VALENCIA. Tenía que haber sido una exposición. Primero en el Museo Valenciano de la Ilustración. Después, en el Centre del Carme. Al final ha acabado siendo un libro de coleccionista que ha sido editado por el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana. Se titula París en Julio Cortázar y ha sido escrito por el que posiblemente sea el mayor experto mundial en el autor de Rayuela, el catedrático valenciano Miguel Herráez, y cuenta con unas espectaculares fotografías de Carlos Martínez.
Concebido y realizado el año pasado, el libro es, según su autor, un recorrido por la localización de diversos espacios de Julio Cortázar en la Ciudad de la Luz, a la búsqueda de su escurridizo recuerdo. "Son espacios por los que anduvo y en los que situó sus narraciones", dice Herráez. "Lo hemos estructurado según aquellos lugares que le eran más queridos, como la Galerie Vivienne, el métro o el mítico pont des Arts, por ejemplo. Es imposible seguir el rastro cortazariano por París sin cruzar ese puente tal como lo cruzan Oliveira y la Maga", agrega.
Itinerario turístico y reflexión literaria a un tiempo, París en Julio Cortázar tiene algo de investigación detectivesca al adentrarse en los mundos cortazarianos a través de pistas. Para ello Herráez ha empleado parte del material que le cedió la primera esposa del novelista, Aurora Bernárdez, con quien mantuvo una larga amistad. Pero, sobre todo, ha acudido al testimonio más fiable de Cortázar: sus obras.
"Es posible de esta forma rastrear algunas constantes, referencias acerca de espacios, bien porque se hayan propagado a través de su biografía o bien por la traslación de esos entornos a su propia obra narrativa", escribe Herráez en el libro. "En este planteamiento, sin distinciones entre sus esferas ficticias y sus esferas vitales, he acotado algunos de ellos, y lo he hecho utilizando una vez más la frontera histórica del Sena como corte diferenciador entre la rive gauche y la rive droite", añade.
Si la margen izquierda se considera la más bohemia, la artística, la creativa, la derecha suele interpretarse como la más burguesa, la conservadora, la solemne, la que habla a la Historia. ¿Cuál era el París que más le atrapaba? ¿Dónde tomaba el café? La complejidad de la relación de Cortázar con París es tal, que no tiene incluso un espacio definido en la capital francesa.
"Suele asociársele con la rive gauche, las calles del barrio latino, sus cafés, pero la verdad", explica Herráez, "y eso me lo contó muchas veces Aurora Bernárdez, es que a él le atraía mucho también la rive droite, los grandes bulevares. Sus dos casas básicas, las que más cuentan en su biografía, estuvieron en ambos lados: la place du Général Beuret, donde convivió con Aurora Bernárdez (rive gauche), y la rue Martel, que pertenece a su tiempo con Carol Dunlop (rive droite)".
Y es que Cortázar amó a París en sus dos vertientes, apreció las cosas buenas de ambas márgenes, en un actitud que es casi una declaración vital. Una vinculación que le llevó a pasear por la ciudad durante horas.
"En mi Diario de París con 26 notas a pie, de donde sale parte de este texto como avance, hablo de eso, de cómo se dejaba al azar en su caminar", ratifica Herráez. "El conocimiento de París por parte de Cortázar es una experiencia emocional", añade. Un viaje que él y Martínez han revivido y convertido ahora en un volumen que se deviene en una suerte de libro de viajes para cronopios.
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