VALENCIA. Para los amantes de los cómics europeos, elegir entre Spirou o Tintin era como para los apasionados de la música británica de los 60 y 70 tener que optar entre The Beatles o The Rolling Stones. Mucho más fácil hubiera sido preguntarles si preferían a mamá o a papá. El debate comiquero era absurdo, pero ahora lo es más. En su última aventura publicada en España, El Botones de Verde Caqui (Dib-buks, 2015), Spirou ha cerrado para siempre la polémica. ¿Cómo? Ayudando a limpiar el presunto (y falso) pasado nazi de su rival Tintin.
Pese a sus 77 años de historia -fue creado en 1938 por Robert Velter- y más de 60 álbumes a sus espaldas (lo que supone casi 25 autores distintos), Spirou nunca ha conseguido el reconocimiento del que goza Tintin. Los datos son los que son: el primero nunca ha interrumpido su cita con sus lectores pero ‘solo' ha vendido 30 millones de libros.
LA RIVALIDAD
El personaje de Hergé, con tan solo 23 álbumes y medio (es difícil catalogar Tintin y el Arte-Alfa), ha despachado más de 200 millones de copias. Eso sin contar las ediciones piratas, las adaptaciones al cine, la televisión... Hasta tiene un museo y varios euros de plata de curso legal con su imagen. Y eso que su revista dejó de editarse en 1993 y la de Spirou sigue viva.
Pero la rivalidad no solo hay que entenderla entre los personajes, era un problema editorial. Dupuis creó Le Journal de Spirou en 1938, donde nacieron personajes como Lucky Luke, Gastón el Gafe o Los Pitufos. Su más directa rival -aunque no la única- era Le Lombard, cuyo propietario (Raymond Leblanc) creó la revista Tintin para explotar el éxito del periodista del mechón rebelde, prácticamente el único personaje realmente memorable que pisó sus páginas (con permiso de Blake y Mortimer de Edgard P. Jacobs).
Sentadas las bases de la rivalidad, queda ver qué aporta la última aventura de Spirou que se publica en España (aunque en Francia llegó a las librerías en 2009). Para un lector casual o poco versado en la materia, es simplemente una buena historia de Yann con un excelente dibujo de Olivier Schwartz ambientada en la Bégica ocupada por los nazis.
HERGÉ, MIRANDO HACIA OTRO LADO
Sin embargo, para un amante de la línea clara, la página 45 pide mármol: un debate en un calabozo de la Gestapo entre varios prisioneros de la resistencia discutiendo sobre si Hergé era un colaborador o no. La polémica se zanjó tras la II Guerra Mundial, aunque algunos no se hayan querido enterar.
Mientras Bélgica permanecía ocupada -cayó en 1940 pese a haberse declarado neutral- Hergé parecía ajeno al sufrimiento de sus conciudadanos (de algunos, porque si algo no faltó fueron los colaboracionistas). Abandonó el diario Le Vingtiéme Siécle (cerrado por los nazis) y se pasó al pro-alemán Le Soir donde continuó publicando las andanzas de sus personajes.
Que Hergé era bastante conservador, no hay duda, pero tampoco era el anticomunista furibundo que podría pensarse de alguien que dibujó Tintin en el País de los Soviets (del que renegó pronto). Hay que recordar que ni siquiera se aprovechó más de la cuenta de su amistad con el fascista Leon Degrelle. No era ni un filonazi ni un héroe, simplemente, miró para otro lado en tiempos difíciles y le fue la mar de bien.
LA HISTORIA
Lo que reproduce la famosa página 45 de El Botones de Verde Caqui es la recreación de un hecho real (aunque no ocurrió como se cuenta). Tras la guerra, Hergé fue detenido hasta cuatro veces para explicar su relación con los nazis. Si se salvó de la cárcel y se le perdonaron sus pecadillos fue la intervención del editor Raymond Leblanc, un héroe de la resistencia.
Leblanc defendió al dibujante. Según él, el único momento bueno que conocieron los prisioneros belgas de los nazis era cuando, los domingos, llegaba Le Soir con una nueva entrega de las aventuras de Tintin. Al militar no le cabían las medallas en el pecho y había sido miembro del Movimiento Nacional Monárquico, el ala más conservadora de la resistencia y mucho menos activa que la comunista. Así nació una amistad que en 1948 dio lugar a la revista que llevaría el nombre del periodista de papel en su cabecera.
FIDELIDAD HISTÓRICA (MÁS O MENOS)
Más allá de la defensa de Tintin por parte de la competencia (y varios homenajes al personaje que es una gozada descubrir), El Botones de Verde Caqui es una de las mejores historias de Spirou desde que el mítico Franquin dejó de hacerse cargo del personaje tras la magistral Q.R.N. en Bretzelburg (1963).
Aunque en 1942 (el marco temporal del relato) es difícil de creer que los belgas fueran un verdadero quebradero de cabeza para los ocupantes -eso no ocurrió hasta que la suerte dejó el bando de los alemanes- está lleno de referencias históricas, incluidas varias a la persecución de los judíos, a la que el Gobierno belga contribuyó con entusiasmo.
El Botones de Verde Caqui forma parte de una serie de cuatro álbumes con los que Dupuis, en 2009, intentó relanzar el personaje encargando entregas autoconclusivas y con total libertad a distintos autores (Frank Le Gall, Yoann y Vecglmann...). Salvo esta y Le Journal d'un Ingénu (Émile Bravo, de próxima publicación), el resto no aporta nada a la biografía de Spirou.
Para los seguidores de las andanzas del botones del Hotel Moustic, la publicación de este álbum es portadora de buenas nuevas. La editorial Dib-buks se ha comprometido a recuperar todas sus aventuras a un ritmo de cuatro entregas anuales.
Ahora que se ha anunciado la inauguración en Francia de un parque de atracciones dedicado al personaje, es una excelente manera de hacer más llevadera la espera. Spirou y sus amigos Fantasio, Zorglub, Skip, el Marsupilami... no se merecen menos.
Le Journal d'un Ingénu ja va ser publicada en castellà. I és un gran tebeo. http://www.13millonesdenaves.com/comics.php?idcomic=88
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