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DJ'S DE MASAS

Música en los estadios: el negocio (desperdiciado) tras la pelota

JORGE SALAS. 15/01/2015 La relación entre deportes, música y marketing que funciona en Estados Unidos, pero no en España

VALENCIA. Todo apunta a que lo accesorio ha pasado a mejor vida. O, peor aún: su nuevo destino es convertirse ya en ese ruido perturbador y molesto que despista de lo que importa de verdad. Ha comenzado el imparable proceso de extirpación de la sorpresa, de lo diferente. Se acabó relacionar los domingos por la mañana en el campo de fútbol de tu pueblo con el "Take on me" de a-Ha porque es lo que sonaba al descanso; la voz de Morten Harket y los sintetizadores ochenteros, ni incitan al consumo ni elevan los niveles de entretenimiento del personal, más bien lo sumen en el más profundo de los viajes interiores. Mejor una de Pitbull, que se nos paran a pensar.

Sin embargo, y a pesar de que en el cóctel de espectáculos deportivos todo lo que no sea el balón parece accesorio, la música va conquistando terreno de relevancia. Poco a poco, de forma testimonial y siempre a rebufo de lo que sucede en Estados Unidos, los clubes van descubriendo que la megafonía sirve para algo más que para avisar de un coche mal aparcado o anunciar una empresa de reformas local. "Siempre he admirado lo que hacen en la NBA, ese juego de luces y sonidos que hacen meter al público en el partido", dice Roberto Baquero, el encargado de poner la música en los partidos de Valencia Básket en la Fuente de San Luis.

"Un espectáculo deportivo sin música es como una ensalada sin aliñar, es el estímulo que te marca el paso". El papel de Roberto Baquero en los días de partido es tan importante que ha pasado de ser DJ Fenoca, el dj que pone la música en la Fonteta, a DJ ValenciaBasket, patrimonio del club. "Soy, pienso y actúo en taronja". Con cerca de dos décadas de experiencia como dj ocasional en pubs y locales surgidos alrededor de la plaza del Cedro de Valencia, compagina su trabajo como disc-jockey de baloncesto con su negocio de formación para empresas.

LA EXCEPCIÓN ESPAÑOLA: DJ VALENCIA BASKET Y EL BUESA ARENA

"Creo que lo que se hace en Valencia no lo hacen en otras partes". Lejos de la falsa modestia, Baquero dice no tener ningún referente con humildad auténtica, y la realidad es que tiene razón: es imposible escuchar en otros pabellones nacionales a Arcade Fire, Kings of Leon, The Hives, Kasabian o The Black keys. "En la Fonteta suele funcionar la mezcla de géneros: el indie y el pop-rock a lo Arcade Fire entra bien; si me voy al rap nacional a lo Nach o Tote King, o al hip-hop USA, también pega genial", apunta el dj, que reconoce que A-Punk de Vampire Weekend repite este año gracias al escolta de Valencia Básket, Pau Ribas. "En los tiempos muertos, suelo utilizar algunas de las favoritas de un jugador que se ha salido antes", apunta.

En España, sólo en Vitoria existe cierta tradición por el cuidado del producto deportivo en toda su globalidad; los foros de baloncesto, entre ellos los de la propia ACB, se nutren de las clásicas dudas al respecto de qué canción sonó en determinado momento en el Buesa Arena. "En ACB, si tuviera que elegir una cancha sería el Fernando Buesa de Vitoria: además de poner una música interesante, cuidan muchos detalles como el sonido o las luces", asegura Baquero. Mejor no hablar de la versión techno del Seven nation army de The White Stripes que ahora ya suena en casi todos los pabellones; sí del Rock and roll part 2 del entonces TAU, que se convirtió en un clásico del apolillado baloncesto nacional.

Evidentemente, la canción de Gary Glitter no surgió de la nada. En Vitoria miraron hacia Chicago, donde la utilizaban para calentar al público. En baloncesto, el referente es Estados Unidos más que en casi ningún otro deporte; pero en la liga ACB todavía nadie se ha acercado a cosas que en la NBA llevan haciendo desde hace casi dos décadas. Las presentaciones de los Bulls de Michael Jordan a mediados de los 90, con juegos de luces, animaciones en el videomarcador, un speaker que honra su profesión y el "Sirius" de The Alan Parsons Project son impensables en la mayoría de los pabellones de baloncesto españoles.

ESTADIOS DE FÚTBOL: TIERRA HOSTIL

Fuera del baloncesto, el paisaje es un erial. "Poco a poco se van viendo cambios, pero también es cierto que en los deportes en los que no se juega en pabellón es más difícil cuidar esos aspectos porque la inversión en sonido es alta para sacar una calidad aceptable", afirma el dj del Valencia Basket, que recuerda el "gran esfuerzo" del club para mejorar el sistema de sonido y luces. "En tenis han empezado poniendo radiofórmula, que siempre funciona y además incita al baile y a la alegría; en balonmano ya se han puesto las pilas, y el último Europeo fue un no parar musical, en cualquier pausa sonaba un tema".

Por supuesto, hablar de cualquier conato de hacer marketing con la música en un estadio de fútbol y evitar la carcajada es un auténtico reto de autocontrol. "Uno cuando va al fútbol no sabe qué música va a escuchar, no puede identificarse con el previo ni sentir la emoción de las canciones que preceden a la salida de los equipos". David Blay Tapia, además de ser un periodista asiduo a Mestalla y al Ciutat de València por su trabajo en Radio Marca, asesora a deportistas y empresas en comunicación. "La música nunca ha sido parte importante del show en España y no tiene visos de serlo", termina.

De Mestalla destaca su "sempiterno problema de megafonía" en cuanto a "claridad de recepción", y las neuróticas listas "en las que conviven Miley Cyrus con Keane". Del Ciutat de València, sin embargo, resalta "una personalidad más definida" gracias, según él, al departamento de comunicación 2.0 del club dirigido por Héctor Conesa: "su selección, al menos para mí, tiene más coherencia, pero el hecho de empeñarse en que suene como si fuera un concierto de trash metal le resta algún punto".

EL CASO AMERICANO: PRO SPORTS MUSIC MARKETING

"Hay música que no cesa, sonidos de máquinas de pinball, flashes, láseres,... Los propietarios no pueden evitar que su equipo pierda, pero sí pueden asegurarse de que los aficionados estén entretenidos", dice Fred Traube, director de Pro Sports Music Marketing, una empresa que se dedica a poner en contacto grandes sellos y managers con propietarios de estadios. Así lo cuenta en un artículo de The Hollywood Reporter en el que repasa las 10 canciones más de moda en los estadios de Estados Unidos; entre ellas están la inagotable Happy de Pharrell Williams, el EDM de botellas de champán descorchadas de Calvin Harris y Summer, Birthday de Katy Perry o Timber de Pitbull.

El número uno es Turn down for what?, una canción de DJ Snake and Lil Jon en cuyo vídeo el protagonista rompe macetas y bates de béisbol con la entrepierna; tan edificante trama audiovisual tiene su extraña correspondencia con la realidad, ya que es la canción más utilizada en los campos de béisbol norteamericanos, según Traube.

Precisamente fue en un campo de béisbol donde Traube inició el periplo de Pro Sports Music Marketing: en 1999 consiguió que el Who let the dogs out? de los Baha Men, otra propuesta lejos del refinamiento, se escuchara sin remisión en todos los partidos de la Major League Baseball. "Hacemos algo más que proveer de música a los equipos: aprovechamos todo tipo de oportunidades deportivas y ayudamos a desarrollar la carrera de un artista", dice Traube en el semanal publicado por Billboard en septiembre de 2002.

LA CLAVE DEL ÉXITO

La clave del éxito está lejos de los tópicos y el repeat en bucle. En ‘We are the champions: the politics of sports and popular music', el profesor de la Universidad de Toronto Ken McLeod recoge la aclaradora visión de Joe DiMuro, vicepresidente de BMG Music Strategic Marketing Group. "Los deportes ofrecen una alternativa de mercado a la industria musical en un momento de declive en las ventas de CDs, lo sabemos bien y necesitamos encontrar nuevas formas de promocionar a nuestros artistas como forma de generar ingresos", señala DiMuro. El rapero Ice Cube es menos prosaico en cuanto al papel de la música: "la NBA solo es un juego si le quitas el hip hop; el hip hop hizo que Michael Jordan molara".

"Para mí la música siempre es una oportunidad, porque te define y te integra", afirma David Blay Tapia, que recuerda casos de éxito puntuales como el 'Amunt València a la victoria' en las últimas Ligas del Valencia y el himno de la ciudad, que en la actualidad suena en los finales de los partidos cantado por la grada de animación. "Todo el marketing del que presume el fútbol se diluye en los aspectos musicales, y dudo que vaya a cambiar porque la mayoría de responsables de marketing no lo ven como un arma, sino como algo accesorio", concluye.

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