VALENCIA. Peter Lim tiene 61 años y es dueño de una fortuna de 2.500 millones de dólares que le sitúa en el puesto 736 del ranking mundial de millonarios de la revista Forbes. El asiático ha aterrizado en el mundo del fútbol español después de varios intentos fallidos para comprar otros clubes europeos, como el Liverpool, convirtiendo esta operación en el último desafío empresarial de su vida después de haber logrado el éxito en la mayoría de sus negocios. Como él mismo ha confesado en privado a los gestores valencianistas varias veces, el fútbol es para él su último gran sueño y su gran ilusión después de haber superado un cáncer y tener la vida solucionada.
Peter Lim es un ‘producto natural' de Singapur. Un país que fomenta la competitividad extrema entre sus estudiantes desde las edades más tempranas. La educación es pública pero el acceso a los mejores centros de secundaria se consigue por nota. De la educación secundaria los alumnos salen hablando perfectamente el inglés, uno de los tres idiomas oficiales de Singapur (malayo, hindú o mandarín) y un tercer idioma que eligen entre coreano, japonés y, entre otros, el castellano. El nuevo dueño del Valencia CF fue un estudiante brillante y consiguió plaza para cursar sus estudios de secundaria en la mejor escuela del país, la Raffles Institution.
Pero la infancia de Peter Lim fue humilde. Hijo de un vendedor de pescado, vivió durante muchos años en un pequeño piso junto a sus tres hermanos y cuatro hermanas en uno de los barrios más antiguos de Singapur, Bukit Ho Swee. Después de sus buenas notas en el citado colegio singapurense, el gobierno asiático le becó por ser uno de los mejores estudiantes del país para que cursara sus estudios universitarios en la Universidad Occidental de Perth, en Australia. Allí estudió contabilidad y finanzas y fue donde Lim comenzó a sentir verdadero interés por las inversiones.
PRIMERAS INVERSIONES
Su primera inversión en bolsa fue con 18 años. Gastó en ella 385 dólares y no fue muy afortunado: los perdió y ello le costó una discusión con su padre. Mientras estudiaba trabajó como taxista, cocinero y también como repartidor en una casa de comidas rápidas Red Rooster. Según sus propias declaraciones en entrevistas concedidas, «empezó a sentir ganas de invertir al ver la rapidez con la que esa empresa había crecido».
Una vez acabados sus estudio, Lim tuvo varios empleos como contable. «Con los números soy feliz. Dame los números de cualquier empresa y yo puedo comprender a qué se dedica y el funcionamiento del sector», asegura Lim. Muy joven se convirtió en broker de bolsa y comenzó a ganar dinero a través de comisiones. Un nuevo mundo se abrió para Lim, donde muy pronto destacó con brillantez: en apenas seis años logró hacer una lista de clientes amplísima y ganó alrededor de unos cien millones de dólares, lo que le valió el apodo de Remisier King, el Rey de las Comisiones.
Sin embargo, su gran negocio llegó en 1990. Había establecido una gran amistad con el también singapurense Kuok Khoon Hong, uno de los clientes para los que invertía en Bolsa. Khoon le animó a invertir una fuerte suma de dinero para participar en una nueva empresa de aceite de palma, Wilmar International, hoy una de las agroindustrias más importantes de Asia y objetivo de activistas y organizaciones ecologistas. En la actualidad, el 5% de las acciones que Lim controla de Wilmar tiene un valor estimado de unos 900 millones de dólares.
Ésa fue su gran inversión, pero no la única buena, ni la única que le reportó grandes beneficios. Lim pasó de ser un simple corredor de bolsa a un inversor que tenía a más de veinte personas trabajando para él, asesorándole en cada movimiento. El asiático controla el 11% del holding FJ Benjamin y el 25% de Rowsley, uno de los grupos de inversión más importantes de Asia, y con el que Lim ha invertido en la ciudad de Iskandar junto a la familia real de Malasia, con la que le une una gran amistad, o con el que adquirió una empresa de energía solar en china. Además, el singapurense también tiene participaciones en diferentes mineras australianas, controla una cadena de cervecerías en Singapur -Brewerkz- y es el dueño con el 91% de las acciones de la cadena de hospitales privados Thompson Medical, una de las más importantes del sudeste asiático.
Las dos claves que siempre utiliza Lim para invertir son la «paciencia y la inversión a largo plazo». El asiático afirma «que hay que tener paciencia para comprar en el momento exacto y saber que las inversiones deben ser como mínimo a cinco o seis años e incluso pueden llegar a ser para diez o doce. Él jamás se encarga del día a día de sus sociedades. Sólo revisa a intervalos trimestrales, semestrales o anuales.
Peter Lim vive hoy en un edificio propio de once plantas en uno de los lugares más exclusivos de Singapur, junto a su madre, su mujer y sus dos hijos adolescentes. Tiene una colección de coches de lujo que guarda en su garaje privado, entre los que se encuentran diferentes Ferrari, Lamborghini y Audi... Además, posee un yate de grandes dimensiones y un jet privado con el que realiza sus viajes tanto de negocios como de placer.
Con su fortuna asentada como una de las más importantes de Singapur, convertido ya en un tipo poderoso y con contactos importantes en el continente asiático, Lim inició una etapa de inversiones en otro tipo de negocios más ligados a sus hobbys y aficiones, la Fórmula 1 y el fútbol, sus dos grandes pasiones. En agosto de 2011 realizó una inversión importante en la firma automovilística británica McLaren Automotive, de la que es miembro del consejo de administración desde el primer día de su entrada en el accionariado de la empresa.
Para introducirse en el mundo del fútbol hizo amistad con el influyente agente de futbolistas portugués Jorge Mendes, asociándose en el fondo de inversión de futbolistas Quality Sports Investment. Sin embargo, su gran ilusión no era ser agente de futbolistas. Con lo que de verdad soñaba Lim hace tiempo era con ser propietario de un auténtico gran club europeo de futbol. Su amigo Jorge Mendes lo sabía, y por eso cuando el presidente del Valencia CF le dijo a finales de 2013 que buscaba un inversor para el club le puso en contacto con el singapurense.
LLEGA AL FÚTBOL
El contacto fue en octubre y sólo dos meses después viajó a Valencia para presentarse ante el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, y presentar una oferta ante el dueño de la deuda, Bankia. Su oferta fue la primera del concurso de venta abierto por el club de Mestalla y cuyas condiciones estudió al detalle Peter Lim y todo su equipo de asesores.
Su oferta por el Valencia se plasmó en un documento de 500 hojas en el que detallaba su idea de club y su proyecto a desarrollar si conseguía quedarse con su propiedad. La oferta fue elegida por mayoría absoluta de los patronos de la Fundación del club y tras meses de negociaciones con Bankia para acordar las condiciones de refinanciación de la deuda, en diciembre de 2014 Lim firmó la compra del Valencia CF.
En su entrevista con Alberto Fabra, Lim comunicó al presidente que llegaba con la idea de conseguir un Valencia CF campeón de la Champions League. Ahora todos esos buenos propósitos y esos éxitos en sus empresas son parte esencial de la confianza que un gran sector del valencianismo ha puesto en el inversor asiático.
(Artículo publicado en el número de la revista Plaza de diciembre de 2014)
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