VALENCIA. La Norma de Bellini que se estrenó el domingo 8 en el Palau de les Arts, bajo la dirección escénica de Davide Livermore y musical de Gustavo Gimeno, fue en conjunto un gran espectáculo. La orquesta estuvo a un gran nivel, bajo la batuta ágil y precisa del maestro valenciano, que ya la había dirigido en concierto y se estrenaba con ella en el foso. Bello sonido para esos inspirados pentagramas de una de las grandes figuras del belcantismo, que estuvo acompañado por una producción firmada por Davide Livermore, el nuevo intendente del teatro, en general tenebrosa y con un cierto abuso de las proyecciones en primer término.
Livermore había dejado un grato recuerdo con la espléndida Bohème, de Puccini, que dirigió en lo musical Riccardo Chailly, y la más reciente La forza del destino, de Verdi. Sin rayar tan alto en este caso, la producción de Norma, con escenografía de Giò Forma, iluminación de Antonio Castro y vestuario de Mariana Fracasso, era efectiva para una historia propia del romanticismo truculento de la época que a los ojos de hoy es por completo intragable.
Muy tenebrista y quizá con un exceso de proyecciones en la pantalla transparente que, si bien sirven para dar a veces una nota onírica, entorpecen otras la visión de conjunto. Parece sin embargo, que este es el signo de los tiempos y casi no hay producción actual que no utilice este recurso. Cuando se levanta la pantalla transparente se produce en el público una sensación de alivio al poder ver la escena con nitidez. Acertadas fueron las videocreaciones de D-WOK y funcional el barroquísimo tronco-escalera que ayudaba con sus constantes movimientos a dar variedad a una acción excesivamente escasa.
La dirección musical de Gustavo Gimeno fue animada y supo sacar a la orquesta el sonido de alta calidad que posee. Fue una dirección muy rica en matices y muy bien "respirada" con los cantantes, elemento fundamental en un buen director de foso.
En cuanto a las voces, la soprano italiana Mariella Devia encarnó una Norma espléndida, de magníficos y aterciopelados agudos y que hizo gala de una muy rica paleta de volúmenes y de expresión para un papel tan extenso y complejo. El tenor Russell Thomas, por su parte, de poderosa figura escénica, hizo una exhibición de potencia y bello timbre en el papel de Pollione. La mezo armenia Varduhi Abrahamyan fue una Adalgisa de muy bello color vocal y gran fuerza dramática. El bajo ruso Serguéi Antamonov hizo gala de noble voz y buena técnica como Oroveso, junto al buen nivel de la Clotilde de Cristina Alunno y el Flavio de David Fruci, ambos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo. El coro, dirigido por Francesc Perales, estuvo tan brillante como acostumbra.
El público que llenaba el Palau de les Arts premió con reiterados aplausos durante la representación muchos de los números vocales y ovacionó con entrega a orquesta, director y el resto de responsables del espectáculo, como pidiendo con su entusiasmo la continuidad de un proyecto, el de la ópera en Valencia, que ha pasado por momentos críticos. La convocatoria de nuevas plazas en la orquesta y el nombramiento de dos nuevos directores musicales hacen pensar que las nubes sobre el futuro del teatro valenciano empiezan a despejarse.
Vincenzo Bellini
Norma
Reparto:
Russell Thomas, Seguéi Antamonov, Mariela Devia, Varduhi Abrahamyan, Cristina Alunno, David Fruci.
Orquestra de la Comunitat Valenciana
Gustavo Gimeno, director
Davide Livermore, director de escena
Ballet de la Generalitat. Inmaculada Gil-Lázaro, directora
Cor de la Generalitat. Francesc Perales, director
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