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VALENCIA. La Pulquería es el nombre de un ‘huracán' que arrasó España desde Valencia durante la pasada década. La fórmula: una banda con base de rock y pop de los 60, pero cuyo envoltorio de corridos (y sonidos) mexicanos estiró sus posibilidades hasta acabar por reconquistar México. Lo hicieron actuando en la Plaza de Zacatecas, donde Bob Dylan había actuado 24 horas antes, pero con la particularidad de reinterpretar toda una tradición musical al antojo de la fiesta.

Porque durante una década y pico, entre los años 2000 y 2012, lo cierto es que si en el imaginario colectivo hay una palabra asociada a la música de La Pulquería esa es la de ‘fiesta'. Una fiesta en la que, por si fuera poco, las aportaciones de vientos y la elaboración musical no pasaban desapercibidas para buena parte del público y así, discos como Corridos de amor o Hey Ho Chingón, recopilaban canciones para masticar más allá del directo.

"En realidad, lo único que no ha cambiado durante todos estos años ha sido lo que sucede en el escenario", apunta Pancho Tekila, guitarra de la banda que, tras dos años de súbita ausencia, ha decidido volver a los escenarios. "No es la celebración de nuestra disolución y no es nuestro regreso. Nos fuimos de repente, porque no podíamos más, y ahora, sencillamente, nos apetece volver a tocar juntos", apunto Miguel Ángel Escrivà, bajo de La Pulquería.

El lema de la minigira es ‘Ganas de veros' y su carácter es el de "no haber improvisado nada. Estamos seleccionando mucho los conciertos y ahora que ya se conocen fechas (la próxima, este viernes 6 de marzo en la sala Noise, Valencia) el teléfono ha empezado a sonar", apunta Pancho. Ellos reconocen que "hay una serie de ciudades donde la presión del público nos hacía tener mucho mono de volver a tocar". De hecho, Miguel Ángel añade: "es como tu novia de toda la vida. Lo has dejado, has estado en otras camas, pero es con ella con quien te quieres acostar".

La frase no es una idea descolgada para la banda porque, lejos de cualquier defensa de vida sana, rehabilitación o genuflexión del sistema, la historia de La Pulquería es la de una de las últimas bandas de rock a la antigua usanza de la ciudad de Valencia. Y las anécdotas se acumulan en cualquier conversación: "a veces hemos destrozado los camerinos de tal forma que los promotores sabían que solo podíamos haber sido nosotros / Una vez nos cortaron la luz en mitad del concierto porque uno de nosotros no pudo llegar hasta el baño para ir a mear / En Almería una chica se acercó a pedirnos un tema, pero dicen, yo no me acuerdo, que le vomité al intentar hablarle".

Conciertos, como el del próximo viernes, iniciados con el ritual de compartir con el público una botella de tequila, maquillados por el sudor compartido y en el que unas pequeñas barcas hinchables hacen las veces de vehículo para comunicar toda la sala por aire. "Ahora vemos a grupos que montan la fiesta por la fiesta, sin preocuparse por el tipo de canción que están haciendo. A nosotros claro que nos importaba la fiesta, pero elaborábamos las posiciones de las voces y los coros pensando en los Beatles. Esas son nuestras influencias".

Lo cierto es que los aires de Bad Religion y Offspring, por citar a referentes más cercanos, impregnan una trayectoria que ha evolucionado, pero que en esta minigira se presenta sin ambages: "a la gente lo que le apetece es escuchar las canciones que más ha disfrutado, que más recuerda, y ahora con el paso de los años han ido escogiendo un poco de cada disco porque con el tiempo todos se han ‘recolocado' muy bien en nuestra trayectoria".

El resultado: sold out en Madrid, rozando el lleno en Murcia y listos para agotar los tickets en Valencia. Les seguirán actuaciones en Vitoria, Zaragoza y el ViñaRock, el festival con el que se enfrentaron a decenas de miles de seguidores durante años. No obstante, su éxito nunca les sirvió para despegarse del suelo: "en uno de los grandes conciertos del ViñaRock, de esos de 30.000 personas, recuerdo que dos días antes estaba cortando la calle para un rodaje en Valencia. Otras veces he pegado carteles de grupos que teloneaban a La Pulquería", destaca Miguel Ángel.

Fichados de forma inicial por Sony, La Pulquería ha vivido todos los vaivenes de la música en las 15 o 20 revoluciones que ha sufrido la industria durante los últimos diez años: "si te he de ser sincero, soy más del antiguo régimen de todo esto. Para mí la música tiene valor cuando tengo un disco entre las manos y veo cómo unos tíos han ordenado las canciones y cómo las han editado y aprecio qué me quieren decir", añade Pancho.

La burbuja de los festivales y el trajín de los intermediarios (con el IVA como el intermediario más inesperado de todos ellos) hace que, pese a reunir a cientos, miles o decenas de miles de personas, la realidad musical de los miembros de La Pulquería sea otra. Proyectos independientes en paralelo y minijobs que salpican todo por y para seguir vinculados a la adicción de hacer música y de mantenerse bajo el espíritu del rock. "Si no tienes hipoteca y tu vehículo es una bicicleta, puedes vivir de la música", remata Escrivà.

¿PERO HA VUELTO LA PULQUERÍA?

Si bien la respuesta de sus seguidores ha sido la de llenar las salas en las que han comparecido, con apenas un margen de pocas semanas entre el anuncio de las fechas y los conciertos, lo cierto es que la banda no se plantea qué hacer tras este año de conciertos "seleccionados". Aun así, tanto Miguel Ángel como Pancho (a los que acompañan Huracán Romántica, Jordi y Andrés en el escenario) no ocultan que han compuesto canciones "pensando y sintiendo a La Pulquería durante estos años".

No obstante, las giras con las que cruzaron media Europa o actuaron en Nueva York parecen estar todavía lejos. Aunque, en declaraciones a ValenciaPlaza.com no avanzan esta posibilidad, lo cierto es que se les percibe motivados, ‘enchufados' y activos: "pudimos llegar a odiar el hecho de trabajar juntos, pero nunca el hecho de estar juntos". Juntos han vuelto "al único lugar donde nos podemos volver a sentir tan jóvenes como si fuera nuestro primer concierto". El siguiente, este viernes en Valencia.