VALENCIA. Entre medianeras, en un horizonte pendiendo de un hilo, alrededor de calles infestadas de gris, sobre edificios antiguos, atravesando pedazos de ciudad que bordearon la demencia. Valencia se acaba de dar cuenta de que tiene nueva marca de la casa. Como ya va ocurriendo con tanto fenómeno, un reclamo diferente ha germinado sin que ningún tentáculo institucional participara de la siembra.
A los muros de la ciudad vieja y a los de sus barrios más gatunos se les puso color protesta. Arte urbano, intervenciones sobre paredes, street art... Elija usted el nombre. En lugar de efecto denuncia, y por las piruetas de la relevancia, lo que han logrado es inaugurar un reclamo turístico. Una cara B energiendo espontánea sin que nadie haya pagado por ella. El rostro turístico de esa Valencia fresca, joven y centrípeta que en lugar de a Calatrava reivindica la relación agitada con ella misma y sus circunstancias.
La cadena Nest Hostels, en su reclamo para un público que superó la adolescencia no hace tanto, enuncia: "Además de la paella legendaria y las fiestas del fuego que de manera sorprendente duran una semana, Valencia añade ahora el street art a su lista de reclamos para la fama. Políticamente cargada y creativamente contaminada, la tercera ciudad de España se está ganando un nombre como capital del arte urbano". Ajá. La bloggera británica Lucy escribe a su público guiri: "Si te das un pequeño paseo alrededor de Valencia verás que si hay una cosa que tiene la ciudad (además de mucho arroz) es un magnífico arte callejero".
Vinz, el padre de aquellos seres híbridos con cuerpo humano y cabeza de ave que están sobre tus viejas paredes, clamaba el otro día en Le Cool: "Tenemos varios artistas internacionales considerados estrellas alrededor del mundo. Es algo que no logro entender, ¿por qué una ciudad que intenta recaudar dinero a toda costa no explota este diamante en bruto?". Pinturas para definir una época.
Tras este alarde de fuerza están, en parte, las manos de Escif, personalidad del próximo lustro, al que casi nadie identificará jamás por la calle (el anonimato es la ley), y qué más da; uno de los artistas valencianos más influyentes del momento. "Uso la ciudad como un gran taller para mis experimentos", detallaba la criptocelebridad. Escif acaba de saldar con éxito el crowdfunding con el que editar un libro recopilatorio de sus últimos 5 años. Escif prometía esto a quienes donaran 5.000 euros: "viajar a tu casa" y cocinar "una paella vegetariana para ti y tus amigos. (Los gastos de viaje y los ingredientes no están incluidos)".
En la Plaza del Tossal, kilómetro cero, el muro donde parte la calle Calderers, aparecerá la obra de Fasim, 'Stop victim war's wall', una amalgama de rostros terribles en tonos mostaza con el que homenajear a las víctimas de las guerras. "Me encanta", dijo una monja al pasar cuando Fasim se lo explicó. Hoy es el fondo de multitud de fotos con el que darle color a una escena. Vimos en frente al Moisés divino, pintado por Blu con una barba sanguinaria. Ante él un Escif donde un coche da su vuelta de campana.
Erica Il Cane prorrumpió en la calle San Dionisio: aquel caballo tirado por caracoles inclementes. En la calle Baja, Il Cane y Escif se aliaron para dar lugar a un conejo de tres pisos agarrando al pollo, bajo a ellos varios humanos alienados, y unos pocos sosteniendo una paella. Blu tomó la medianera de la calle Corona en su solar y allí un enorme rostro humano ingiriendo edificio. Dejen paso al Pant de Felipe Pantone. 'Los ciclos de la vida' en la Plaza de la Merced. En la Calle En Sala Escif dejó el retrato cumbre de la Primavera Valenciana: los antidisturbios aporreando un libro.
Luce invistió con su nombre y en media urbe se ven sus huellas. Allá la calle Calabazas y la composición espléndida de Escif junto con Hyuro: una jauría de lobos cercaban un par de autos dorados. Al girar, un Hyuro junto a un Vinz. La artista Hyuro, llegada de Argentina para quedarse, ha repartido a sus mujeres impasibles y ausentes como extras contemplando esta ciudad. "Somos los demás los que, al acercarnos, pintamos las paredes que ella tan solo susurra", deja escrito Escif sobre su aliada. Y Lolo. Y Julieta. Y Cere. Y tantos. Una generación para un momento.
No estaba en los planes que el arte callejero fuera una atractivo formal de Valencia. La copiosidad de las obras, trazadas desde este anonimato que se asemeja a una baile de máscaras, ha escupido un dilema moral: están alcanzado el reconocimiento pero en lugar de sus mensajes se habla de su gran aportación decorativa. De denunciar el deterioro del centro histórico, a servir de luz para espacios grises, de disimulo. Víctor Lenore, aquí tendrías tema.
"No pinto para decorar las paredes de la ciudad, aunque a veces pueda parecerlo. Me siento más próximo del ejército del ruido que del de la música, precisamente porque la música amansa a las fieras y no es ese mi objetivo", les decía Escif al medio especializado Velvet Liga.
El bloggero 'An American Spaniard' avisaba a sus lectores estadounidenses del creciente lustre de las medianeras y muros en la Valencia vieja: "Te hablaré de otro tipo de arte que puedes encontrar en las calles durante las Fallas: el street art". Precisamente ante la escasa carga política de las Fallas (o elevada, según se interprete) más allá del folclore, la pólvora ideológica ha calado sobre las paredes, por donde brotó la crítica.
Este próximo marzo habrá un encuentro sonado entre arte callejero, fallas y política. En la comisión Mossén Sorell-Corona, Escif plantará un monumento bajo el título Todo lo que sobra, protagonizado por un vehículo Lancia Delta. Justo el mismo que el pasado agosto Rita Barberá retiró tras 23 años en los bajos del Ayuntamiento.
Tras tomar cuerpo como reclamo turístico, el street art local lucha contra su banalización, para que no ensombrezca sus genes combativos: "Valencia es una ciudad en la que hay cierta permisividad con el tema de pintar en según que muros (...) Esto incita a que mucha gente salga a pintar y también a que vengan artistas de fuera, generando una escuela interesante para las nuevas generaciones y potenciando el desarrollo de un movimiento local. Por este lado está bien, pero la moneda siempre tiene dos caras. De alguna forma, la aceptación del graffiti y de la pintura en la calle emulsionan la estetización y banalización de este tipo de intervenciones. Su fuerza política desaparece y lo que podría ser una celebración de la calle como espacio de creación se convierte en un telón de fondo perfecto para campañas de políticos y publicistas." Palabra de Escif.
Buen artículo. Desde luego algo está cambiando positivamente en nuestra ciudad. Si quereis descubrir algo más de todo este mundillo Street Art Valencia en Twitter lo descubrirás (https://twitter.com/streetartVLC)
Muy buen artículo! Ahora sólo falta que en Valencia se celebre algun festi de grafitti dentro de la ciudad y que el Ayuntamiento apoye de alguna manera.
Reclamo turístico? Recaudar dinero? llegaron los modernillos y se fastidió el invento. es tan difícil comenzar a ver la cuidad como lo que es, un espacio de vida común y no una vaca lechera con la que algunos se forran y el resto padecemos las consecuencias?????
Interesante movida.
Buenísimo artículo!
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