La banda valenciana de hip hop, una de las sensaciones de la temporada por su 2º álbum
VALENCIA. Ricardo Romero (Nega) y Antonio Mejías (Toni El Sucio) forman, junto a DJ Bokah (Víctor Asins), la formación de Los Chikos del Maíz desde 2004. Tradicionalmente envueltos en polémicas que sus flamígeros textos han incentivado, se encuentran ahora en el momento más dulce de su carrera: su estupendo segundo álbum, La Estanquera de Saigon (BOA, 2014), se ha encaramado por méritos propios a las listas de lo mejor del año pasado para un sinfín de medios especializados. Entre ellos, Rockdelux o Mondo Sonoro, que lo han situado en los puestos 43 y 24, respectivamente, de sus recuentos anuales. Todo un hito para el hip hop facturado en la Comunidad Valenciana, generalmente huérfano de proyección.
El beneplácito crítico ha coincidido (no sabemos si de forma colateral) con el repentino auge en sus cotas de popularidad, consecuencia de su amistad con algunos emergentes representantes políticos de nuestro país, entre ellos el omnipresente Pablo Iglesias. Y ya sabemos que un titular que albergue en sus caracteres el nombre del líder de Podemos se cotiza hoy en día más que una golosina en la puerta de un colegio, como vulgarmente suele decirse.
"Estamos un poco cansados de los titulares del tipo 'el grupo que escucha Pablo Iglesias', porque aunque él es mi colega y nos lleva escuchando desde que sacamos maqueta, creo que nuestro mérito tenemos: llevamos seis semanas seguidas en la lista de ventas oficial de este país", nos comenta Nega al otro lado del hilo telefónico.
El MC valenciano es un tipo que se explica en las entrevistas de forma muy directa, con la misma contundencia y claridad de ideas que expresan sus textos. Reconoce que "es normal que eso ocurra, porque Podemos es una formación que está muy en boga y da muchos titulares, y eso vende mucho", pero los argumentos estrictamente musicales de su propuesta le asisten para reclamar una valoración exenta de raseros exógenos.
Su segundo disco ha supuesto un paso de gigante con respecto a su predecesor (Pasión de Talibanes, BOA, 2011), por el exuberante brillo de su producción, la sana heterogeneidad de las colaboraciones que lo integran (Zoo, Habeas Corpus, Evaristo Páramos, Shotta) y ese sentido ambivalente del hip hop que les lleva a sintetizar tradición y modernidad. Su sonido es rabiosamente actual, marcado por unos textos que exhiben denuncia social sin correcciones políticas ni maniqueísmos, lo que no es obstáculo para que en su sonido se pueda palpar la huella de Beastie Boys, Public Enemy y algunos otros astros de la constelación del hip hop old school. Generalmente el de veta más combativa, claro.
MÁS QUE MÚSICA
Por si fuera poco, el lanzamiento presume de un cuidadoso formato disco-libro, en el que destacan textos redactados ad hoc por el propio Pablo Iglesias, Íñigo Errejón (Podemos), Alberto Garzón (IU), Tania Sánchez (IU) y escritores y periodistas como Juan Domingo Sánchez, Jorge Moruno o Miquel Ramos, también miembro de Obrint Pas. Su apelación al talento batallador de la vieja escuela del hip hop es para ellos también extensible al marco ideológico en el que se mueven.
No hay para Los Chikos del Maíz mejor forma de afrontar el presente que conociendo el pasado: "A todos los niveles hay que visitar mucho el pasado, y ver que si las cosas ahora están como están, es a consecuencia de una cosa que se llamó Transición, y porque en los 80 hubo una ofensiva neoliberal brutal, dirigida por Thatcher y Reagan, dando como resultado la situación que vivimos ahora, que es hija de ese periodo", afirma Nega, quien trata de equilibrar la argumentación apuntando que "no es pasión por lo retro, porque también puede ser caer en eso de cualquier tiempo pasado fue mejor, algo que no nos gusta". Quien quiera entenderlo mejor, no tiene más que escuchar el bonus track oculto al final del metraje del disco: su particular recorrido histórico por la década de los 80, con poderoso sampler de Mecano (‘Hoy no me puedo levantar') incluido.
La explosión cromática que irradia el contenido del disco-libro, repleto de vistosos collages críticos con el poder, se justifica también como "una forma de ofrecer algo al oyente", ya que "cuando hay alguien que apuesta por ti, y más en estos tiempos en los que es tan fácil descargarse la música dándole a un click, creemos que hay que darles algo más algo y aprovechar para meter textos de gente que creemos relevante". Consecuencia, y no es detalle menor, del niquelado acabado formal de un disco "mucho más meditado, y con más calma, no solo a nivel estético sino también a nivel musical: con el primer disco tuvimos muchas prisas".
Tradicionalmente identificados con la izquierda más diáfana y la lectura de la historia en clave marxista, el trío valenciano se ha visto atrapado últimamente bajo la etiqueta de estandarte sonoro de Podemos. ¿No les resulta hasta cierto punto incómodo el encasillamiento, dada su proverbial alineación con las tesis cercanas a partidos como Izquierda Unida? Nega acepta el envite como algo inevitable: "Pues no lo sé. Supongo que a nadie le hace gracia que le vinculen a un partido político más allá de tus propios méritos artísticos, pero es algo que ha venido así desde que toda la gente de Podemos ha pegado el petardazo mediático".
De entre los textos que focalizan la atención en el libreto que acompaña el disco, destaca el de Tania Sánchez por su sinceridad, cuando afirma que nunca se interesó demasiado por el hip hop (el balbuceante recopilatorio Rap in Madrid, de 1989, tuvo parte de culpa) hasta que se acercó a la obra de Los Chikos del Maíz, tras años de escuchar a bandas como Reincidentes, La Polla Records o Maniática, a los que califica con honestidad como "expresión de una marginalidad política y cultural de corto recorrido".
Algo que nos lleva a consultarle a Nega si el hip hop es un vehículo expresivo más potente para la denuncia social que el clásico rock urbano, tan codificado en nuestro país durante décadas mediante una serie de consignas muy determinadas: "Igual sería un poco arrogante decir que sí, pero lo que está claro es que el hip hop tiene una forma de proyectarse sobre la gente joven que no tienen otros estilos musicales u otros movimientos", considera, algo que acaba atribuyendo a "una conexión que está ahí, por ser una música muy accesible, ya no solo porque la puedas descargar para escuchar en tiempos de mucha oferta en la red, sino porque además tú mismo puedas generar hip hop: para montar un grupo de rock con 18 años, o tienes un papi rico o a ver dónde metes una batería en casa, el alquiler del local que es carísimo o comprar una guitarra, pero para hacer hip hop solo necesitas un ordenador y una libreta, y esa accesibilidad es lo que creo que hace que conecte tan rápido".
SIN PELOS EN LA LENGUA
Los Chikos del Maíz sacan pecho de un compromiso político que les ha reportado problemas desde un principio (fue sonado el episodio protagonizado por el PP de Sevilla y la AVT, que denunció a la banda días antes de un concierto en la capital andaluza en 2010). Aznar, Rita Barberá, Ana Botella, Pedro Jota Ramírez, la COPE, el grupo PRISA...nadie está a salvo de unas invectivas líricas declamadas en bruto y con acento cercano a la sátira más cáustica.
Es algo en lo que creen que se diferencian de la gran mayoría de bandas de rap del país, interesadas en el relato de sus vivencias personales "en un 80 por ciento", tal y como manifiestan en el texto que ellos mismos firman. "Sí, humildemente, creo que hace falta más compromiso", esgrime Nega, aunque reconoce que "sí que es cierto que en los últimos tiempos, ya no solo grupos de hip hop o de rock urbano de toda la vida, sino gente como Amaral o Vestusta Morla, han hecho pequeños guiños posicionándose sobre cuestiones sociales y políticas".
Insuficiente, en todo caso, ante una realidad que describen como "de pura emergencia social". Porque "nunca hay suficientes grupos que apuesten por eso", y porque, aun así, "cualquier apoyo es bienvenido: no soy de esos que lo critican diciendo mira estos subiéndose al carro, que es una actitud bastante estúpida, ya que bienvenidos sean los que optan ahora por posicionarse".
Ese posicionamiento se plasma, yéndonos al otro lado de la trinchera, en la paradoja de que políticos como Pablo Iglesias, cuya repercusión es trasunto directo del caldo de cultivo creado por el 15-M del 2011, se vean en la tesitura de alternar en el Parlamento Europeo con Nigel Farage o la gente de Amanecer Dorado (así lo escribe en su contribución a los textos de La Estanquera de Saigón). Quizá la única forma de luchar para transformar el sistema sea hacerlo desde dentro, y no desde esa supuesta posición confrontativa que esgrimen todos aquellos interesados en calificar de antisistema a toda una nueva hornada de políticos, ¿no?
"No creo que sea la única: es una más, porque sin el hervidero que significó el 15-M, Podemos no tendría sentido, y no estaría donde está ahora sin la ola de movilizaciones que siguió a aquello, se llame la marea verde, la PAH, el movimiento contra los desahucios...Podemos ha sido el catalizador de todos esos movimientos sociales, que al final derivan en poder político, y la función de un movimiento social, al final, es tomar el poder político, porque no se puede ser movimiento social de por vida".
Resulta cuando menos curiosa la repercusión que el álbum ha tenido en medios de comunicación de ámbito estatal, si la comparamos con el casi total mutismo que ha generado en los medios locales, en cuyos resúmenes del año prácticamente ni aparece. Ellos, aunque no se quejan en absoluto de su tirón entre el público ("el mismo aquí que fuera", dicen), sí que notan cierta dificultad para que se su propuesta se valore en su justa medida: "Llevamos unos cuantos años y es cierto que notamos que en Valencia tenemos la cosa complicada: entre el ayuntamiento y las políticas culturales que tenemos...y sí que es verdad que en Madrid o en Euskadi lo tenemos algo más fácil...será que nadie es profeta en su tierra". También lamentan, no solo por ellos sino por el resto de bandas que practican hip hop en Valencia, que las bandas locales hayan carecido de alguna "etiqueta aglutinadora como en su día fueron el sonido de Zaragoza o el de Sevilla".
Sus próximas fechas serán el 6 de febrero en Alicante (Marearock), el 7 en Granada (Tren), el 13 en Donosti (Doka), el 14 en Zaragoza (La Casa del Loco), el 20 en Valencia (Rock City), el 6 de marzo en Málaga (Eventual Music), el 7 de marzo en Murcia (Garaje Beat) y el 14 de marzo en Madrid (Penélope).
Excelente entrevista. Javi no podemos comparar los valores de su ideología con los valores de la extrema derecha que llevan por bandera la intolerancia más absoluta al diferente.Alguien que tiene una ideología de ese calibre nunca debería ser tolerado ni aceptado, basta ya de ser tan políticamente correctos con las opiniones que nunca deberían aceptarse. Vivan Los Chikos del Maíz y vivan las ideologías extremas que luchan por la igualdad y la justicia.
Me gustan los chikos del maiz, no comparto la mayoria de sus letras ni mensaje pero se discernir un buen producto. El problema que veo es que lo hipocrita que muchas veces intentan perseguir del mundo les afecta de lleno, ellos pueden tener esas letras tan contundentes y de mensaje tan extremista y tienen cobertura en medios y hacen conciertos. Cuando el sonido es antisistema pero viene de la otra parte? Con mensajes igual de duros y extemistas, esos no aparecen y se les persigue....
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