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VALENCIA. El concierto es este jueves a las ocho de la tarde en el Palau de la Música, pero esta historia comenzó en octubre del año pasado, también un jueves, en el Conservatorio Municipal Iturbi de Valencia. El dolçainer Xavier Richart, el trombonista Carlos Gil y la pianista Marisa Sedano realizaron el primer ensayo juntos. Acababan de poner la primera piedra de un nuevo trío, Concordança.

Hoy en la sala Joaquín Rodrigo del auditorio del Paseo de la Alameda los tres ofrecerán el primer concierto de cámara de la historia que une a estos instrumentos en apariencia diferentes y en la práctica hermanados. El programa, variado, incorpora obras de J. M. Campos, J. R. Pascual Vilaplana, Crespo, B. Bataller, J. C. Sempere Bomboi, J. Sandström, B. González y F. Valor Llorens.

Unirán tradición y modernidad, con una fusión de timbres muy dispares, todo un reto artístico al que han llegado tras meses de pruebas, ensayos y trabajo. Ejercicio de equilibrio, tour de force musical, su principal desafío ha sido equilibrar la potencia sonora de la dolçaina y su timbre agudo y penetrante, con la tesitura más grave del trombón, y el equilibrio sonoro y expresivo del piano, "más rotundo", en la descripción de Gil. Una combinación que, de entrada, no deja indiferente.

"A finales de junio del año pasado Marisa [Sedano] y yo comenzamos a hablar sobre esta idea", relata Richart. El camino ha sido arduo. De su primera idea, dos dolçainas y piano, a la composición final del trío mediaron días de reflexión y probaturas. "Pensamos que era más fácil adaptar el sonido de una dolçaina con el trombón", revela Sedano. "Aparte Carlos [Gil] es un musicazo y queríamos trabajar con él. Es un lujo tenerle". ¿Y por qué trombón? "Porque es un instrumento habitual en todas la bandas", responde Richart.

ABRIR UN NUEVO CAMINO ARTÍSTICO

Se trataba pues de sacar de la calle a dos instrumentos asociados a la fiesta y llevarlo a los grandes escenarios de la música clásica, con una estructura que pudiera ser replicada e imitada en otros lugares; en definitiva, abrir un nuevo camino artístico. "Marisa [Sedano] es muy audaz por juntarse con nosotros", bromea Gil. "Que ella se haya prestado está muy bien", añade.

Después tocó la hora de coordinarse, encontrar las obras adecuadas, sentirse cómodos, hacer que el triángulo funcionase. "Al principio de este curso comenzamos a hacer las primeras pruebas y pedíamos a amigos compositores que nos escribieran obras. Había composiciones de dolçaina y piano, pero no con trombón". Hasta que lograron tener material suficiente para presentarse ante los aficionados a la música clásica.

El repertorio para su presentación tendrá un cariz "tradicional", advierte Sedano, "tirando a romántico". Un recital que constituye toda una acrobacia artística y sin red. "Es nuestro primer concierto y nunca hemos tocado en público", explica Richart. "Estamos emocionados, ésa es la palabra. Hemos estado hablando mucho estas dos últimas semanas, que han sido más intensas en ensayos, y algunos compañeros y amigos que nos han escuchado han coincidido que hemos elegido bien las composiciones. No se trata de una música densa. Hay algunas piezas que tienen un carácter lúdico y festivo. Hay piezas que son rítmicas y alegres y otras que son más emotivas".

Richart, que ha participado en conciertos como solista con la Orquesta de Valencia o con la Banda Municipal, admite nervios por el debut de su instrumento en el Palau como música de cámara. Pero advierte, "más que una reivindicación de la dolçaina, que existe y ha existido desde hace siglos, es demostrar que puede llegar a los auditorios; su escenario es la calle, pero no está limitado. Podemos dar el salto", concluye.