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La Gran Esperanza Blanca: el árido destino del rock hecho a la americana en Valencia

JORGE SALAS. 09/04/2015 Con casi 30 años de existencia, la banda de Cisco Fran representa como pocas la difícil supervivencia de un género maltratado

VALENCIA. La preponderancia cultural de Estados Unidos está fuera de toda duda. Es como cuestionar por dónde se pone el sol. Mientras el dominio económico y financiero admite cada día más cuestiones, las modas e incluso los estándares culturales norteamericanos se imponen con la solvencia del púgil veterano frente al debutante. Bajo el paraguas infinito de la globalización, el american way of life se ha perpetuado alegremente sin fronteras; dejándose muchas veces la efe de "life" por el camino, el modelo cultural estadounidense ha sido reinterpretado de forma más o menos fiel, más o menos atomizado, en el resto de la civilización moderna.

Quizá por eso extraña y no extraña que uno de los productos culturales de ADN norteamericano más puro tenga su humilde reflejo incluso en Valencia. Formal y semánticamente hablando, pocas cosas habrá más americanas que la americana. El estilo musical, no la chaqueta. Al convertirse en un estándar, un patrón en el sentido menos manufacturero de la palabra, basta con dar con su esencia para trasladarlo desde la América más o menos profunda a, por ejemplo, Valencia.

Y Cisco Fran hace tiempo que la encontró. "Brooklyn, Coney Island,... Es un territorio mental y real por el que habito casi a diario, así que no me extraña que eso se haya transmitido a las canciones", cuenta al pensar en Tren Fantasma, el último disco de La Gran Esperanza Blanca. "La playa de Cullera puede transfigurarse en Coney Island con un poco de magia por en medio", asegura. Él, en solitario y rodeado de músicos, es uno de los embajadores con más galones, si no el más, de la americana en la ciudad.

EL ÁRIDO DESTINO DE LA AMERICANA VALENCIANA

"No creo que sea un escenario de americana", apunta el músico y cantante, "más bien debería serlo de valenciana, como dice Senior (Miquel Àngel Landete)"; pocas voces más autorizadas en este caso que el autor de València, Califòrnia. En cualquier caso, cuestiones de propiedad lingüística al margen, lo cierto es que Valencia no destaca por ser un entorno demasiado amable con la valenciana. "Senior i El Cor Brutal son el caso más claro, hay otras bandas en esa línea como Badlands o La Hora del Té, pero cantan en inglés y, aunque me gustan, los veo algo lejanos en su propuesta".

"De entrada, aunque hay grupos valencianos haciendo música de este estilo con una solvencia más que demostrada, yo cantaría en castellano o valenciano, hacerlo en inglés te convierte en un mero aspirante a ser una banda que imita a las miríadas de formaciones que hay en Estados Unidos". Cisco Fran también lo tiene claro: Valencia no está preparada para la americana. Si desde hace 30 años, cuando surgió La Gran Esperanza Blanca, no se ha abonado el terreno del género en Valencia, por algo será; si anda como un pato, nada como un pato y parpa como un pato, es un pato.

Bien. Ahora sabemos que Valencia repele la valenciana como un buen chubasquero el agua, a pesar de la intachable discografía de Senior i El Cor Brutal o La Gran Esperanza Blanca, y del surgimiento reciente de nombres como Gener. "Nunca estuvo preparada (para el género), y menos aún en 1986 cuando salimos nosotros, que la escena era la de los 80 más puros y duros", recuerda Cisco Fran con cierta acidez. Entonces, certifica, "una guitarra acústica daba grima" y recuerda su primer concierto en la discoteca Chocolate en octubre de 1987. "Aquello no empezaba nunca, había una go-gó semidesnuda que nos entretuvo hasta que a las dos y media o así salimos a tocar y no había prácticamente nadie", cuenta el músico. "De hecho, para no aburrirnos en el camerino tocamos el concierto entero".

SOBREVIVIR AL TIEMPO EN UNA BANDA

La salida a la venta de Tren Fantasma, tercera referencia desde que en 2009 La Gran Esperanza Blanca recuperara su propio pulso, no es un disco más. Es, en cierto modo, la materialización del romanticismo de las bandas de rock: "volvemos al principio, pero con un bagaje y una experiencia que esperamos se plasme en mejores canciones y mejores directos". Una especie de desandar lo andado para volver a la casilla de salida, regresar al génesis con la formación original de la banda como manera de no perder la perspectiva del big bang. "Las ambiciones juveniles de ser famoso, ganar pasta, llevarte a las tías de calle,... todo eso se esfuma en un par de años (si es que no eres capaz de conseguirlo) y lo que queda es lo mejor de todo: la música y el placer de vivirla con amigos".

El recorrido vital de La Gran Esperanza Blanca desde que naciera en 1986 ha sido ciertamente irregular. El grupo emergió del "tedio de las horas libres en un lugar desconectado de tu verdadera vida": es decir, cuando Cisco Fran y Fede Ferocce cumplían con sus obligaciones para con la patria en Mallorca. Ya entonces, y siempre que se crea a pies juntillas en las señales, el grupo tuvo cierto golpe premonitorio. "Nuestra etapa mallorquina duró muy poco, sólo hasta el verano de 1986, dado que fuimos finalistas del concurso que ganó La Granja, pero no acudimos a la final porque estábamos de permiso y preferimos quedarnos en casa con nuestras novias". Rock and roll.

Hasta 2002, cuando se abrió "un paréntesis que duró 7 bíblicos años", el grupo se movió como el interior de una lámpara de lava. La formación clásica resistió sólo un lustro, pues en 1992 la banda recibió dos golpes que les hizo fluctuar hasta 2002 (a pesar de editar Medicine Show y Harry Dean): Fiddle Paul, el violinista del grupo, falleció, y el bajista, Chiti Chitez, abandonó la formación. Es difícil encontrar una banda en Valencia por la que hayan pasado más bajistas: diez. Sin embargo, "si hay una cabeza pensante identificada y aceptada por todos, no es nada complicado" perpetuar un grupo en el tiempo; y la de Cisco Fran tiene claro que un grupo no es ni de lejos como una esposa ("sería poco satisfactorio ensayar solo una vez a la semana").

ES SÓLO AMERICANA...

Las principales sendas del mapa de La Gran Esperanza Blanca convergen en un cruce de caminos consecuente: el placer por tocar. Si Valencia no está para la valenciana y, por momentos, el destino les ha sido más esquivo que su adorado Dylan, mejor aprovechar para entregarse al amor de tocar por placer. "Sabemos que no se nos tiene en cuenta para casi nada y que nunca estaremos en un festival, salvo que cuando seamos más viejos alguien nos adopte como grupo que da el contrapunto histórico y que conecta la realidad de ese momento con el pasado", reconoce Cisco Fran, que al mismo tiempo sí ve que "la banda ha logrado hacerse un pequeño lugar en la historia del rock en Valencia".

Los casi 30 años que les contemplan dan lustre a una de las bandas que con más silencio ha desarrollado su discografía en Valencia. Un silencio mediático y de masas, cabe matizar, que les ha inferido, junto al enigma de la americana, cierto aire de banda de culto. Da la sensación de que esa falta de eco ha sido suplida por sensatez y fe; fe en un sonido propio, en unas canciones, en la americana. Fe en Bob Dylan, en Woody Guthrie. "Hacemos lo que nos gusta, eso es lo que nos mantiene a flote. Nuestro enfoque del asunto es simple: nos gusta hacer esa música y la hacemos con los mimbres que tenemos, nuestra vida y el reciclado musical de aquello que nos gusta".

La Gran Esperanza Blanca presentará su último disco, Tren Fantasma, el próximo 17 de abril en la Sala Russafa.

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