VALENCIA. El registro promocional de los músicos de pop, rock, electrónica o cualquier otra manifestación de música popular, puede ser inagotable. Las campañas en las que se incita a la compra de un producto desde presupuestos francamente inusuales no son precisamente nuevas. Pero sí son más comunes desde que la saturación de la oferta invita a la diferenciación.
En ocasiones, es la propia estrategia promocional la que se come al producto, restándole gran parte del protagonismo que debería tener. Otras veces son las propias características de la música las que incentivan el recurso a maniobras ciertamente exigentes con el oyente, como es muchas veces el caso de algunos proyectos de música electrónica. Sea como fuere, en este artículo repasamos algunas de las campañas más extravagantes de los últimos tiempos. Desde el cerdo de Pink Floyd sobrevolando la central eléctrica de Battersea hasta la críptica sucesión de códigos de los Boards of Canada, pasando por algunas lindezas perpetradas por Michael Jackson, Aphex Twin, Morrissey, The KLF, Kanye West, Arcade Fire o Daft Punk. Son solo una muestra, claro. Pero es ilustrativa.
SI LOS CERDOS VOLASEN
Un cerdo volando. La clásica frase hecha. Pues bien, Pink Floyd lo hicieron posible. Y Aphex Twin tomaron buena nota casi cuarenta años más tarde. El zeppelín en forma de puerco sobrevolando la central eléctrica de Battersea es uno de los iconos indiscutibles de la historia del rock. Fue la imagen promocional de Animals (Capitol/EMI), su álbum de 1977. Un disco profundamente crítico con la industrialización y con el contexto sociopolítico del momento en el Reino Unido. Lo más curioso es que el cerdo de plástico hinchable escapó, estuvo volando durante varias horas, obligó a detener parte del trasiego aeroportuario de Heathrow (por donde pasó) y tuvo que ser capturado a la altura de Kent, tras una persecución policial con helicópteros. Tal cual. Carne de telediario.
En 2011 lo hicieron volar de nuevo, para promocionar su reedición. Y Aphex Twin (o lo que es lo mismo, Richard D. James) hizo lo propio el verano pasado. Haciendo volar un zeppelín amarillo chillón con el logo de su proyecto y el año 2014 impresos, para promocionar Syro (Warp, 2014).
MONEY FOR NOTHING
No fue exactamente un acto de promoción discográfica, sino un desternillante autosabotaje que pretendía poner en cuestión el a menudo absurdo funcionamiento de la industria del disco. Los británicos The KLF habían reventado las listas de éxitos de su país entre finales de los 80 y mediados de los 90. Bill Drummond y Jimmy Cauty eran dos provocadores natos que pusieron patas arriba el panorama musical de su país en apenas un lustro, con altas dosis de inteligencia, mordacidad y sátira. Más tarde, en una suerte de doctrina de shock, eliminaron por completo su catálogo. Y, lo que es aún más sorprendente, quemaron un millón de libras esterlinas de aquel momento, en 1994. Su cáustico discurso debía agotarse en sí mismo y a fe que lo lograron. ¿Habían perdido el juicio? Lo cuenta todo el periodista John Higgs en Caos y magia: La banda que quemó un millón de libras, recientemente editado en castellano por Libros Walden. Un libro fascinante, que cuenta cómo se burlaron del sistema del que se habían alimentado. Irrepetibles.
¿QUIÉN NECESITA MÚSICA CUANDO HAY PALABRAS?
Descontento con su discográfica y prácticamente con el mundo entero, Morrissey se dedicó a difundir las virtudes de World Peace Is None Of Your Business (Harvest/Capitol) mediante una serie de video clips en los que simplemente recitaba. Así lo hizo con las letras de ‘Earth Is The Loneliest Planet Of All', ‘World Peace Is None Of Your Business', ‘Istanbul' y ‘The Bullfighter Dies', sus adelantos. Spoken word para la ocasión. A modo de curiosos teasers. Sin complejos. Lo más bizarro del caso son algunas de las compañías que eligió, porque lo de Nancy Sinatra (en el segundo) era previsible, pero lo de Pamela Anderson (en el primero) no podía ser más chocante. Su discográfica, por cierto, difícilmente querrá volver a saber de él tras maniobras como esta y, sobre todo, el vendaval de invectivas con el que se despachó en los meses posteriores.
PINTURAS RUPESTRES
Arcade Fire se dedicaron a evangelizar al mundo acerca de la buena nueva que suponía Reflektor (Merge, 2013) a base de pintadas. Bueno, mejor dicho, con grafittis, para no traicionar la coartada estética. Una especie de parrilla dentro de un círculo, con las letras del álbum de marras marcadas en cada casilla. Ese fue el inesperado reclamo estético que adornó las paredes, aceras y cabinas de teléfono de muchas calles de Chicago, Londres, Roma, Berlín o Nueva York, en donde además colgaron una banderola gigante con el logo, la fecha y la hora de edición del primer single: 9/9/9. Fue después del verano de 2013. ¿Vandalismo o arte callejero? ¿Ingenio promocional o intrusividad cargante? El caso es que, desde entonces, lo del telón gigante ya no nos suena tan extraño. Lo utiliza cada año el Primavera Sound en las calles de Barcelona para incentivar el interés por las primeras confirmaciones de su cartel.
CRIPTICISMO AL PODER
El fascinante dúo escocés de música electrónica Boards Of Canada estuvo promocionado Tomorrow's Harvest (Warp, 2013), su último álbum, mediante una serie de piezas de audio relacionadas con código numéricos, anuncios emitidos en Cartoon Network con grabaciones de sonidos misteriosos, distribución de vinilos que contenían solo 20 segundos de audio junto a un número de seis cifras y demás partes de un elaborado puzzle cuyas piezas, todas juntas, darían las claves de lo que era su inminente trabajo. Un auténtico quebradero de cabeza, capaz de poner a prueba la paciencia del más impenitente de sus seguidores, en busca de los dichosos códigos ocultos.
SIN COMPLEJOS
Es bien sabido por todos que el talento de Kanye West es más o menos igual de voluminoso que su ego. Seguramente por eso, no es de extrañar que el rapero norteamericano tuviese el capricho de proyectar el clip de su tema 'New Slaves', extraído de su ábum Yeezus (Def Jam, 2013), en nada menos que 66 localizaciones por todo el globo: de Sydnay a Berlín, pasando por Miami, Toronto, Nueva York o Los Angeles. No en todas partes tuvo éxito: tanto en la Capilla Rothko de Houston como en la Capilla de El Álamo (también en Texas), la proyección fue prohibida por "irrespetuosa". Con la Iglesia había topado. Aunque el veto no haría más que incrementar el efecto publicitario de la maniobra, como suele pasar en esos casos. La polémica como propaganda sobrevenida. Y gratis.
EL ANONIMATO COMO FÓRMULA
Bien sea por timidez, por misantropía o por puro tacticismo comercial, si algo ha quedado demostrado durante la última década es que el anonimato bien puede servir para multiplicar el interés de cualquier propuesta de fuste. El misterio en torno a la personalidad real de un artista revelación siempre depara jugosas habladurías, chismorreos y cruces de opiniones en torno a las causas reales de tal opacidad pública. Aunque no se destine a sobredimensionar el envoltorio promocional de un disco en concreto, sino a veces de toda una carrera. O de su tramo incial.
Nadie ha encarnado mejor esa borrosa proyección popular que Burial, el joven británico que permaneció en el anonimato hasta agosto del 2008, afirmando en una entrevista que "sólo cinco personas saben que hago música". Hasta entonces, había publicado dos impactantes álbumes de electrónica brumosa y lóbrega (Burial y Untrue, ambos publicados por Hyperdub en 20006 y 2007, respectivamente), dotando de un aura espectral la herencia del dubstep. Al final se supo que era un tal William Bevan quien estaba detrás de ese proyecto que había acaparado portadas, parabienes críticos y nominaciones al Mercury Music Prize de 2008. En agosto de ese mismo año, Bevan publicó una foto suya en su MySpace, esa plataforma que hoy en día nos parece tan anticuada. Y despejó las dudas.
MEGALOMANÍA EN BRONCE
Tratando de relanzar una carrera en claro declive, Michael Jackson y Sony se dejaron 30 millones de dólares en la promoción del recopilatorio HIStory: Past, Present and Future, Book I (Epic/Sony, 1995). La mayor de parte de ese gasto hay que atribuirlo a las 58 estatuas gigantes e idénticas, diseminadas por varias ciudades de toda Europa, diseñadas por Diana Walczak. El llamado Rey del Pop, según el topicazo, debía tener una efigie a su altura. Y nadie escatimó en gastos. La gira fue un éxito, pero seguramente lo hubiera sido de la misma forma sin esos megalómanos monumentos que engalanaron tantas capitales europeas. Afortunadamente, la estatua que alberga actualmente el Museo Nacional del Fútbol de Manchester, mucho más cercana al tamaño natural e ideada originalmente por Mohamed Al-Fayed para decorar la entrada al estadio del Fulham, no tiene nada que ver. Hoy en día, aquello nos parece una excrecencia ochentera en plena década de los 90. Delirante y desproporcionada anacronía.
INMISERICORDE GOTA MALAYA
Apariciones previas con Kanye West en televisión, clips virales advirtiendo sobre la inminencia del contenido del álbum pista, teasers en su facebook, vídeos de adelanto en el Saturday Night Live, colaboraciones previas con Pharrell Williams para ir calentando el ambiente, aparición sorpresa en un show de Phoenix en Nueva York, acuerdo con Coca-Cola para la elaboración de un envase especial, aparición estelar en Los Simpsons y aparición fantasma en el festival de Coachella...ni el más atildado estratega podría haber diseñado una campaña más efectiva que la de Daft Punk y su Random Access Memories (Columbia, 2013).
Un goteo de información minimalista y constante, cual gota malaya. Revitalizó hasta extremos insospechados la carrera de una banda que, diez años antes (Human After All, Virgin, 2005), parecía no importar a casi nadie. Retomaron el espíritu de los grandes bombazos promocionales de los 70 y 80 a los que admiran (y a quienes rinden tributo evidente en sus discos) pero adaptándolo a los canales de difusión y a los tempos actuales. Ashley Newton, capo de Columbia, quería que su campaña fuera de una escala similar a la del Thriller (Epic, 1982 ) de Michael Jackson. Y lo consiguió. Al menos, a la versión más cercana que hoy en día se puede perfilar.
Los KLF no fueron los primeros en quemar dinero en público. Aquí Gainsbourg quemando un billete de 500 francos en 1.984 y protestando contra los impuestos. https://www.youtube.com/watch?v=gMq3Zr9_ARE
Deberiais documentaros antes de escribir vuestros artículos. La compañía discográfica de Morrissey fue la que quiso promocionar su disco con los vídeos recitados. Os dejo el escrito de Morrissey en su portal oficial donde explica su descontento con la promoción de Harvest: http://true-to-you.net/morrissey_news_140820_01 El cantante se quejó de que no hubiera ni un solo videoclip y fueron los fans los que montaron videos para YouTube con sus canciones. Un poquito de rigor, amigos.
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