VALENCIA. Menos de un cuarto de hora, 13 minutos, son los que separan a Johann Georg Elser de la Historia. Elser nació en 1903 y murió hace 70 años, en el campo de concentración de Dachau, el 9 de abril de 1945. Fue un campesino y carpintero comunista, e intentó asesinar a Adolf Hitler y otros jerarcas del Partido Nazi el 8 de noviembre de 1939 colocando una bomba en la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich. Allí se celebraba el aniversario del Putsch de Múnich (el golpe de estado fallido de Hitler de 1923). Con ese motivo se habían reunido personalidades importantes del régimen, como Goebbels, Frank, Von Ribbentrop, Bouhler y el propio Führer.
Hace seis años la ciudad alemana de Constanza conmemoró el setenta aniversario de este atentado que fracasó porque Hitler abandonó la reunión 13 minutos antes de lo previsto. En aquella acción terrorista murieron ocho personas, siete de ellos miembros del Partido Nazi, y fueron heridas otras 63 personas, 16 de ellas de gravedad. Elser fue detenido cerca de la frontera suiza y estuvo recluido durante cinco años como "prisionero especial".
Las autoridades locales de Constanza, en la frontera con Suiza y donde Elser vivió desde 1925 hasta 1932, colocaron en 2009 un busto de bronce justamente en el lugar en el que fue detenido. Durante la ceremonia, el historiador Lothar Burchardt describió a Elser como alguien que "no cabía en ningún patrón común" y como persona que si bien era miembro del partido comunista, no era fiel a la línea, sino un espíritu independiente que actuó completamente en solitario.
Por ese motivo, explicó entonces Burchardt, no hubo iglesia, sindicato o partido que lo reclamara para sí, lo que contribuyó a que no se hiciera tan famoso como otros personajes que atentaron contra Hitler, como por ejemplo, Claus von Stauffenberg, el cerebro de la célebre Operación Valkiria, un fallido intento de asesinato y golpe de Estado del 20 de julio de 1944 que ha inspirado varias películas.
ESTRENO EN EL FESTIVAL DE BERLÍN
Ese silencio que ha rodeado a la figura de Elser será en parte solventado con el estreno de la próxima película del cineasta alemán Oliver Hirschbiegel 13 minutes (Elser). El largometraje tendrá su premiere mundial en la sección oficial de la 65 edición del Festival Internacional de Cine de Berlín que empezará el próximo 5 de febrero y es una de las películas más esperadas del año. Desde que el austriaco Klaus Maria Brandauer se aproximó al personaje en 1989 de manera muy tangencial en Siete minutos para morir, un film que el mismo Brandauer dirigió, la figura de Elser ha sido de continuo soslayada y obviada pese a su enorme atractivo.
Hirschbiegel, director de El Hundimiento, El Experimento e Invasión, es el responsable de un largometraje que se prevé llegue a España en el segundo semestre del año, según adelantaron desde la distribuidora A Contracorriente Films. La película está protagonizada por Christian Friedel (La cinta blanca) en el papel de Elser y le acompañan Katharina Schüttler (Oh Boy) y Burghart Klaussner (La cinta blanca).
Desde la distribuidora destacan la personalidad de Elser, "que se enfrentó solo al poder y fracasó". Porque, como recuerdan, Elser fue una persona que "pudo haber cambiado la Historia y haber salvado millones de vidas si hubiese contado con 13 minutos más". De haber dispuesto de ese tiempo, "la bomba que él personalmente había preparado hubiese acabado con la vida de Adolf Hitler".
¿Quién era ese hombre que detectó el peligro que podía representar Hitler antes que la mayoría lo hiciera? ¿Quién era esa persona que decidió actuar solo contra Hitler cuando el resto de alemanes, incluyendo los generales y altos cargos del gobierno, simplemente acataron órdenes y callaron? Esas son las preguntas que intenta responder un largometraje en el que Hirschbiegel ha contado con el guión de Fred Breinersdorfer, autor del libreto de Sophie Scholl, película sobre la heroína de la resistencia alemana líder de La Rosa Blanca, quien fue también ejecutada por los nazis.
La importancia del atentado fallido de Elser es crucial. Tal y como describe en su obra magna Hitler el historiador británico Ian Kershaw, "a Hitler sólo se le podía derrocar a finales de 1939 de dos formas: o con un golpe de Estado desde arriba (...); o bien (era algo que el dictador nunca descartaba) un atentado contra su vida desde abajo, obra de un inconformista que actuase completamente solo, al margen de grupos de resistencia clandestina". Y ése fue el caso. "Hasta julio de 1944", escribe Kershaw, "nadie estaría tan a punto de acabar con Hitler como lo estuvo Elser a principios de noviembre de 1939".
"FUE TAN METICULOSO..."
En otoño de 1938 Elser, a quien curiosamente "no le interesaba la política", se convenció de que sólo asesinando a Hitler y la cúpula del partido nazi mejoraría la vida la vida los trabajadores alemanes y se evitaría la inminente guerra. Con una extraordinaria minuciosidad, este hombre solitario y perfeccionista fue diseñando el atentado. Tras comprobar en 1938 las posibilidades reales de llevar a cabo el mismo con una bomba de relojería, eligió el sitio donde colocarla, una columna de la cervecería situada justo detrás de donde se sentaría Hitler.
Su trabajo en una cantera le permitió hacerse con la dinamita que necesitaba. En agosto de 1939 Elser volvió a Múnich. Se escondió en la cervecería por las noches al menos en una treintena de ocasiones durante los tres meses siguientes, para así poder hacer el agujero donde quería esconder la bomba. "Fue tan meticuloso", escribe Kershaw, "que llegó a forrar la cavidad con estaño para impedir que se oyese un sonido a hueco si alguien daba un golpe a la columna".
La bomba quedó colocada y dispuesta el 6 de noviembre. El 7 de noviembre Elser comprobó que aún funcionaba, oyendo su tic tac poniendo la oreja en la columna, y salió para Constanza, donde se le apresaría. Aunque el dictador habló de que le había salvado la Providencia, la realidad es que si Hitler no murió ese 8 de noviembre fue "por pura suerte", dice el historiador. Con la guerra en marcha, el dictador tuvo que volver a la cancillería de Berlín antes de hora para resolver asuntos más importantes "que evocar los viejos tiempos con veteranos del partido en la Bürgerbräukeller".
El atentado de Elser trastocó al III Reich. Así lo relata el historiador Peter Longerich en su exhaustiva biografía Heinrich Himmler. "Al principio Himmler y la Gestapo tacharon de absurdas las declaraciones del detenido, según las cuales había ejecutado el atentado por cuenta propia". Hitler y Himmler creían que había sido una operación clandestina de los servicios secretos británicos. Fue por ese motivo que Himmler interrogó en persona a Elser. Y el interrogatorio fue tortura, con Himmler "pisoteándolo brutalmente en varias ocasiones, insultándolo y haciéndolo apalear por otro agente en la sala contigua". "Fue, por cierto, el único indicio de violencia personal usada por Himmler en su larga carrera", añade Longerich.
En la noche del 13 al 14 de noviembre, Elser desbarató las expectativas y elucubraciones de Himmler al explicar con todo detalle la planificación y ejecución del atentado. Himmler quedó en evidencia, no sólo por la errónea investigación sino también por los fallos en la seguridad que habían permitido el atentado. Pese a ello Hitler siguió creyendo que el carpintero era un testaferro y decidió mantenerlo con vida para juzgarlo después de la guerra, cuando venciese, y así incriminar a los servicios secretos británicos. "Le internaron en el campo de concentración de Sachsenhausen y se le trató, curiosamente, como a un prisionero privilegiado", escribe Ian Kershaw.
Elser fue trasladado a Dachau hacia el final del conflicto. "Con la guerra prácticamente perdida", prosigue Kershaw, "Elser no tenía ya ningún valor para el régimen. Le sacaron y le mataron poco antes de que llegaran allí los estadounidenses". Un oficial de la SS le descerrajó un tiro en la nuca 21 días antes de que Hitler se suicidara.
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