VALENCIA. Durante más de cinco siglos, los visitantes de la bretona iglesia de Kernascléden, cerca de Vannes, donde reposan los restos del santo valenciano San Vicente Ferrer, han podido contemplar unas pinturas de unos ángeles músicos similares a los de la Catedral de Valencia. Observando con detalle habrían podido distinguir una partitura. Se trataba de una misa.
Los últimos trabajos de investigación, realizados a cargo de la musicóloga Maricarmen Gómez-Muntané, han asociado esta misa al entorno musical del santo valenciano, quien junto con su extenso séquito de fieles iba acompañado por una capilla musical allá donde ofreciese sus apocalípticos sermones por una Europa sumida en el temor a Dios (Timete Deum) y al cambio de siglo. Era pues la música que empleaba de fondo mientras daba sus sermones, su banda sonora, una música que estaba ahí pero que nadie hasta ahora había escuchado.
Esta misa es la protagonista del nuevo disco de Capella de Ministrers. Bajo la dirección de Carles Magraner desde 1987, e internacionalmente conocido por su larga trayectoria y sus más de 47 álbumes al mercado, el grupo presentará esta primavera este nuevo trabajo que se iba a llamar Muerte y Apocalipsis y al final ha acabado llamándose Planctus, con un subtítulo: Muerte y Apocalipsis en la Edad Media. Primero lo hará en Madrid en La Quinta de Mahler este jueves 26 de marzo y después en Barcelona en el Institut Europeu de la Mediterrània.
En Valencia no hay todavía fecha, aunque Magraner reconoce que han tenido varias "novias". "El problema es que queríamos realizarlo en espacios vinculados a San Vicente Ferrer, pero no ha podido ser". Y es que el santo valenciano es el gran protagonista de un trabajo que, según apunta Magraner, pretende sobre todo "reivindicar una figura histórica, no sólo una personalidad religiosa, una figura que ha quedado desvirtuada por la tradición de los milagros que ha eclipsado su faceta humanista", comenta.
El disco, con una duración de noventa minutos, se compone de 16 canciones y se vertebra en torno a esta misa de difuntos, en la que se intercalan los planctus que le dan nombre. Se trata de elegías o poemas de lamento de tipo culto para alguien muy querido. Este tipo particular de composición musical, de tema escatológico y llamativo por su entronque con el pasado clásico, llora la desaparición de un personaje relevante de la sociedad civil o eclesiástica. Pero no siempre. Algunos de estos planctus son también de temática alegórica, como es el caso del Lamento del cisne, que vendría a ser como un canto a la belleza perdida.
El disco surgió con motivo de la conmemoración del VI Centenario del Concilio de Constanza que tuvo lugar en Morella y Peñíscola el julio del pasado 2014, y es una producción de Early Music Morella 2014 en colaboración con el Ayuntamiento de esta localidad valenciana. Musicalmente, dicen desde Capella, destaca porque recoge "un variadísimo repertorio de sonoridades polifónicas primitivas raramente interpretadas" en los escenarios. E históricamente, sin duda, porque recupera una música que llevaba cinco siglos a la vista de todos y paradójicamente estaba enmudecida.
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