funeraria en plena orilla, a una abuela británica con Parkinson jugando con la nieta a ser enterrada, mientras no deja de mover la cabeza. Todas estas cosas son las que me gustan a mí, y por supuesto tengo foto de todas", sonríe.
Evarist Caselles, "agitador turístico", conoce Benidorm con precisión porque es uno de los principales estudiosos de su valor patrimonial. "Yo soy de la Marina y allí todo el mundo sacaba pecho cada vez que se hablaba de turismo, en mayúsculas. Siempre habíamos pensado que el turismo de calidad era aquel que se ofrecía a la sombra del Montgó. Mirábamos Benidorm como un sacrilegio al paisaje. Después de 40 años he visto que estaba, estábamos, muy equivocados. Nos han llenado las montañas, incluso el Montgó, de chaletitos. Mi padre, que era conductor de autobuses y pasaba por Benidorm todos los días 4 veces, pensaba que por lo menos allí tenían las playas limpias y las montañas vacías...". El contraste entre las luces de los chalets del Monte Pego y los rascacielos a las puertas de la playa de Levante.
Andrés García Reche, ex Conseller de Turismo, una de esas pocas voces que cuando habla incita a dejar de mirar el móvil y atender, lanza a la diana su dardo: "(Benidorm) funciona porque desde sus inicios ha estado 'dirigido' por profesionales del sector. Es decir, por hoteleros; al contrario que otros destinos en los que ha primado la vertiente inmobiliaria, y por tanto, de los vendedores de casas, cuyo interés no tiene nada que ver con la calidad del destino", asegura.
Me cuenta Boris Strzelczyk -sherpa de los arquitectos que llegan a Benidorm a obtener porqués sobre la fórmula de esta Coca-Cola urbana- la historia del señor francés que en los años 60 compró sobre plano el último piso de uno de los edificios en altura más emblemáticos a primera línea de playa. El señor francés, casi anónimo, conserva desde hace 50 años el piso en su estado original. "Viene de vacaciones una vez al año y se aloja en un hotel. En el piso nunca ha vivido nadie".
Como si desde la balconada de ese apartamento intacto estuviéramos oteando el mar, Strzelczyk plantea tres razones que sustancian la infalibilidad de Benidorm, por otra parte aupada por los desbarajustes en el resto del litoral:
—Razón número uno: "La playa: Por entorno natural, dimensión y orientación (100% a sur) la convierten en la que seguramente es la playa más espectacular de nuestro Mediterráneo".
—Razón número dos: "La alta densidad urbanística junto con su modelo de gestión (hoteles en vez de viviendas en propiedad). Eso garantiza una alta ocupación y vida (ambiente) en las calles durante todo el año.
—Razón número tres: "Una oferta turística muy adaptada a ciertas demandas". Hoteleros experimentados versus promotores inmobiliarios.
Mientras repaso sus fotos fluorescentes, un retrato de una humanidad vocacionalmente distorsionada, la fotógrafa María Moldes aclama: "Benidorm representa la libertad total, es un sitio sin complejos, en el que cada uno es y vive como quiere". García Reche resume: "En Benidorm no hay lugares más o menos recomendables. Benidorm es el lugar recomendable".
La ciudad en la que, según Boris Strzelczyk, sí o sí deberemos pasar a tomar un cocktail "en el lobby-bar del Hotel Don Pancho, obra maestra del arquitecto alicantino Juan Antonio Garcia Solera". Subir al mirador de la Cruz en el parque natural Sierra Helada "y disfrutar de una perspectiva poco usual de sus rascacielos: desde arriba". Tomarse una jarra de cerveza en uno de los disco bares en primera línea de playa, "pero hay que elegir el que tenga mayor número de británicos con el pecho al aire (y rojo) y el volúmen de música más alto".
Y "darse un paseo con la mirada hacia el cielo admirando los numerosos ejemplos de magníficas propuestas de arquitectura en altura", haciéndose, entre tanto, preguntas: "Es cierto que se ha urbanizado (a lo grande, juntito y a lo alto) el 50% de un territorio en su dia paradisiaco, si bien queda el otro 50% de mar. ¿Pero preferimos el modelo insostenible de chalets unifamiliares que han tapizado nuestras costas?, ¿preferimos trozos de costa prácticamente privatizadas para el disfrute de unos pocos privilegiados?, ¿preferimos los que han copiado el modelo urbanístico de Benidorm sin prestarle atención al modelo de gestión, hoy convertidos en barrios fantasma durante la mayoría del año?".
Hay en este destino la confusión perpetua entre el aporte kitsch de su paisaje social frente a la precisión de su engranaje urbanístico. La primera parte lleva a frivolizar el todo, a tomarnos a broma lo más parecido que tiene la Comunidad Valenciana a una obra de ingeniería casi diseñada al milímetro. Poca broma.
¿Por qué tanta precisión?, le pregunto a Evarist Caselles.
"Es la primera ciudad que se construye en Europa después de la II Guerra Mundial con un criterio urbano definido. Además lo hace desde una perspectiva económica establecida y un propósito claro. La planificación que se realizó en los años 50 no respondía a un capricho especulativo. Es fruto de una voluntad de construir la ciudad de acuerdo con las necesidades de sus habitantes. Sólo Oscar Niemeyer, con su Brasilia, se había atrevido a pensar una ciudad con estas características. Una ciudad pensada para el tránsito de vehículos con 8 carriles y para el paseo de las personas con aceras de 8 metros. Una ciudad pensada donde el balcón es la pieza principal del urbanismo (este año ha sido el tema principal de la Bienal de Venecia), un elemento que facilita y "socializa" el paisaje porque todos han de tener derecho a la vista del mar. Una ciudad donde la combinación entre el urbanismo y la oferta turística es perfecta. No se trata de construir apartamentos a la orilla del mar. En este caso las playas de Benidorm, orientadas al sur, juegan un papel fundamental porque en ningún caso los edificios pueden hacer sombra a la playa".
¿Y por qué es un modelo de gestión?, le formulo.
"El negocio del turismo en Benidorm funciona como una empresa familiar. Eso quiere decir que todos se conocen y saben cuáles son las debilidades y fortalezas de sus 'colegas'. La ciudad está dividida en zonas que responden a la procedencia y tipología del visitante. En una zona de ingleses a nadie se le ocurrirá ofertar camas a los irlandeses. La zona de mayores no se mezcla con la de la juventud, la de los alemanes no es la misma que la destinada a los vascos. Todos comparten espacios comunes como la playa, las calles, pero no se entremezclan".
Una urbe reflexionada tal que sobre el tablero del Sim City frente al urbanismo del pensat i fet. Y en perspectiva, un reto: ¡no rompan el equilibrio!
"El sistema de colaboración y complicidad entre todos los agentes turísticos es perfecto. Todos saben —dice Caselles— que se necesitan unos a otros y que nadie puede traicionar al grupo. Si lo hace todo el negocio se acaba para todos. Cualquier construcción de un hotel debe pasar por el beneplácito de HOSBEC (la asociación de hoteleros). En algunos momentos ese "pacto de familia" ha estado en peligro, la última vez en el periodo de Zaplana con un elemento que distorsionó el producto: Terra Mítica. Ahora el equilibrio está a punto de romperse porque la llegada de nuevas generaciones no asegura la continuidad del sistema".
La familia. Los hosteleros. Benidorm. La obsesión por proteger un tesoro muy rentable. Cuenta Caselles una anécdota significativa: "Un conocido inició la construcción de una torre de apartamentos en la playa del poniente. La obra fue paralizada el primer día porque al policía detectó orines en la playa que procedían de las casetas de los albañiles, que acostumbrados a aquello que pasa en las ciudades, habían enganchando el desagüe de los WC a los canales pluviales".
El mito diferencial de Benidorm ha crecido, con altura de rascacielos, a medida que los dislates se extendían a lo largo y ancho del litoral valenciano.
Es maravilloso
¿Ese "pacto de familia" y el sistema que representa sustituyen a las decisiones democráticas de los representantes de la voluntad de los electores? ¿Son los que suscriben ese pacto los depositarios de la soberanía de Benidorm? Interesante modelo de convivencia, el de dejar la gestión de un municipio en manos privadas. Muy digno de admirar, desde luego.
Para algunos en Benidorm siempre veran inconvenientes, para mi tiene evidentes atractivos, el modelo turistico funciona y tiene indudable prestigio. Siento mucho que no se haya respetado integramente la Serra Gelada, es una zona natural de pinar impresionante encima del mar, una pequeña montaña urbana mas a mano imposible. Eso.
Hay tres errores: 1 Sí que vienen irlandeses a Benidorm. 2 Nunca he conocido un alemán que venga aquí. 3 Evaris Caselles querrá decir que es de La Marina Alta, porque Benidorm está en La Marina (baixa). Puede que no sea un lugar para disfrutar de la playa tranquilo pero ¿Que ciudad tiene las ventajas que tiene esta?
Os flipará a los madrileños y a los que estáis de vuelta de todo, pero a mí me parece una mierda de las grandes, estando al lado de Altea que es una maravilla.
Porque benidorm es precioso e sus playas espléndidas. Llevo 20 años aquí e estoy encantada. Pero añoro mi país que es Portugal.
¿Nos chifla? Ni loco voy de vacaciones ahí. Flipo con los madrileños (ejemplo típico) que salen de su ciudad y se van a "disfrutar" a su cuchitril 117-H, en el piso 20, con la calle llena de rascacielos y pegarse de bofetadas por dos palmos de arena a 50 metros del agua. Prefiero quedarme en mi pueblo de costa no a muchos kilómetros donde siempre hay tranquilidad y sitio en primera linea.
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