Comparte esta noticia

• Tweet
• meneame

Otras noticias

• Heródoto, el clásico que nos enseñó a entender al otro
• Nolan, interesado en un remake ‘humano' de Akira
• Las óperas de Palermo y Montecarlo se suman al festival del Mediterráneo

VALENCIA. Dice que no le gusta que el espectador esté "enfrente" de su obra, sino "dentro de ella". Y Christian Boltanski (París, 1944) en cierta medida es así, como su trabajo, porque hablar con él obliga a penetrar en su mundo. Pero por inmersión. Sin enfrentamiento.

El artista francés fue distinguido con el XIV Premio Internacional Julio González el pasado 12 de diciembre. Lo debía recibir físicamente este jueves, pero los tres días de luto oficial decretados tras el accidente este martes del avión de Germanwings hicieron que la Generalitat cancelara el acto.

Boltanski, que recibió la noticia del galardón vía mail, llegó a Valencia a sabiendas de que iba a no recibir el premio. Aunque hubo entrega, fue tan en la intimidad, que casi se diría que se le dio de manera clandestina, sin publicidad, sin convocatoria oficial. Tras el premio cenó con un reducido grupo de galeristas y artistas valencianos en un encuentro casi personal que sirvió para reconocer su labor desarrollada en las artes plásticas.

Boltanski se lleva a su casa una edición de una figura de Julio González, Mujer con Ánfora II, fundida en bronce con pátina de plata a partir de un modelo de bronce recortado y trabajado a mano, propiedad del IVAM. Se trata de un lazo más que le une con Valencia, porque su obra ha tenido una presencia muy especial en está ciudad.

Así, forma parte de la Colección del IVAM una de sus obras más significativas, La Réserve des Suisses Morts (1991), una gran instalación que ha estado presente en numerosas ocasiones en museos internacionales. Y el idilio continuará en la galería 1 del IVAM el último trimestre del 2016, cuando se inaugure la exposición organizada en torno a él por la concesión del premio.

Desde su convicción de que "el artista debe formular preguntas y suscitar emociones", Boltanski ha creado una obra coherente, en la que la memoria, la identidad, la pérdida y la muerte son los temas principales, "las preguntas que siempre han interesado al ser humano", resume.

Cuando se le cuestiona si el arte ahora es más complejo, hasta el punto que en ocasiones parece necesario un trabajo de divulgación previo, como ocurre con la ciencia, él advierte un matiz. "Hay una pequeña diferencia. En ciencia ha habido unos avances; en arte no. No hay progreso en el arte. ¿Es mejor una obra actual que Velázquez? ¿Es mejor músico Ravel que Bach? Los artistas nos planteamos las mismas cuestiones, pero eso no significa que seamos mejores que los de otros tiempos", señalaba este jueves en Valencia.

De la universalidad de su mensaje da fe una anécdota que relata. Cuando fue a Japón por primera vez, los espectadores le aseguraron que su arte tenía mucho de japonés. "Eso me hizo feliz", sonríe. Otro tanto le sucedió en África, donde vieron influencias africanas. "Lo bonito del arte es que tú trabajas con tu propio lenguaje y cada persona lo lleva a sus propias palabras".

Él mismo plantea su propia experiencia vital como un ejemplo de que el arte barre fronteras. "Soy francés pero todos mis amigos son de muy diferentes países. Lo que nos une es el arte. Creo que soy europeo, pero si me preguntas te diré que primero soy artista y por lo tanto mi país es el Arte".