VALENCIA. Si alguien quiere saber lo duro que es la labor de un guionista, solo tiene que ver el genial documental Tales From The Script (Peter Hanson, 2009). Desde que alguien alumbra una idea hasta que comienza el rodaje, un texto puede pasar por una docena de manos y que nadie se sorprenda si un ataque nuclear de origen extraterrestre en el primer borrador acaba transformado en un picnic. El festival puede prolongarse incluso más allá, si los pases privados no gustan y hay que añadir o cambiar escenas.
Hay procesos anárquicos de escritura del guión, como el de Casablanca (Michael Curtiz, 1942) -Humphrey Bogart se sacó de la chistera "siempre nos quedará París"- o guiones que, simplemente, solo existen en el fondo de una botella, como ocurrió con La Burla del Diablo (John Houston, 1953). Pero también puede haber ocasiones en los que la improvisación convierte una escena en uno de esos momentos mágicos de la historia del Séptimo Arte. Aquí van cinco ejemplos, seleccionados sin seguir ningún criterio, de algunos de esos brotes de genialidad que han marcado a miles de cinéfilos.
- GRUPO SALVAJE (Sam Peckinpah, 1969): Esta historia de un grupo de forajidos que llega tarde a su época y permanece demasiado tiempo es, sin lugar a dudas, uno de los mejores y más complejos westerns de la historia. Para la fiesta final, en unas tinajas gigantes llenas de vino, se decidió contratar a prostitutas en lugar de actrices sin avisar a la Warner, como también se añadió en el último momento hacer que el personaje de Ernest Borgnine (Dutch Engstrom) fuera homosexual o la escena en la que unos niños tiran, a modo de metáfora, un escorpión a las hormigas (la propuso Emilio Fernández, el general Mapache en la película). Además, una de las escenas más famosas se alumbró en el último momento. Se le conoce como "The Last Walk" (la última caminata) y es cuando los protagonistas deciden que todo está perdido y deciden inmolarse llevándose por delante a todos los mexicanos que puedan: andando juntos, van hacia una muerte segura y lo saben. Tan repentina fue la idea de rodarla que a los extras se le dijo sobre la marcha lo que tenían que hacer. La famosa frase "Si se mueven, mátalos" sí estaba en el guión, pese a lo que digan otras versiones.
- TIBURÓN (Steven Spielberg, 1975): Hay una generación entera de espectadores que cuando se baña en el mar empieza a escuchar en su cabeza los míticos acordes de John Williams. El tiburón mecánico que se había fabricado no funcionaba bien así que Spielberg tuvo que utilizar una cámara subjetiva para sustituirlo en gran parte del metraje, lo que contribuyó notablemente a crear la atmósfera de terror que se palpa durante toda la película. Tampoco estaba en el guión el mal rollo entre Robert Shaw y Richard Dreyfuss, que contribuyó a aumentar la tensión que preside en su duelo de heridas a bordo del Orca. Roy Scheider también aportó su gratino de arena: la mítica frase, "necesitará un barco más grande", que suelta cuando aparece por primera vez el escualo, fue de su propia cosecha.
- TAXI DRIVER (Martin Scorsese, 1976): Para entender el contexto de esta obra maestra hay que leer Moteros Tranquilos, Toros Salvajes (Peter Biskind, Anagrama, 2009), solo así se puede entender cómo pudo nacer un personaje tan pasado de vueltas como Travis Bickle (Robert de Niro). De la película, hay una escena que pasará a la posteridad y es cuando el taxista metido a justiciero se viene arriba frente al espejo y dice aquello de "¿Hablas conmigo? ¿Me lo dices a mi? Dime, ¿es a mi?", a la que nadie ha sacado tanto partido como Andreu Buenafuente (aunque él prefiere la versión original: "you talkin' to me?"). Según el AFI (American Film Institute) es la décima mejor frase de la historia del cine. Otra mítica escena improvisada en la filmografía de Scorsese es el diálogo entre Joe Pesci y Ray Liotta (Uno de los Nuestros, 1990), en el que el primero acusa al segundo de burlarse de él.
- El RESPLANDOR (Stanley Kubrick, 1980): Hay división de opiniones sobre si la única incursión del genio británico en el género del terror, adaptando uno de los grandes libros de Stephen King, es una obra maestra o no. Lo que nadie discute es que el doblaje al español (con Shelley Duval con voz de Verónica Forqué) es de los peores de la historia. Es bien sabido que Kubrick era un perfeccionista capaz de rodar docenas de tomas hasta que todo salía a su gusto, pero en este caso hizo una excepción. La famosa frase "Aquí está Jack", que suelta Jack Nicholson (Jack Torrance en la película) la parió el actor y allí se quedó. Otras escenas improvisadas en la filmografía de Kubrick son (en parte) la escena de Singin' in the Rape (La Naranja Mecánica, 1971), donde Malcolm McDowell cambió "rain" (lluvia) por "rape" (violación) en la letra de la canción, o el puro que les mete el sargento Hartman (R. Lee Ermey) a los reclutas de La Chaqueta Metálica (1987).
- BLADE RUNNER (Ridley Scott, 1982): Cuando los viejos dioses habían muerto y los nuevos no habían nacido, hubo un momento en el que Ridley Scott hacía buenas películas. Sin duda, Blade Runner es una de ellas. La cara de dolor de Rachael (Sean Young) cuando Deckard (Harrison Ford) le empuja, al salir del apartamento, es real. Por lo visto, al actor se le fue la mano y le metió un buen viaje. Pero la nota de genialidad la aportó Rutger Hauer (el replicante Roy Batty). Cuando salva de la muerte a Deckard y le suelta aquello de "Yo he visto cosas que vosotros no creerías". Su diálogo estaba escrito pero él añadió una frase final que ha pasado a la historia: "como lágrimas en la lluvia".
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