VALENCIA. Es probable que, en la era del ruido perpetuo, el único momento de verdadera paz interior y de desactivación exitosa del sistema llegue en la primera fila de un concierto. Quizá la decodificación de Matrix se encuentre en una noche de poderoso shoegaze en directo. Lo malo es cuando el ruido perpetuo, impulsado por unas condiciones sonoras más propicias para el rumor de abajo que para la música de arriba, obstaculiza sistemáticamente cualquier viaje al nirvana moderno.
Claro que, teniendo en cuenta que las reglas del consumo desplazan cada vez más el cómo e incluso el qué en virtud del cuándo (ya), lo raro es que todavía existan seres humanos preocupados por equilibrar las fuerzas. Los técnicos de sonido, siempre en la sombra, forman parte de esa estirpe de semihéroes invisibles de la música; establecidos con resignación en el anonimato de la leyenda rock. En la era de la excelencia tecnológica, en la que debería estar penado hacer un mal disco con todas las condiciones favorables de grabación, los técnicos de sonido son esos de los que sólo se acuerdan cuando un bajo se agarra al esternón o no se escucha el estribillo de la canción.
"Evidentemente hay de todo, no se puede generalizar, pero la manera en la que se escucha la música hoy en día en casa, en el coche o incluso en el móvil hace que se haya bajado mucho el nivel de exigencia", así lo cuenta Mat Sena, inmerso en el control del sonido de los conciertos de Valencia desde 1999. Bueno, o quizá desde mucho antes. Hijo de técnico de sonido, Sena era "el único en casa que sabía siempre cómo conectar los aparatos" de su padre cuando él no estaba. Reacio en un principio a seguir la tradición familiar, tras un año estudiando imagen y sonido de la Ingeniería de Telecomunicaciones y sólo aprobar francés (su segunda lengua materna), decidió abrazar su destino.
El "hijo del jefe" no sabía ni lo que era un cable de micro pero, en la empresa de su padre y de la mano de Felipe de la Cruz, quien le enseñó técnicamente "a ser persona", apenas tardó dos años en convertirse en el técnico de monitores de Carlos Goñi y Revólver, con quienes sigue trabajando en la actualidad. "Tengo la suerte de haber sonorizado en prácticamente todos los recintos que existen en Valencia en todos estos años, y espero seguir haciéndolo". Con esta credencial, su palabra se eleva humildemente entre la mayoría cuando se habla del sonido de Valencia.
LA UTOPÍA DE SER PROFESIONAL EN VALENCIA
"Me duele decirlo, pero Valencia está por debajo de la posición que ocupa en cuanto a capitales", comenta Sena cuando se le cuestiona por cómo suena Valencia en directo con respecto al resto de ciudades del país. Aunque matiza que no se trata de un asunto de calidad y sí de cantidad ("no quiero decir que no haya buena calidad, el problema es que no abunda"), justo antes de señalar con precisión de cirujano el principal problema que afronta la ciudad: "hay poco profesional, o poca empresa realmente profesional en Valencia".
Tampoco ayuda que, en contrapartida a la popular cosecha de buenos músicos, no exista "una tradición de técnicos de sonido mayor que en cualquier otro lugar"; lo cual resulta bastante revelador, al tratarse del reverso de la misma moneda. "Hace muchos años, en la época de mi padre, se podían contar con los dedos de la mano", cuenta Mat Sena, que en la actualidad es socio y director de Produce-me con más de 20 años de experiencia en servicios de producción de eventos y espectáculos de todo tipo. "Hay que tener en cuenta que los estudios de sonido en nuestro país es algo muy reciente, con lo que hasta no hace tanto había bastante aficionado al sonido, pero muy poco profesional".
VALENCIA: EL PROBLEMA ESPAÑOL A ESCALA
Tampoco es que haya una batalla encarnizada en Valencia por erigirse como la sala con mejor sonido de la ciudad. "Ahora mismo la que mejor suena es la sala de la calle San Vicente", apunta Sena, que duda al decir el nombre a causa de sus eternos procesos bautismales: "creo que ahora es Salomé, pero es la que todos conocemos (y así la sigo llamando yo) como Roxy". Además de señalar el "buen trabajo" del equipo de sonido de la sala (del fabricante valenciano Lynx Pro Audio), el técnico recuerda que "las personas que tomaron el relevo de la gerencia de Roxy decidieron invertir en un techo acústico y en diferentes mejoras para que actualmente sea la que mejor suena". "Es de admirar invertir en esto, que aunque a todos nos parezca normal, no es tónica general", concluye.
"Por desgracia no tenemos tantas salas en la ciudad técnicamente bien preparadas", reconoce Sena, aunque el problema tiene ramificaciones muy extendidas por el país. "En España no hay una red de salas de conciertos como sí la hay en muchos países vecinos, absolutamente todo lo que tenemos son recintos mejor o peor adaptados". Esta condición disfruta de una causalidad con cierta querencia al desastre o, en el mejor peor de los casos, a la ausencia de una eficiencia que adoramos en otros lugares.
"No tenemos salas de conciertos, estos siempre se desarrollan en recintos con otros fines como son las discotecas, polideportivos, etcétera". Caso práctico: plaza de toros. "Para organizar un concierto en una plaza de toros tienes que contratar, además de al artista, el escenario, los grupos electrógenos, el equipo de sonido e iluminación, seguridad, limpieza", recuenta Sena, dejando claro que el escaso número de conciertos tiene su raíz en un encarecimiento absurdo de la producción. "En España hay 2.950 plazas de toros para 2.700 corridas al año; sin embargo, para unos 120.000 conciertos que se celebran, ¿cuántos recintos específicos tenemos? Algo está mal".
TÉCNICO Y BANDA, CONDENADOS A ENTENDERSE
Teniendo en cuenta los condicionantes mencionados, cumplir con el objetivo principal de un técnico de sonido debe de ser más complicado que hacer sonar afinado a Enrique Iglesias. La canción de Larry Mullen y Adam Clayton suena en la misión de "conseguir que la creación que tiene la banda o el artista en su cabeza sea percibida lo más fielmente posible por el público". Uno de los atenuantes es trabajarse el sonido del grupo; el otro, que el técnico forme parte del rock. "Es muy, muy complicado que un técnico de sonido que no conoce ni ha escuchado nunca a la banda sepa reproducir lo que la canción requiere y todos sus matices", asegura Mat Sena, que añade que, al menos uno de los tres técnicos (de sistemas, de FOH y de monitores) "debería viajar siempre con la banda".
¿Y las bandas quieren? "Imagino que todos los grupos se preocupan por cómo suenan en un concierto, el problema radica en que el nivel ha bajado mucho, tanto en lo musical como en lo económico". A pesar de que las barreras económicas son incuestionables, lo que también parece indiscutible es que, con la democratización tecnológica, "con una buena banda, una buena pre-producción (elección de recinto, equipos necesarios) y unos buenos técnicos de sonido, no puede haber mal concierto". Sin embargo, Sena, que asegura no haber visto aún el concierto perfecto en cuanto a sonido, lo observa con escepticismo al hablar de la normalización del lo-fi, "que en ocasiones es un tipo de producción, pero en otras es un no saber sonar mejor". "Si la banda suena, el técnico lo tiene mucho mas fácil, si la banda no suena, el técnico no tiene nada que hacer", termina.
Acercaos a comprobar el excelente sonido de la sala Ágora en Aldaia.
Totalmente de acuerdo con carlos ....
El pasado sábado sin ir mas lejos, estuve en el concierto de Josh Rouse en la sala Wah Wah y el sonido dejaba mucho que desear, parecía como si la membrana del altavoz estuviera rota. Sales del concierto pensando que has tirado el dinero.
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