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VALENCIA. "¿Va a tirar mano de la agenda de doña Helga [Schmidt]?". El nuevo director artístico del Palau de les Arts, Davide Livermore, miró a su interlocutor. "No. Voy a tirar mano de la agenda del Palau de les Arts", sonrió. "Excesivo", en su propia definición, como buen cantante de ópera, usó este martes toda su gracia e intensidad latinas para transmitir su mensaje.

Sus planes para el Palau de les Arts están claros. En primer lugar, consolidar la orquesta. Para ello anunció que espera tener resuelta la cuestión pendiente del director musical antes de junio. "¿Seguro?". "Seguro es una persona que está muerta", bromeó el turinés.

En segundo lugar, conseguir que no baje el alto nivel artístico, la excelencia, que ha sido reconocida por la crítica española con tres premios Campoamor y toda clase de galardones internacionales. Por respeto a los profesionales, por el público y porque lo que se ha conseguido en apenas una década, dice, tiene mucho mérito. "Hace diez años aún estaban poniendo los ladrillos y ahora todo el mundo lo conoce [al Palau de les Arts]". Para ello seguirá manteniendo contactos con las grandes figuras, que han sido el sostén y la referencia del coliseo valenciano en esta primera etapa.

Así, anunció que este miércoles tiene previsto hablar con el tenor español Plácido Domingo, gran valedor del proyecto. "Nos llamamos el otro día pero yo no pude atenderle porque estaba hablando por teléfono y luego, cuando le llamé, estaba ensayando", explicó. Igualmente, el jueves mantendrá otra conversación telefónica con Zubin Mehta, con quien se está negociando su regreso desde hace meses.

En la recámara queda su gran amigo Riccardo Chailly, con quien el propio Livermore admitió mantener una relación especial. La presencia del director milanés en el futuro en el coliseo valenciano se da casi por segura. Aunque Seguro, ya saben, es una persona que está muerta.

FELIZ DE NO TENER QUE CONTROLAR EL DINERO

Livermore, gran defensor del legado de Helga Schmidt, se refirió también la programación del año que viene, importante porque como apuntó es la del décimo aniversario. Ya hay parte de la misma cerrada, dijo sin entrar en más detalles. Su idea es completarla. Continuará el trabajo de la austriaca. En la teoría y la práctica es su heredero.

Encantado por no tener competencias económicas ("el dinero tiene un peso en el karma que es terrible", bromeó), Livermore se ha destacado siempre por hacer un uso más que eficaz de los recursos de los que dispone, sean pocos, muchos o ninguno, lo cual habla de su inteligencia. "Se puede hacer mucho con poco", apuntó este martes abundando en esa idea de gestor eficaz. Solicitará más presupuesto si lo considera necesario, pedirá ayuda cuando lo precise, pero su prioridad será aprovechar lo que tiene.

Y por último, lo más importante, Livermore quiere seguir acercando la ópera al gran público. Es de hecho su principal obsesión. Livermore habló de "servicio público". Quiere transmitir la magia de la lírica a las nuevas generaciones, impactarles con obras compuestas hace más de un siglo como a él le impactaban cuando las oía cantadas por su padre y sus abuelos paternos, grandes aficionados que le transmitieron la pasión. "Amo la ópera por mi padre", decía este martes.

Para ello se apoyará en la plantilla del Palau de les Arts. Se volvió a deshacer en elogios a la hora de hablar de ellos, de los trabajadores del complejo con los que mantiene una muy buena relación. De la orquesta al Coro, pasando por el gestor económico Francisco Potenciano y los trabajadores de administración. Hasta relató una broma que le hizo uno de los trabajadores de la seguridad del complejo. Les calificó de "familia" y recordó como al principio de la temporada habían dedicado una representación a la memoria de una trabajadora fallecida de manera prematura. "La gente vive, trabaja, sueña y muere aquí", dijo. Una familia de la que él se siente uno más.