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ARTÍCULO COMPLETO - NOVIEMBRE 2014

Quién manda aquí

J. CLEMENTE / FOTOS: E. MAÑEZ / ILUSTRACIÓN: L. DEMANO. 17/01/2015 «Sólo ha sobrevivido Juan Roig» ¿Qué ha pasado para que el poder valenciano se haya convertido en una quimera?

VALENCIA. "No has estado nunca allí? Ven conmigo, que tengo que recoger el maletín y te lo enseño». Visitante y anfitrión se adentran en una amplia sala en la que el sol entra tímidamente a través de las cortinas que cubren las ventanas del espacio. Al fondo, una mesa de despacho. En un extremo, otra para pequeñas reuniones. En las paredes, valiosas pinturas de coleccionista. «Yo no lo utilizo nunca. Cuando vengo uso uno que hay abajo más funcional y además está junto al del director territorial». Lo que dice el hombre del maletín es cierto. El despacho está listo para ser utilizado pero es evidente que nadie lo ocupa desde hace años. No hay papeles encima de la mesa. No hay expedientes o documentos a tratar en una hipotética reunión. No suena el teléfono. Sólo silencio y penumbra.

El hombre del maletín es José Ignacio Goirigolzarri -el invitado no importa- y el despacho que sólo de cuando en cuando usa como decorado es el mismo que ocupó durante años José Luis Olivas en la sede de Bancaja, ahora de Bankia, en la valenciana calle Pintor Sorolla. Cuando Goirigolzarri se despide de su acompañante y emprende viaje de regreso a Madrid, la planta noble vuelve a hibernarse.

El despacho de Olivas o, sólo unos metros más allá, el que ocupó Domingo Parra justo bajo la torreta que preside el imponente edificio de Banco de Valencia y que ya no existe (fue demolido con la reforma que inició el FROB cuando intervino la entidad y culminó La Caixa cuando compró el banco), son dos ejemplos de una época que pasó a la historia. Una historia que habla del poder financiero que llegó a alcanzar la Comunitat Valenciana, con tres entidades propias, dos entre las mayores de España, y que se ha esfumado. Pero también es una historia que escenifica cómo los centros de decisión se han ido centrifugando fuera de la Comunitat Valenciana y de cómo los que han cubierto los puestos que en su día tuvieron algunas de las personas más poderosas e influyentes de la Comunitat Valenciana no responden al perfil al que décadas de hegemonía tuvieron acostumbrada a la sociedad y a los empresarios valencianos.

 

«Con la excepción de Juan Roig no queda nadie con la misma o similar capacidad de mando que en el pasado acumularon políticos o financieros, ya fuera José Luis Olivas en Bancaja, Roberto López en la CAM o Domingo Parra en Banco de Valencia (los tres, imputados en la actualidad por diversas causas) o el entorno político de Francisco Camps o de Eduardo Zaplana», explica un veterano consultor político valenciano. Coincide en esa tesis un empresario presidente de una relevante compañía local. «Es cierto. Sólo Roig tiene ese poder, pero en realidad no ejerce todo el que podría desplegar si lo deseara...».

El nombre de Roig como referente y recurso para casi todo lo que ocurre en la Comunitat Valenciana ha aparecido en las operaciones más dispares: desde salvar al Banco de Valencia, a comprar el Valencia CF o para proponer nombres para los puestos más variopintos. «Hasta para presionar internamente a un partido se ha pedido su intervención, pero no entra ya en ese juego si es que en algún momento entró», explica el empresario.

Precisamente el mundo de la política es el que más ha sufrido el declive del poder valenciano. Alberto Fabra, presidente de la Generalitat, arrastra el estigma de su designación a dedo desde Génova y su capacidad de controlar el PP de la Comunitat Valenciana, del que es presidente, se ha demostrado limitada. Tras su apuesta fallida por Serafín Castellano, ahora el poder en la estructura está en manos de Isabel Bonig. «Sus ambiciones son todas y juega sobre el filo del apoyo a Fabra sin quemar sus opciones de futuro», dicen de ella.

Sin embargo, la verdadera dimensión de la falta de poder del PPCV se traduce en la nula empatía con la dirección de Madrid y el Gobierno. No hay ministros valencianos. Ni tan solo en la amplia dirección del PP hay ningún valenciano con poder una vez despejado a Bruselas Esteban González Pons. «Sólo Rita Barberá tiene capacidad de reunirse con Rajoy o de levantarle la voz a Cospedal», explican desde las fi las populares.

Las miradas que empiezan a fijarse en la oposición ante un probable cambio en la Generalitat tampoco obtienen un panorama muy distinto. Ximo Puig jugó sus cartas en el último congreso socialista a favor de Pedro Sánchez y ganó. Pero el control de la ejecutiva federal está en manos de Susana Díaz, la líder andaluza. La mayor incógnita pesa probablemente ahora sobre Mónica Oltra, más que probable candidata de Compromís a la Generalitat. En un tiempo en el que la sociedad mira a fenómenos como Podemos como referente, la estructura tradicional del poder tal y como se concebía en la Comunitat Valenciana parece que va a cambiar.

 

La falta de referentes con capacidad de influencia social y política choca con el escenario diseñado por Eduardo Zaplana para potenciar su figura más allá de las fronteras valencianas. Fue lo que bautizó como ‘poder valenciano'. Zaplana consiguió ‘vender' la tesis de la falta de poder en Madrid del por entonces Consell de Joan Lerma. Con el paso de los años, el nuevo inquilino de la calle Cavallers tejió un entramado de control más allá de la Generalitat adentrándose en el mundo empresarial y financiero.

A su alrededor brotó un cuadro de dirigentes que durante las dos legislaturas de Zaplana en el Palau y al calor de un ciclo económico expansivo -abriendo la espiral de deuda que hoy padecemos-, hicieron y deshicieron a su antojo.

Ese modelo se perpetuó con la llegada de Francisco Camps al poder. Con la Comunitat Valenciana convertida en el mayor granero de votos que un partido podría desear, Camps subió en el escalafón en Madrid. Las grandes empresas valencianas se disputaban cada metro cuadrado de suelo para urbanizarlo y ocupaban portadas explicando su capacidad de multiplicar el dinero. Las cajas lo financiaban todo al tiempo que compraban participaciones en multinacionales españolas, ya fueran Iberdrola o Fenosa, obteniendo remunerados puestos en sus consejos para los presidentes de CAM y de Bancaja.

Pero todo acaba. El 18 de abril de 2007 se podría apuntar en el calendario como el día en el que todo empezó a cambiar. Astroc, la inmobiliaria del valenciano Enrique Bañuelos, se desplomaba en bolsa al hacerse público que la empresa no contaba con negocio real. Era el principio del fin del boom del ladrillo. La Comunitat Valenciana, que había vivido posiblemente sus mejores años -y sueños- gracias a la industria inmobiliaria, pasaría a convertirse en una auténtica zona catastrófica de la burbuja. Primero cayeron los recién llegados al negocio al calor de los PAI, pero la crisis fue inmisericorde y acabó afectando a promotores históricos como Andrés Ballester, Luis Batalla o Juan Bautista Soler, por poner sólo tres ejemplos.

Y los constructores arrastraron a la banca que empezó a sufrir las consecuencias de haber enladrillado sus cuentas hasta un nivel insostenible. Concentración de riesgos y, en algunos casos, ligereza en la concesión de créditos que sólo encuentran explicación en los círculos y lazos de poder surgidos en una época en la que empresa y política se confundían con extrema facilidad.

Paralelamente a la crisis económica se estaba fraguando otra de igual calado pero de carácter institucional. También ésta tiene fecha. Fue el 19 de febrero de 2009 cuando informaciones periodísticas desvelaron que Francisco Camps estaba siendo investigado por Anticorrupción por haber recibido unos trajes de una trama corrupta. El caso Gürtel, que ya se instruía en Madrid, iniciaba su larga y procelosa andadura judicial y mediática en Valencia.

La caída en desgracia de Camps, que fue juzgado y absuelto, fue un proceso gradual. El ya entonces presidente del PP Mariano Rajoy puso la mano en el fuego por el molt honorable. Pero el avance de la investigación demostró (sigue demostrando) hasta qué punto la trama se había infiltrado en el día a día administrativo de la Generalitat. Más de cien imputados entre altos cargos y funcionarios del Consell.

Crisis económica más crisis institucional fue un cocktail demasiado fuerte para el sistema. Las cajas cayeron, cayó el Banco de Valencia, cayeron los políticos, los empresarios estrella quebraron y la imagen de todos ellos empezó a asociarse al territorio valenciano. A lo valenciano en general. Para el PP recién llegado a Moncloa, la Comunitat Valenciana era un problema y lo mejor era aislarla.

«De aquellos años de esplendor no queda nada ni nadie. La mayoría de empresas que entonces tenían la puerta del Palau de la Generalitat abierta de par en par han quebrado. Los despachos de los financieros están ocupados por delegados territoriales de Madrid o Barcelona y en política... En fin. No hay nivel», explica el analista, que concluye: «Quizá lo único positivo es que se está generando un nuevo tejido empresarial y profesional que vive al margen de la conspiración política»

ECONOMÍA

El poder financiero emigra, el empresarial se renueva
La economía valenciana ha sufrido un terremoto en los últimos años fruto del estallido de la burbuja inmobiliaria que provocó al crisis de las empresas que durante décadas habían sido referentes. La crisis de las empresas constructoras arrastraron a las cajas de ahorros que les habían financiado la burbuja. Eso provocó la desaparición del sistema financiero valenciano. CAM quebró, fue intervenida y vendida a Banco Sabadell. Banco de Valencia quebró, fue intervenido y vendido a La Caixa. Bancaja se fusionó con Caja Madrid en Bankia, que quebró y fue nacionalizada. Un panorama dantesco para el sistema fi naciero local del que desapareció hasta Ruralcaja, absorbida por Cajamar, con sede en Almería. Ni José Luis Olivas, ni Roberto López Abad, ni Domingo Parra, ni Aurelio Izquierdo... Aquellos directivos -hoy todos imputados por distintas causas judiciales vinculadas a la gestión de las entidades financieras- ya no ejercen. Ahora el poder financiero está en manos de delegados de los bancos de Barcelona -Jaume Matas (Sabadell) y Bibiano Martínez (CaixaBank)- o de Madrid (el dúo formado por Miguel Capdevila y José María Martínez).

No obstante, destacan algunos empresarios que están tomando el relevo en el ‘frente empresarial', como Pablo Serratosa, que pese a algún tropiezo, está levantando un grupo inversor interesante, Carlos Bertomeu, que se ha quedado Air Nostrum, Eugenio Calabuig, que ya controla Aguas de Valencia, los dueños del IVI, Antonio Pellicer y José Remohí (segundas fortunas valencianas) o el histórico José Luis Gómez Trénor, que se hace fuerte en Ebro.

JUAN ROIG
Hay un hombre en Valencia que lo hace todo

Mercadona es la mayor empresa valenciana y uno de los símbolos empresariales de España. A su alrededor ha creado un entramado de firmas proveedoras que dependen de la cadena de supermercados, y Juan Roig es el hombre que lo controla todo. Su poder es el único que se considera indiscutible en la Comunitat Valenciana. Y su influencia va más allá del puro ámbito empresarial. La Cámara de Comercio de Valencia o el poderoso lobby empresarial AVE (y su satélite EDEM) le escuchan y siguen su pauta. La sombra de Roig es alargada -en ocasiones más de lo que se sabe, en otras algunos la alargan más allá de lo verosímil-cpero lo cierto es que se proyecta sobre el ámbito económico y en ocasiones también el político e incluso el deportivo y social. No hay una figura similar en la Comunitat Valenciana. Personalista en la gestión de sus empresas y celoso de sus hechos y palabras, «el hijo del porquero», como se autodefinió hace unos años, conoce su poder y lo ejerce cuando lo cree conveniente. Y en muchas menos ocasiones de lo que algunos desearían.

JAUME MATAS
El nuevo referente

El delegado territorial del Sabadell lleva tantos años en Valencia que va a Mestalla. Pero de llevar un banco casi de empresas ha pasado a gestionar cientos de miles de cartillas de la CAM. Los empresarios lo han tomado como nuevo referente en el sector financiero local.

BIBIANO MARTÍNEZ
Caixabank de Valencia

Ha trasladado su despacho desde la esquina de la plaza del Ayuntamiento con Barcas al edificio de Banco de Valencia. La Caixa ha recuperado la marca de la centenaria entidad en todas sus oficinas para superar los recelos del que es tercer banco valenciano por cuota.

JOSÉ IGNACIO GOIRIGOLZARRI
El vasco que apagó el incendio

Su despacho está en una de las torres KIO de la Castellana de Madrid pero viaja mucho a Valencia, donde mantiene reuniones con clientes regularmente. No en vano es el segundo territorio donde más negocio tiene y es el banco con mayor cuota en la Comunitat.

J. VICENTE GONZÁLEZ
El patrón que no se calla

Aunque el papel de las organizaciones patronales se ha diluido mucho tras los años en que fueron comparsa de la Generalitat, Cierval tiene al frente a un presidente que, además de tener una empresa solvente, se ha mostrado reivindicativo cuando ha tocado.
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POLÍTICA
La carrera electoral más incierta en treinta años

A medio año vista de las elecciones autonómicas y municipales de 2015, el escenario político valenciano es un hervidero. El Partido Popular, que ocupa la Generalitat desde hace veinte años, ve amenazada su hegemonía sin que surjan nuevos nombres que rompan con el viejo PP. Algo parecido ocurre en el resto de partidos, donde las caras del pasado siguen siendo referentes. La irrupción de Podemos ha abierto un panorama nuevo del que sólo parece benefi ciarse una persona: Mònica Oltra.

Rita Barberá
La reina que no quiere gobernar

«Rajoy la llamó a La Moncloa y le dio un tratamiento de jefe de Estado. Pensó que ya había resuelto el problema de la Comunitat Valenciana, pero Rita volvió a Valencia y no ha hecho nada», así resume un buen conocedor de la alcaldesa de Valencia lo ocurrido el pasado 12 de septiembre en Madrid. Rita Barberá es, hoy por hoy, la única política valenciana que mantiene su capacidad de influencia. Posiblemente más por los años que lleva en el partido que por otra cosa. Pero la veterana dirigente, que se sabe en la recta final de su carrera, no parece interesada en ejercer de forma sensible esa influencia. «Volvió de Madrid y no ha contado a nadie lo que allí se habló, ni a Fabra ni a Bonig...». ¿Se presentará a la reelección a la alcaldía o Rajoy le pidó algo más? Lo cierto es que no se sabe. Es el juego de la alcaldesa. Todo el poder en sus manos... si quisiera ejercerlo. «No hará ningún movimiento. Rajoy tendrá que tomar una decisión, aunque sea la de dejar correr el tiempo hasta que todo se caiga de maduro, como ocurrió con Ana Botella o con Alberto Ruiz Gallardón».

ALBERTO FABRA
El presidente interino

Tal vez sea por la herencia recibida o por la falta de decisión para romper con el pasado, o por ambas cosas, pero lo cierto es que el presidente de la Generalitat llega al fi nal de este mandato ‘prestado' sin haberse consolidado ni entre la sociedad ni internamente en el partido.

ISABEL BONIG
Aspirante a todo

Tomó el relevo de Serafín Castellano al frente del PPCV y se lo cargó a la espalda, a lo bruto, un poco como hace las cosas esta política dura a la que le gusta compararse con Thatcher y que está atenta a un posible tropiezo de Fabra. Si la llaman, contestará y dirá sí. 

ALFONSO RUS
«¿Y por qué no yo?»

En público, todo el mundo respalda a Fabra. En privado, ya menos. El presidente de la Diputación de Valencia, alcalde de Xàtiva y presidente del PP de Valencia (y del Olímpic), no es que quiera ser presidente de la Generaltitat. Pero si hay que elegir a otro... ¿por qué no a él?

XIMO PUIG
Un presidenciable en el aire

El secretario general de los socialistas valencianos se lo preparó todo para llegar a la campaña listo para ser presidente de la Generalitat. Pero el desplome del PSOE y la irrupción de Podemos hace que su sueño de emular al maestro Joan Lerma se difumine.

MÒNICA OLTRA
Podemos fuera de Podemos

Hay quien la hace presidenta de la Generalitat, liderando un tripartito o tetrapartito. De momento será la candidata de Compromís superando las reticencias del Bloc. Pero Oltra es el Pablo Iglesias valenciano. Su tirón electoral es paralelo a la aceptación popular.

TONI CANTÓ
Tablas para salvarse

El actor deja Madrid y vuelve a Valencia. Pero la crisis de UPyD, que se desangra a pocos meses de las elecciones que le iban a llevar a gobernar en tantos sitios, le ponen las cosas muy difíciles a un político muy poco al uso. Su innegable popularidad será su baza para romper el 5%.
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SOCIEDAD
Un tejido social en proceso de reconstrucción

Los malos años que está atravesando la Comunitat Valenciana han dejado mella no solo en la política o en la economía. El tejido social también se ha visto afectado y se encuentra en estos momentos en un proceso de reconstrucción que abarca desde los elementos más básicos de recuperación de una sociedad civil a los más concretos, como devolver a determinadas instituciones culturales el prestigio perdido. El IVAM puede servir como ejemplo de todo lo ocurrido en la cultura local estos años.

SALVO-LIM
Populismo y dinero, el nuevo tándem del palco de Mestalla
El pasado 25 de octubre el empresario singapurense Peter Lim aterrizó por primera vez en el aeropuerto de Manises con su avión privado y lo hizo como nuevo dueño del Valencia CF. Una operación en la que jugó un papel esencial el presidente del club. El empresario Amadeo Salvo apostó fuerte por la candidatura del asiático. Con sus formas populistas fue capaz de movilizar a miles de aficionados para presionar a Bankia. Lim, por su parte, se ha convertido con esta operación en un nuevo actor en la economía valenciana. Habrá que ver los pasos que da en el futuro y si decide estar presente más allá de los límites de Mestalla.

MANUEL BROSETA
El abogado y la burguesía

Presidente del bufete familiar, del Consejo Social de la Universitat de Valencia y de la Fundación Conexus, Manuel Broseta representa a una burguesía local que, si bien ha notado la crisis, sigue buscando situarse en el foco de la toma de decisiones y la influencia.

PILAR DE LA OLIVA
Justicia contra la corrupción

La presidenta del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana fue una bocanada de aire fresco en los procesos contra la corrupción amontonados en los juzgados valencianos, donde se instruye casi una causa general contra una forma de hacer política.

(Artículo publicado en el primer número de la revista Plaza de noviembre de 2014)

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