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VALENCIA. En pocas ocasiones, una pieza de arte ha podido ejemplificar mejor los problemas burocráticos en la cultura institucional valenciana. La tabla El Juicio Final del siglo XV del pintor flamenco Vrancke Van Der Stock se encuentra dividida sin reunirse por un conflicto de competencias entre la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia, con el Ministerio de Cultura como testigo inesperado de este rifirrafe.

La tabla ha sido considerada históricamente como uno de los símbolos artísticos de la ciudad. Comprada en 1494 al comerciante Joan de l'Anell por 64 libras por los jurados de Valencia, el equivalente a los actuales concejales, El Juicio Final presidía la cambra del consell secret en la antigua Casa de la Ciudad. Al margen de su belleza y de su valor económico, tiene pues un gran valor simbólico para el consistorio.

La obra permaneció íntegra en el consistorio hasta que en torno a 1860 le fueron sustraídas la parte exterior de sus portezuelas para ser vendidas en el mercado negro. Durante casi un siglo y medio la pintura permaneció dividida. Las portezuelas perdidas acabaron saliendo al mercado de subastas de arte y una firma llegó a exhibirlas en un hotel de Valencia. Ninguna institución se interesó por ellas.

Finalmente, fueron adquiridas por 950.000 euros en subasta por la Obra Social de la ya extinta Caja de Ahorros del Mediterráneo. El absurdo laberinto digno de un relato de Kafka se inició hace cuando los entonces responsables de la financiera decidieron ofrecerla como pago de impuestos. Como quiera que la dación sólo se puede realizar con museos nacionales, el Ministerio de Cultura accedió a poner en depósito la obra en el Museo Nacional de Cerámica, González Martí. Éste museo, a su vez, se lo cedió al Museo de Bellas Artes.

Cuando se planteó desde el Ayuntamiento reunir las portezuelas perdidas con el resto de la tabla, el Museo de Bellas Artes se negó. La obra, decían, donde se tiene que exhibir reunida es en el museo, con mejores condiciones y contextualizada, y no en una dependencia municipal. El consistorio entonces respondió llevando la tabla central al Museo de Historia, cerca de Mislata, y habilitó hasta una urna especial.

Ante esa situación, el entonces director del Museo de Bellas Artes, el ya fallecido Fernando Benito, ordenó guardar las portezuelas en un almacén. Finalmente, tras pasar más de un año fuera de la vista del público y tras un complejo proceso de restauración, las portezuelas se exhibieron en el San Pío V; la parte central de la tabla se quedó en el Museo de Historia y la pintura siguió dividida de manera incomprensible.

No ha habido ni atisbo de acercamiento entre ambas instituciones. El Ayuntamiento de Valencia, ya con Mayrén Beneyto en la concejalía, insistió en recuperar las portezuelas. Para ello trasladó en 2008 la tabla central de El Juicio Final al Museo Histórico, ubicado en el Ayuntamiento, donde la depositó en una urna acondicionada específicamente para exhibir obras de arte.

Desde entonces y hasta la fecha la pintura sólo se ha vuelto a reunir en tres ocasiones, para sendas exposiciones temporales: una en 2007; otra en 2010 y una tercera ahora mismo en el Centro Fernán Gómez-Centro Cultural de la Villa de Madrid. Han sido apenas unos meses en más de una década. Ese es todo el tiempo que se ha podido ver por fin completa. Una situación que Beneyto quiera ahora revertir porque la concejala se ha planteado como gran reto de final de legislatura intentar llegar a un acuerdo para dar solución a un sinsentido que dura ya doce años.

Así tiene previsto a solicitar al Museo de Cerámica las portezuelas con el fin de reunir la obra al completo en el Museo Histórico Municipal, sito en el edificio consistorial. Así lo avanzó este miércoles durante la presentación de la programación para 2015 de los museos y monumentos municipales. La edil comentó que el deseo de la corporación local es que este importante conjunto pictórico se pueda ver al completo como ahora en Madrid.

De hecho, en la inauguración de esa muestra, relató Beneyto, muchos de los visitantes se sorprendieron de que la tabla central de la pieza estuviera enmarcada de una manera diferente a las puertas laterales y, por ello, se les explicó que "no es un tema de capricho", sino que la obra se exhibe en partes separadas porque no se ha llegado a un acuerdo para exponerla conjuntamente. Incluso fuera de Valencia, las diferencias políticas las mantienen separadas.

El procedimiento que se va a seguir es realizar la solicitud al director del González Martí, Jaume Coll, para que éste, a su vez, curse la petición al Ministerio de Cultura. "Tenemos hasta el sitio preparado (en el Museo Histórico Municipal)", apuntó la concejala. Su deseo es que las piezas pueden volver a Valencia hacia el mes de mayo, cuando está prevista la clausura de la muestra en el Fernán Gómez de Madrid. El enredo, pues, continúa. Falta sólo saber si esta vez, por fin, los políticos son capaces de llegar a un acuerdo.