VALENCIA. "La falta de inversión tanto privada como pública en la pasarela obliga a la organización a tomar la decisión de no continuar con el proyecto". Con este extracto, la Asociación Semana de la Moda de Valencia puso punto y final a la Valencia Fashion Week (VFW). Como adelantó ValenciaPlaza.com, la circular interna del certamen anunciaba que el evento no podía "hacer frente a la realización de una pasarela que reúna las condiciones mínimas".
La decadencia a la que apunta la pasarela corre en paralelo a la crisis económica del certamen, con 17 ediciones a sus espaldas, aunque tan solo una tras la marcha de Álex Vidal, todavía presidente de la citada asociación. La persona que le sustituyó, Sales Tatay, profesional de la confianza del diseñador que llevaba 14 años al frente de la VFW, ha sido la que unos meses más tarde ha dado un paso al frente y ha aceptado como directora que "no hay patrocinios ni recursos suficientes para una propuesta de calidad".
Ella no ha querido señalar a culpables de la desaparición de la VFW, tal y como ha declarado a ValenciaPlaza.com, pero lo cierto es que la caída es, según todos los agentes, la suma fatal de factores ajenos y propios al certamen. No cabe olvidar la salida en torno a la séptima edición de Dolores Cortés y Hannibal Laguna (miembros de la asociación DIMOVA) dos de las firmas valencianas más reconocidas internacionalmente en aqel momento, que abandonaron la asociación y la pasarela por fuertes desavenencias con la gestión de Vidal.
Vidal llegó a presentar su dimisión en 2011, bajo presión, pero el 94% de los diseñadores de la asociación le reeligieron con una votación secreta. Cuando se marchó definitivamente hace ahora algo menos de un año aseguró haber sufrido "un gran desgaste personal" por su presencia al frente de la VFW. Durante los últimos años, voces como las de Miquel Suay se oponían abiertamente al modelo de Vidal, calificando la pasarela valenciana de "carísima y no se traduce en un retorno económico: es como matar moscas a cañonazos". Él y Cortés lideraron alguna acción paralela desde DIMOVA, como la presentación en París del producto valenciano de la mano del fotógrafo Samuel Dridra, allá por 2012.
La Asociación Semana de la Moda, cuyas cuentas -a diferencia de las mercantiles- se hacen 'públicas' en un registro específico para estas entidades, ha recibido históricamente una subvención a través del IMPIVA sin previo paso por concurso. Durante años, la polémica ha estado servida en torno al reparto de esta dotación pública, con partidas 'propiedad' de la asociación para empresas subcontratadas en comunicación, producción, apuesta por la presencia de famosos y fastos. Eso sí, una cifra creciente en época de bonanza y menguante con la llegada de la crisis, que de rondar el millón de euros en 2010 paso a los 6.000 destinados en exclusiva a la presencia de unos pocos medios extranjeros en su última edición (y ya a través del nuevo IVACE).
EL FIN DE LA VFW, UNA OPORTUNIDAD
Mientras tanto y en paralelo la caída del consumo de estos productos se aceleraba y los patrocinios privados se diluían con la suma de recortes también del ámbito privado. Una decadencia que, en palabras de Juan Vidal "no me sorprende aunque no por ello deje de apenarme". El diseñador valenciano, entre lo mejor de las últimas cosechas de la VFW junto a Siemprevivas, Amparo Chordá, Pepe Botella o Miguel Vizcaino, apunta: "en lo primero que pienso es en los compañeros que ahora no van a tener dónde desfilar, pero esto me hace pensar que se ha de generar sí o sí una plataforma. Es una oportunidad".
La VFW desaparece y Lucas Zaragosí, la mitad junto Adrián Salvador de la marca Siemprevivas, apunta veladamente a las carencias de la pasarela: "lo importante siempre viene después de presentar la colección, porque es el momento de reunirte con compradores, clientes habituales y empezar a producir". En el caso de la pasarela valenciana, los propios desfiles -además de alguna conferencia o giro más creativo que comercial- eran el principio y el fin de la VFW: "las fotos y los aplausos están muy bien pero al final el trabajo diario es lo importante y lo único que puede avalar la coherencia de un producto", apunta Zaragosí.
En comparación Vidal pone como ejemplo a Milán: "la semana de la moda concentra a todos los agentes profesionales en torno a la moda, expone todo el mundo porque es internacional y su feria comercial es diferencial". No obstante, el diseñador valenciano -posiblemente el más reconocido actualmente fuera de nuestras fronteras- destaca otro aspecto para el análisis: "aunque la gran diferencia es que en Italia, con una industria mucho más consolidada que la nuestra, solo hay una única pasarela [por Milán]... aquí teníamos tres, por no citar a las más regionales".
Vidal y Zaragosí ven con cierta distancia a la VFW como una plataforma "indispensable" a partir de la cual han emergido unas carreras que, eso sí, se propulsaron tras emigrar de Valencia hacia entornos productivos más robustos. Mintras que a Vidal no le desgrada la opción de experimentar con opciones de 'pasarela nicho' (aunque insiste en la creación de un único referente de España para el mundo, "una única semana de la moda para crear 'marca España'", Zaragosí ve en este final una oportunidad para generar una propuesta más efectiva y comercial a partir del talento de moda valenciano.
Y es que la VFW, desdibujada por el sobredimensionamiento a través del dinero público y los recortes más tarde, no ha bajado el listón creativo a partir de sus diseñadores. Tanto es así que Vidal reconoce tener "un montón de amigos trabajando en puestos de mucha responsabilidad en marcas internacionales, lejos de España". Las ediciones de la pasarela valenciana iban desfilando, con mimbres sin complejos para sus colecciones, pero ahora toda una generación queda huérfana de espacio aunque invitada a provechar la citada oportunidad para reinventarse. A corto plazo, en cualquier caso, deberá hacerlo sin el impulso de las subvenciones públicas.
Que se dejen de tanta fashion week.. y que le pongan la pasarela del carmen como toda la vida
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