VALENCIA. De febrero a mayo se celebra en el Teatro Central de Sevilla una nueva edición, y van 18, de Flamenco Viene del Sur. La mención viene a propósito del nombre del ciclo, una muestra de cómo este género adquiere sello de excelencia en la percepción de un nutrido grueso de espectadores cuando tiene su origen en Andalucía. Pero si el flamenco ha adquirido el rango de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad ha sido a instancias de otras dos comunidades autónomas además de la mencionada, Extremadura y Murcia, y en esta última región, además, está inscrito en el Inventario General de Bienes Muebles. La onda expansiva de este arte cuya cuna unos historiadores fijan en El Punjab indio y otros en Egipto, no se limita ahí, el flamenco se cultiva, sigue y mima en otras esquinas de España, Valencia incluida.
Esta misma semana, Teatres ha programado dentro de su Temporada Internacional de Danza dos de las gemas que proliferan en nuestra cantera. Del 24 al 26 de abril se representa en el Teatro Principal Terra, de la Compañía de Flamenco y danza española Mediterráneo, y entre el 25 y el 26, el Teatro Rialto acoge Persona, de Spin Off Danza, plataforma en la que el alicantino Daniel Hernández da salida a sus colaboraciones con otros artistas.
Mediterráneo es la apuesta personal del sevillano José Huertas y la coreógrafa y solista Marta Fernández. El objetivo de esta formación integrada por 14 bailarines es "ofrecer una oportunidad a jóvenes valores de la danza, con el fin de que en un futuro, le pueda tomar el relevo a las figuras de la actualidad".
Huertas sabe de testigos, pues fue el primer bailarín de la compañía de Antonio Gades y sustituto del genio de la danza como Don José en Carmen y Frondoso en Fuenteovejuna, cuando en 1996 el bailaor nacido en Elda dejó atrás los escenarios.
El montaje que estrena en esta ocasión es el tercero tras Retratos de antaño y La mar de flamenco. Luis Ortega, Arantxa Carmona, Marta Fernández, Gala Vivancos, Carlos Labios, Penélope Sánchez y el mismo Huertas firman las coreografías de Terra, "un viaje en el baile por diferentes lugares bañados por nuestro Mare Nostrum".
La travesía se surte de una selección heterogénea de piezas de flamenco y danza española.
LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE LA HETERODOXIA
La propuesta de Daniel Hernández es, en cambio, un solo arropado con videoarte. Persona se divide en tres escenas: huida, espiral y abismo. En la pieza se reflexiona "sobre el miedo del individuo y la duda ante lo desconocido" a partir de textos de Miguel de Unamuno, Friedrich Nietzsche y Milan Kundera.
El alicantino ni siquiera se autodenomina bailaor, sino artista contemporáneo. "Ahora las disciplinas están más interconectadas, de modo que además de ser bailarín puedes ser performer y artista visual".
El director de Spin Off Danza se formó inicialmente en el Conservatorio Superior de Danza de Alicante y remató en Madrid. Antes de bailar en solitario, trabajó en las compañías Ibérica de danza, Malucos de danza, Ballet Teatro Español Rafael Aguilar y Flamencos en route, compañía que acumula 30 años reivindicado el género desde Suiza.
"En mi trayectoria he trabajado con muchos andaluces y he aprendido de ellos. Hay algo que respiran desde pequeños, de forma que a la hora de bailar transmiten mucha autenticidad en el movimiento. En el resto de España te toca aprender más por imitación y coger el baile flamenco desde otro lugar", explica Hernández.
Hernández amalgama danza contemporánea con flamenco y baile español, dotando al conjunto de un vocabulario que por su riqueza está teniendo cabida en muestras de una y otra rama. De hecho, el 22 de mayo actúa en el Mercat de les Flors en el ciclo Ciutat Flamenco, "sinónimo de investigación, descubrimiento, hibridación, praxis y eterno cuestionamiento", apostillan desde el teatro municipal radicado en Barcelona.
"Me siento más cómodo en festivales de danza contemporánea porque mis osadías son bien recibidas en este contexto. Sin una trayectoria en solitario en el terreno del flamenco, no se permite investigar. Has de ser alguien en la danza española para que cuando transgredas te miren con otros ojos", apunta.
COMO UNA OLA
Este tipo de "ultrajes" a la ortodoxia del flamenco sólo se los pueden permitir figuras de formación clásica y arrestos impredecibles como Israel Galván y Rocío Molina, Premio Nacional de danza 2005 y 2010 respectivamente. El sevillano y la malagueña han partido de la tradición en sus carreras hasta crear un lenguaje expresivo propio.
"Para conseguir llevar este arte a la excelencia hay que estudiarlo mucho. Molina y Galván son tan grandes y puristas que se pueden permitir conducir el flamenco a otros territorios", considera María José Mora, una de las cinco integrantes de Marea Danza, que el 30 de abril visita La Rambleta con el espectáculo Relieves. Sus compañeras en este ambicioso proyecto que pretende otorgar la misma relevancia en la creación a la dramaturgia, la música, la danza, la escenografía y la imagen, son Elena Martínez, Lourdes de la Rúa, Yolanda López y Paula Sebastián. Cada una representa a una diosa griega, la guerra de Atenea, el amor de Afrodita, la fecundidad en Deméter, el arte de la caza de Artemisa y el calor del hogar de Hestia. La coreografía la firma Manuel Serena y la música, el compositor Juan de Pilar.
"En Andalucía es donde más se ha desarrollado el flamenco, puesto que las instituciones públicas lo han apoyado y aprovechado como un recurso y un valor. El propio sector le da un sello de calidad al producto si viene del Sur, pero este marketing es a menudo una irrealidad, porque mucha gente se forma en Madrid y en ciudades como Valencia se puede crear espectáculos igual de buenos, pero no disponemos de tanto apoyo a nivel institucional ni tampoco del público", lamenta Mora.
En Relieves no hay peinetas, volantes, flores ni lunares. "El flamenco se puede bailar con y sin abanico, con y sin bata de cola, depende de lo que quieras contar. En nuestro montaje representamos a heroínas mitológicas, de forma que el vestuario se ha adaptado a la historia para que tenga un sentido dramático completo".
No es la única licencia en pos de la modernidad que la compañía residente en Estudio Danza María Carbonell se ha permitido. En su trabajo en pos de nuevos públicos han cuidado el trabajo audiovisual, con la incorporación de la ilustradora Carla Fuentes, así como los decorados, gestados en el Posgrado de Escenografía de la Facultad de Bellas Artes de San Carlos, de la Universidad Politécnica de Valencia.
"Nuestra compañía se puede beneficiar del público aficionado al flamenco y del habitual de los teatros", destaca Mora.
DUENDES EN VALENCIA
Este año, la Temporada Internacional Dansa València vuelve a romper una lanza por el flamenco, con la inclusión del espectáculo Voces, de Sara Baras, y el Ballet Español y Flamenco de Julia Grecos. En noviembre del pasado año, el Festival Flamenco de l'Auditori Torrent alcanzaba su mayoría de edad, y este pasado febrero, el Festival Flamenco de Valencia alcanzaba su 20 aniversario en el Palau de la Música, o el Pinceladas Flamencas que suma 13 ediciones en La Eliana. Pero si hay un espacio donde el arte jondo no ceja es el Café del Duende, que desde hace 17 años congrega a los aficionados, tanto los que se suben al escenario como los que les alientan desde sus sillas.
"Es una sinergia, por un lado hay un público receptivo a la danza, no experto, pero con ganas de que les sorprendan, y cuyo criterio se va afinando a medida que ven más propuestas. Y por otro lado, hay una cantera que antes no existía o estaba muy difuminada, y aquí han encontrado un espacio donde reunirse, comentar y empezar a crear", resume Anabel Vázquez, gerente del espacio ubicado en el número 62 de la calle Turia.
En el reducto que creo junto a Ferran Machado y Tina Castillo se han forjado varios de los colectivos que ahora se suben a los escenarios teatrales, así como solistas que integran compañías de proyección internacional. Entre los consagrados cita a Aloma de Balma y Manuel Serena, y entre los jóvenes que van a dar que hablar, a Yolanda López, Júlia Gimeno, Esther Garcés, Marta Sol, Rosa Sanz y Ana Lloris.
Valencianos son Paco Berbel, integrante del elenco de la compañía de María Pagés, y Francisco Mesa "el Nano", que ha formado parte del ballet de Cristina Hoyos.
Si hoy en día se puede hablar del flamenco como un lenguaje universal, es porque el género es un fértil mestizaje de culturas. Los historiadores señalan en su gestacion las liturgias griega y visigótica, los cantos de las sinagogas, las invocaciones del muecín, las melodías hindúes, las melopeas bereberes y las jarchas mozárabes, así como los romances populares andaluces y la música afrocubana. Y la mixtura continúa.
Anabel Vázquez lo sintetiza así: "Si el flamenco perdura en el siglo XXI es porque se ha mezclado con todo. Si no evolucionara se quedaría para bailes tradicionales y folklore".
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