VALENCIA. "No se puede vivir sin Rossellini" aseguraba un personaje de Antes de la revolución (1964), de Bernardo Bertolucci. Era una exageración, pero como toda exageración tiene su parte de verdad. El cine, al menos, no se puede entender sin él. "Rossellini me ha enseñado que el sujeto de una película es más importante que la originalidad de sus títulos de crédito, que un buen guión debe estar en doce páginas, que hace falta filmar a los niños con mayor respeto que cualquier otra cosa", decía François Trufaut.
Roberto Rossellini (1906 -1977), muñidor del neorrealismo, guía espiritual de la nouvelle vague, es un pilar de la cultura europea. Cristiano, de origen acomodado, según su propia confesión antes de comenzar a trabajar en cine a principio de los años treinta tenía un buen oficio: "hijo de papá". "Y me gustaba", añadía. Hijo de arquitecto, está considerado como uno de los más grandes cineastas de todos los tiempos. Humanista, honesto, Rossellini decía que "el verdadero oficio que se debe aprender es ser hombre". "Ser director, ser pintor, no sirve de nada", agregaba, "si uno no aprende a ser hombre lo máximo posible".
Fue por eso que estuvo comprometido con su tiempo. Artífice de algunas de las películas más celebradas de la posguerra, su figura se convirtió en carne mediática a raíz de su (para la época) escandaloso affaire adúltero con Ingrid Bergman cuando rodaban Stromboli y ella quedó embarazada y dio luz a un niño, Roberto. Esa relación acabó con la estrella sueca expulsada del paraíso de Hollywood. Ni la polémica ni el posterior divorcio siete años después pudieron eclipsar su obra cinematográfica que ha roto la flecha del tiempo y que ha alcanzado ese intangible tan difuso que es la maestría. Porque hoy a nadie le cabe duda de que sin Rossellini la historia del cine europeo y mundial no sería igual.
El IVAC valenciano acoge desde este jueves las proyecciones de un ciclo que recoge la labor del Progetto Rossellini, una iniciativa conjunta de Cinecittà Luce, la Cineteca Nazionale, la Cineteca di Bologna y Coproduction Office, que ha permitido la restauración de una serie de películas del transalpino. La Filmoteca ya dedicó una retrospectiva completa en 2005 e incluso publicó con motivo de la celebración de aquel ciclo el libro Rossellini. La herencia de un maestro de Àngel Quintana, Jos Oliver y Settimio Presutto.
En esta ocasión el ciclo es más selectivo. Reúne diez películas significativas de su carrera como cineasta, siete de ellas restauradas en formato digital, y que se están exhibiendo estos días por España. Con la proyección de Stromboli, tierra de Dios dentro del proyecto Clásicos Filmoteca, se inicia esta cita para cinéfilos. El director de CulturArts, José Luis Moreno, evalúa esta decena de filmes que se podrán ver hasta el 10 de abril en la sala Berlanga del edificio Rialto y permiten reconstruir los puntos esenciales de una filmografía indispensable.
STROMBOLI, TIERRA DE DIOS (1950)
"Es una de las muchas películas imprescindibles que demuestran la fuerza y vigencia del discurso de Rossellini", dice de ella Moreno. Ingrid Bergman, conmocionada por Roma, ciudad abierta, le envío a Rossellini una carta en la que aseguraba que quería trabajar con él aunque no sabía italiano. Corría el año 1948. Al año siguiente, mientras rodaban Stromboli, tierra de Dios, iniciaron la relación sentimental que devino en escándalo. Ahora, cuando el tiempo ha borrado los ecos de aquel ruido, la película aparece con toda su grandeza. "Es una obra maestra que tiene suficientes argumentos para que haya permanecido como un clásico", insiste Moreno. Narra la historia de una mujer lituana que, para escapar de un campo de concentración, acepta casarse con un pescador de la pequeña isla siciliana de Stromboli, que se convertirá en otra prisión para ella. La copia que se proyectará en Valencia es una versión restaurada de 106 minutos inédita en España.
Jueves, 5 de febrero, 19:00 horas; sábado, 7 de febrero, 20.00 horas.
PAISÀ (1946)
Película de seis episodios, ambientada durante la Segunda Guerra Mundial en Sicilia, Nápoles, Roma, Florencia, Romaña y los Estuarios del Po, su objetivo es ofrecer el retrato del pueblo italiano en lucha por su libertad. Contó con la colaboración del escritor Klaus Mann (Mephisto) y de Federico Fellini en los guiones. Moreno destaca de ella su carácter de fresco del horror del conflicto. Es la segunda entrega de la llamada Trilogía Neorrealista que se abrió con Roma, ciudad abierta (1945) y concluyó con Alemania, año cero (1947) y en ella el cineasta empleó a actores no profesionales para darle más verosimilitud, técnica que aún hoy emplean cineastas como Ken Loach.
Sábado, 21 de febrero, 18.00 horas; domingo, 22 de febrero, 20.00 horas.
EL AMOR (1948)
Otra de las películas que llega en versión digital es esta singular pieza rodada por Rossellini a la mayor gloria de su admirada Anna Magnani. Se compone de dos episodios protagonizados por la actriz. El primero, La voz humana, está basado en una obra de teatro de Jean Cocteau; en él, la actriz mantiene una conversación telefónica con su ex amante. En el segundo, El milagro, una mujer se imagina que conoce a San José y se enamora de él. Con argumento de Federico Fellini, el propio Fellini encarna al silencioso santo.
Martes, 24 de febrero, 18.00 horas; viernes, 27 de febrero, 22.30 horas.
LA MÁQUINA MATAMALVADOS (1948)
A un fotógrafo de un pueblo de pescadores acuciado por la falta de dinero se le aparece el diablo y le otorga el poder de hacer desaparecer a cualquiera que desee fotografiándolo. Es una película insólita ya que supuso una ruptura con su pasado neorrealista. El propio Rossellini se justificaba. "Hoy creo que se debe encontrar una base nueva y sólida para construir y representar al hombre tal como es, con la fusión que se produce en él entre sueño y vida. Por ello he hecho La máquina matamalvados, que es quizá mi película más original. En ella se compendian y explican mis nuevas convicciones y en este caso la simplicidad no estorba", añadía el cineasta. Se proyectará una versión restaurada en 2011.
Viernes, 13 de marzo, 20.00 horas; sábado, 14 de marzo, 22.30 horas.
ALEMANIA, AÑO CERO (1947)
"Una de las películas más estremecedoras que he visto nunca, con un terrible final impregnado de verdad que señala al ser humano como un lobo para sus semejantes", dice Moreno. Testimonio imprescindible para conocer el horror de la postguerra, exento de manierismos y excesos, sigue siendo una película insuperable hoy día. Narra como en el Berlín de posguerra un ex nazi inculca a un niño, que vive con su padre enfermo, la idea de que sólo los fuertes tienen derecho a sobrevivir. Contiene momentos de una gran dureza y plantea con amarga sutileza cuestiones como la pederastia. Un largometraje crudo e inolvidable protagonizado por el niño Edmund Meschke.
Viernes, 20 de marzo, 20.15 horas; sábado, 21 de marzo, 22.30 horas.
ROMA, CIUDAD ABIERTA (1945)
"Fue un intento de convertir el cine en un instrumento útil", decía Rossellini de ella. Sacó las cámaras a la calle, algo que hasta entonces no se había hecho. Tras formarse como asistente de Goffredo Alessandrini y Frencesco De Santis, Rossellini había debutado en la dirección con La Nave Blanca (1941), la primera película de la llamada Trilogía Fascista, junto con Un piloto regresa (1942) y L'uomo dalla Croce (1943). Al finalizar la Segunda Guerra Mundial y liberada Italia de la dictadura de Mussolini, Rossellini quería dar testimonio de la humillación de su pueblo con una película que se impregnaba de vida, y que demostraba cómo se podía hacer cine fuera de la industria.
Logró su primer éxito internacional e inauguró el neorrealismo. Para Moreno es "un ineludible retrato de la tragedia que supuso la II Guerra Mundial". Con guión de su habitual colaborador Sergio Amidei, Fellini y él mismo, está protagonizada por una excelsa Magnani, cuya muerte en el film se ha convertido en un icono de la historia del cine. Narra cómo durante la ocupación nazi de Roma, la Gestapo persigue a jefe de la Resistencia, que contará con la ayuda de un camarada tipógrafo a punto de casarse y del cura Don Pietro.
Sábado, 21 de marzo, 20.00 horas; domingo, 22 de marzo, 18.00 horas.
LA PAURA/YA NO CREO EN EL AMOR (1954)
Basada en un texto de Stefan Zweig, Moreno asegura tener muy "buen recuerdo" de este drama que califica de "íntimo". Es otra de las tres películas que se exhibirán en 35 milímetros. Protagonizada por Ingrid Bergman y Mathias Wieman, narra la historia de una mujer casada que tiene un amante. Dicha mujer comienza a recibir amenazas de una joven que le pide que confiese su infidelidad a su marido.
Martes, 24 de marzo, 18.00 horas; viernes, 27 de marzo, 20.00 horas.
TE QUERRÉ SIEMPRE (1954)
Un matrimonio inglés viaja a Nápoles para gestionar la venta de una villa que un pariente les ha dejado como herencia. En ese entorno ocioso, lejos de las preocupaciones de la vida cotidiana, pronto se produce una crisis en la pareja. Radiografía precisa sobre las relaciones matrimoniales cargada de más verdad que cualquier película contemporánea, es un duelo interpretativo de altísimo nivel entre su entonces pareja, Bergman, y un elegante e impecable George Sanders.
Miércoles, 25 de marzo, 18.00 horas; sábado, 28 de marzo, 20.00 horas.
EL GENERAL DE LA ROVERE (1959)
Asegura Moreno que es el largometraje que más le apetece ver de todo el ciclo. "Tengo ganas de volver a verla por el personaje central que encarna Vittorio de Sica, que me encanta con todos su matices. Está extraordinario". Es una de las pocas películas del ciclo que se proyectarán en versión de 35 milímetros. Con guión de Indro Montanelli, Diego Fabbri y el imprescindible Amidei, está basado en el relato homónimo del libro Pantheon minore, de Montanelli. En 1943, en Génova, un estafador aprovecha la ocupación para sacar dinero a las familias de algunos prisioneros. Cuando los alemanes le arrestan, le ofrecen asumir el papel de un general de la Resistencia para obtener información de los prisioneros políticos.
INDIA, MATRI BHUMI (1959)
Giro en su carrera, Rossellini siguió los pasos de otro grande de la historia del cine, Jean Renoir, y marchó a la India al poco de divorciarse de Bergman. Si el francés filmó un drama maravilloso, El río (1951), el italiano rodó este documental que es una de las joyas inéditas en Valencia que se podrán contemplar dentro del ciclo y que también se proyectará en 35 milímetros. En él, el cineasta introduce elementos de ficción para representar aspectos de la vida cotidiana en la India de finales de los años 50. Jean-Luc Godard ubica a esta película a la altura de Que Viva México de Eisenstein y Tabú de Murnau.
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