MADRID. Dylan protestó contra la guerra de Vietnam antes de que para un estudiante fuese imposible liegar si no había estado en una manifestación pacifista. Bill Ayers asegura que sin rock and roll no habría habido movimientos políticos en los 60, y que la liberación empezó con la sensualidad de esa nueva música. El Sexteto de Paco de Lucía y luego Camarón pusieron patas arriba el mundo del flamenco, una crisis de identidad que creó un cisma, cuando decidieron abrir el género a otras músicas y ritmos del mundo. Los grupos de yugo-rock hicieron más por la unidad de Yugoslavia en los 80 que los políticos de cada república. Al cantante de raï argelino, Cheb Hasni, le tuvieron que callar a tiros en los 90.
Sobran ejemplos en la historia de músicos, grupos o canciones que han sido bandera de movimientos políticos y sociales. También, de artistas que sacaron rentabilidad en el mercado a su sensibilidad social, que la convirtieron en un producto y siguieron alimentando el monstruo.
De todo ha habido en la viña del señor, por eso ahora lo que nos preguntamos, precisamente, es por qué no hay nada. No lo hubo durante el 15-M y en los ‘vientos de cambio' que se sienten no hay ni un estilo, grupo o canción que desde mi abuela hasta mi sobrino pueda reconocer como propio del movimiento.
La pregunta no tiene respuesta -y la pregunta tal vez no tenga sentido-, pero si da para divagar en un bar con Esteban Hernández y Víctor Lenore, dos periodistas y críticos musicales que acaban de mostrar en sus dos últimos libros, El fin de la clase media e Indies, hipsters y gafaspastas, una preocupación por el estado de la cultura popular, pero no necesariamente están de acuerdo en el diagnóstico.
Mis amigos sudamericanos cantan canciones con sus padres y con sus vecinos que todos conocen, mayores y pequeños. En los Balcanes, se pueden reunir un grupo de jóvenes totalmente distintos, uno DJ, otro heavy, otro rapero, por ejemplo, e irse juntos tan contentos a una kafana a beber y cantar toda la noche canciones tradicionales. ¿Por qué en España no tenemos esto, salvo excepciones, esencialmente en el sur, por qué no hay un cancionero común claro e inequívoco que todos podamos cantar de forma, digamos, transversal?
Víctor Lenore: Hemos perdido todo contacto con la música popular. La prueba es que cuando te emborrachas son las canciones infantiles y los anuncios de tu época lo que te da por cantar. Nos han socializado en el hiperconsumo. Ahora en los anuncios de Bankia ponen a Viki el Vikingo, los publicistas saben que la televisión es la magdalena de Proust de nuestra generación. Esto demuestra que no hay música popular con la que hayamos crecido y que esté en nuestro ADN cultural.
Esteban Hernández: Hay que tener en cuenta de todas formas que las sociedades modernas están muy fragmentadas. Le ocurre a la música, pero no en mayor proporción que a otras facetas de la cultura. Sí es verdad que existen grandes referencias que todo el mundo conoce por la televisión, pero debajo de eso no es que no haya nada, lo que pasa es que lo que hay está todo muy fragmentado: rockeros, hip hop, heavys...
VL: Yo creo que el problema en España vino por el síndrome del nuevo rico. Una especie de complejo cuando salíamos del franquismo. Un periodo en el que hubo una confusión muy rara, como que todo lo popular era franquista. Cuando el franquismo no difundió la música popular, sino una especie de variante kitsch de la música popular. Y además, en España tuvo mucha importancia haber entrado en la Unión Europea. Existía la sensación de que habíamos dejado el atraso y a partir de ese momento había que mirar a Londres, Nueva York y Los Ángeles, mientras que todo lo que nos recordase a nuestro pueblo, me refiero al pueblo al que vas de vacaciones en verano, o a las fiestas populares, había que rechazarlo, distinguirse de eso.
EH: Pero ahora hay una posibilidad mucho mayor de elección. Antes, por ejemplo, hace treinta años, te marcaba el entorno físico. Es decir, un grupo heavy y otro pop compartían locales e instrumentos. Eran la escena de la ciudad. Ahora, eso ya no tiene ningún sentido ni ninguna prioridad. Ahora eres de Madrid, pero el disco te lo produce un tío de Austin y luego lo presentas en Francia. Y en cuanto a la música popular tradicional, el flamenco, tienes la paradoja de que donde más ha penetrado es en la gente de clase media-alta. Es algo que se valora. Antes era popular y la burguesía lo aborrecía. Sin embargo, ahora en un concierto de flamenco en el Palacio Real te encuentras a Juan Luis Cebrián. Para mí pasa lo mismo con las series, hace treinta años no eran cultura y ahora la gente que va a la ópera tiene su serie favorita.
VL: Sí, el flamenco tiene cierto prestigio, pero el flamenco real no. Me refiero al flamenco en el que participan por igual desde la abuela hasta el niño pequeño de una familia. Ahora lo que hay es algo muy de estrellas de rock. Te lo montan en los Jardines de Sabatini y en el público está Cebrián, como dices. Es cultura de prestigio, para que un alto ejecutivo presuma de lo conectado que está con el pueblo.
EH: Bueno, ahí parece que hay cierta fascinación por lo indómito, por lo no contaminado.
VL: Pero en los 80 la rumba estaba en los barrios marginales y la clase alta que lo disfrutaba era la de Marbella, unos millonarios que no tenían que demostrarle nada a nadie y sólo querían divertirse.
EH: Es cierto también que en esa época podías ser heavy y escuchar tranquilamente a Los Chunguitos. Por eso es importante fijarse en el contexto. Hay que ver qué situación se vive en cada época. Si hemos perdido las raíces es porque mucha gente que salía del pueblo era para no regresar jamás. Lo veían como el pasado, las raíces pasaban a ser algo oxidado que sólo podía traer malos recuerdos que no te llevaban a ningún sitio. Llegaban a la ciudad y pensaban en el futuro. La música forma parte de este proceso.
VL: Una vez entrevisté a una artista, Le Parody, muy 'pequeña', muy de culto, muy hipster. Y decía que se había puesto a pensar en cuál era su cultura popular y se había dado cuenta de que no era más que una chica blanca de clase media que había crecido viendo la tele. No sabía cuáles eran sus raíces. Aunque decía que lo único que tenía en común con la gente de su generación era el 15-M. Me hace mucha gracia la anécdota de cuando vino John Peel a Madrid, en los 80, y todo el mundo se puso a pincharle Alaska y todos los grupos de La Movida y a él lo único que le gustó fueron Los Chunguitos. Claro, intentábamos demostrar que éramos como en Londres y a él lo que le interesaba era lo que no tenía allí. Y a mí que no me digan ahora que todo se ha globalizado. Ahora nos llega antes lo de Londres que lo de Bogotá. Y si algo tiene un tinte exótico, nos lo vende siempre un blanquito en una versión desinfectada, digamos. Porque hay mucho romanticismo del buen salvaje, pero también es verdad que la industria empaqueta y te da la versión que quiere.
EH: No obstante, Víctor, si antes tú querías tener novia y eras de un pueblo de Zamora, tenías que elegir entre lo que había por allí. Ahora es distinto, la gente viaja más. Tienes mayor capacidad de decisión sobre dónde quieres estar. La industria es cierto que hace que te lleguen antes unas cosas que otras, que unas tengan más valor que otras, que unos dirán que las innovación es mala y es mejor las raíces, mientras que en los años 50 era justo al revés, pero es que ya no podemos hablar de la cultura que tú has recibido, sino de a la que tú te has querido incorporar, de la que tú decides formar parte.
De raíces o incorporada, el caso es que tras el 15-M no hubo ni hay un movimiento musical que, repito, mi abuela y mi sobrino sepan que son "músicos de esos del 15-M" como podrían ser "los hippies" o "los punks" años después...
EH: En todos los movimientos sociales hay música, pero aquí en el 15-M no. Hubo un temor de significarse. Más que nada por la falta de referencias comunes. Era muy difícil escoger una música que representase a toda la gente que estaba allí, del mismo modo que sacar L´Estaca en el acto de Podemos en Vistalegre fue un intento de buscar unas raíces comunes de la gente que sigue el movimiento. Intento erróneo, a mi juicio, porque esa canción no eran las raíces de los que estaban allí, esa canción no formaba parte de la banda sonora de su vida.
VL: Lo de L´Estaca es el ejemplo de la derrota. Si miras la gente que está en Cultura en Podemos son todos tirando a hipster, uno ha editado para Lengua de Trapo, otro está hablando de Nick Cave en Facebook y al otro te lo encuentras en un concierto de Morrissey. Ahí L´Estaca no es lo que ellos cantan cada día, pero han tenido que elegir esa canción porque es la última referencia común, en el sentido de que los grupos de resistencia antifranquista fueron los estudiantes y los obreros, y esta canción la compartían los dos. Pero para mí, si hay una música que define el espíritu del 15-M esa es La Polla Récords. No porque toda la gente de la plaza los conociera, aunque sí había gente que es lo que cantaba cuando se había bebido la segunda cerveza, sino porque las letras de La Polla son iguales que las demandas que no se habían cumplido y se vuelven a reclamar otra vez. Todo eso coincide letra por letra con el programa de Juventud sin Futuro. El 15-M dio la razón a lo que decían todos los punks de los años 80.
EH: En cambio, yo creo que los problemas que tenemos que afrontar ahora no tienen nada que ver con los de aquel momento. La sociedad ha cambiado radicalmente. Las lógicas sociales son muy distintas, aunque la memoria sentimental esté anclada en las cadenas de montaje y las luchas obreras. L´Estaca ahí como complemento estético puede tener cierta validez, pero de forma pragmática me parece un error de bulto recurrir a ella porque ahora mismo somos otros. De lo que estamos huérfanos es de algo que retome la herencia ideológica de los 70, pero la lleve a la actualidad. La música siempre ha ido evolucionando mediante innovaciones continuas que revitalizaban las raíces. Uno cogía R&B y lo convertía en R&R. No borrabas lo que estaba. La política en el fondo es eso también. Sin embargo, ahora, al menos en el rock and roll, lo que abunda es la copia íntegra de la música que sonaba en otras décadas. Un grupo puede sonar 60s, 70s, hardcore, lo que sea, pero si eso no lo llevas a tu época, a la personalidad de tu tiempo, aburre, porque no tiene ya nada que ver conmigo.
VL: La Polla Récords no eran de fábricas, eran unos anarquistas clásicos que hablaban de los de abajo contra los de arriba, que es la retórica que ha tenido que recuperar Podemos para reactivar las aspiraciones políticas. Y les ha funcionado en el contexto actual como un reloj.
EH: Pero hemos llegado a un entorno donde es muy difícil establecer cosas que nos unan a pesar de las diferencias. En las revistas de música de los 70 había personajes que todo el mundo sabía quiénes eran. Ahora no tienes ni idea de quién es quién a no ser que estés bastante metido. Y viene a ser lo mismo en la literatura y la política, está todo parcelado. Pero Podemos ha sido capaz de recurrir a una cultura de masas para articular algo que ya existía, aunque no fuera del todo visible. Porque Podemos no estaba en el vacío flotando. Por eso, para mí, lo que marca los tiempos es la posibilidad de dar visibilidad a una cultura común. Y desde ese punto de vista creo que es muy complicado que haya un grupo que represente al 15M. Puede que los haya habido, pero no han sido visibles.
VL: También se habla de que si un grupo es político o no. Pero un grupo puede ser político según el contexto histórico, no sólo en el lírico. El ejemplo claro es Elvis. Cuando sale con esa imagen sexual, incitando a los adolescentes a tener sexo, era un problema político. Ahora te lo ponen en un anuncio, pero si lo pinchas en Emiratos Árabes Unidos igual sí es político. Sin embargo, al final, después de los 80, del arrase publicitario para que consumas y te distingas, todos estamos escuchando en el iPod un grupo diferente y no va a haber nada que nos una. La música alternativa se ha convertido en que los chicos de clase media que van a la universidad, cuando están en segundo o tercero, sacan un billete de lotería a ver si les toca el premio de convertirse en estrellas de rock. El 95% de grupos que salen en la revista Rockdelux no tienen nada que decir. La psicodelia es el refugio de los que no tienen nada que decir. Mis sueños y tal... ¡no hay nada urgente que tengan que decir! Todo lo que se llama ahora underground no me parece una cultura de resistencia, creo que es capitalismo posmoderno. No pasa nada si alguien decide dejar de atender a esa música.
EH: Hay que tener en cuenta por otro lado que antes el problema era a ver quién llegaba a grabar un disco, quien tenía acceso a ser oído. Ahora cualquiera puede hacer algo aceptable. Y hay tanto que al público le llega muy poco.
VL: Pero no hay que confundir sobreproducción con diversidad. Cuanto más hay de un producto, más se estrecha el perfil del grupo. La revista Rockdelux de 1989 era más diversa, con Ruben Blades y Public Enemy, que ahora que el 95% de los grupos son blancos, universitarios y veinteañeros. Mira, en ese sentido, Podemos lo ha hecho muy bien. Se han quitado la anglofilia de encima, en lugar de seguir a tanto gurú estadounidense, se han ido al modelo latinoamericano. Por prejuicios pensamos que todo lo que venga de ahí va a ser república bananera y no tiene por qué, pueden haber surgido buenas ideas. A la prensa y a la cultura les cuesta mucho entender que en Latinoamérica puede haber cosas más avanzadas que aquí o en Estados Unidos. Por ejemplo, el reggaeton no fue una cosa nueva, pero la gente de América Latina, harta de comerse siempre lo que venía de EEUU, decidieron hacer lo mismo que hicieron el rap y el rock con la música tradicional de su país. Actualizaron su propia música.
EH: Actualmente, la cultura no tiene ninguna incidencia entre la gente. No hay una cultura popular que se plante. Hay tendencias desagregadas. Si quieres sacarlo del entorno y llevarlo a un estado superior, no tienes mecanismos.
VL: Bueno, lo mismo que pasó con La Polla y el 15M, pasó con NWA y Ferguson. Cuando escuchas NWA ahora dices: coño, tenían razón. La policía nos controla, hace lo que le da la puta gana, solo hay que organizarse y decir: fuck the police. La innovación hoy en día igual vendría por averiguar quién de los que han dicho cosas hasta ahora tenían razón. Para mí las dos últimas músicas rebeldes serían el hip hop y el techno, el hip hop porque como se decía, era la CNN de los barrios negros. Y el techno no es casualidad que empezase en Detroit, cuando se desindustrializa la ciudad y se quedan las fábricas vacías. La gente dice entonces vamos a hacer aquí como hacen en Jamaica, poner dos altavoces y dos platos, y vamos a coger estos espacios libres de capitalismo para convertirlos en lugares en los que disfrutar. Y el techno no tiene letra, no te dice lo que tienes que hacer. Es solo convertir un espacio muerto en uno vivo, nos relacionamos y a ver qué tal.
EH: Pero el hiphop también ha llegado a ser capitalismo en estado puro. Y esos grandes espacios se han convertido en un negocio de la droga. No sé si me explico...
Sí, que las raves parecen Las Barranquillas trendy
EH: Para marcar la diferencia lo decisivo es el contexto. Henry Ford lo percibía. Estos hijos de puta de mis obreros, pensaba, les pago más para que trabajen más motivados y lo que hacen es gastárselo en pimplar escuchando jazz. El jazz eran melodías tradicionales tocadas de otra manera, sólo eso, pero en aquel entorno era una música antiautoritaria. Representaba todo lo contrario de la cadena de montaje. Con el rock también pasó algo parecido, eran frases banales, como Be bop a lula, pero con gran significado en la sociedad de entonces.
VL: Ya. Ninguna música es política per se. El indie tiende a encerrarse en uno mismo y el hip hop ahora es una especie de teletienda del capitalismo, tengo tías, tengo oro, tengo coches... También el techno se ha convertido en una Disneylandia para que gente de clase media vaya a drogarse y a decir qué bien se lo ha pasado colgando cincuenta fotos en Facebook. Todo tiene que ver con el contexto.
Esteban, en tu libro dices que la gente quiere con la música "acceder a la normalidad adquiriendo una serie de objetos simbólicos"
EH: Antes, eras un niño de clase media, pero que quería ser mod y entonces tenías que llevar una determinada ropa y hacer determinadas cosas. Igual que los ricos que viven siempre en hoteles cinco estrellas cuando les dicen que en el bar de pepe hay un pescaito frito inigualable, van ahí. Sigue existiendo la distinción, pero ya no hay tantas tribus. Ahora para ser indie ya no basta con cuatro grupos, ahora hay que disfrutar también de no sé qué tío de Cabo Verde.
Lo que Víctor llama "La medalla cultural"
VL: Eso lo explica muy bien ‘Moderna de pueblo' cuando dice que antes ser moderno era hacer algo rompedor, nuevo, mínimamente desafiante y ahora es tener miedo a no ser tan moderno como los demás.
EH: Lo que se vende como más cool o moderno es absoluta normalidad social.
VL: Si tu te vas al Matadero de Madrid, que se supone que es la cosa más avanzada y moderna del mundo, verás que han hecho un ‘Criadero de emprendedores'. Si vas al que lleve cultura en el PP seguro que está encantado con esa idea, de acuerdo en todo. Esa es la uniformidad. Y cuando le ves las costuras a una cosa es cuando ves que el Patio Maravillas en Malasaña, que no dependen más que de sí mismos, cuando se reúne tiene seis lecheras de la policía detrás y una orden judicial. Ahí sí que está pasando algo.
EH: El punk cuando surgió en los 70, si por algo se distinguió, es porque logró establecer redes de comunicación alternativas. Todo el mundo tenía un fanzine, un programa en una radio de barrio, entre cuatro montaban un sello, otro hacía una distribuidora. Ese modelo, al menos durante un tiempo, mantuvo viva la llama de un cultura realmente alternativa. Cuando creas una nueva estructura para hacer las cosas, eso es un cambio. Lo otro si no es un cambio estético. Y a eso ha quedado reducida la cultura popular hoy día, a discutir y exhibir valores que no son más que posturas estéticas.
Bofifa, es imposible que mi capacidad de síntesis supere la tuya, que describe la revista como "una pajillada de "cuanto más raro y que no conozca ni Dios, más mola". No hace falta añadir nada más, desde luego.
Visigodo, por alusión: fantástica tu capacidad de síntesis de una revista que no es un fanzine precisamente por su brevedad y que acaba de cumplir 30 años: por la portada. De todos modos, como ya he dicho, sólo es una opinión mía y personal, que tampoco no tienes por qué compartir, como se aprecia por tu indignación; pero que, al parecer, sí lo hace, y de forma bastante vehemente, el propio VL, que reniega de su pasado como crítico musical de la misma revista. De hecho, es básicamente sobre eso de lo que va su libro.
Muy interesantes la entrevista y los comentarios, pero me parece a mí que hace falta ponerse más abstracto (qué le vamos a hacer si lo abstracto resulta ser lo concreto en la viña del Capital), distanciarse un poco más y no limitarse a la referencia, por contraste, de momentos estelares e institucionales de la historia de la cultura popular de Nuestra Era (que menudo relato lineal absurdo y marciano que resultan, por cierto), es decir, la era de la reproducibilidad, o cómo se diga, mecánica e industrial de la música. Está claro que aquí, como en todo ámbito de cierta relevancia social (es decir económica) se ha producido el giro copernicano: no se produce para satisfacer necesidades (no hay Dios que sepa dónde han quedado éstas, enterradas como están, entregadas como están a ser combustible, pretexto, de la producción), esto es, en función de la demanda de consumo, sino que se consume en función de lo que se produce... Que los bosnios tengan todavía canciones que cantar juntos el 1 de mayo no significa que vayan a escapar de la ley de hierro, y es a esto a lo que iba: a más grabación, menos cantar.
...con el agravante de que en ocasiones te ves obligado a retorcer la realidad para que encaje en tu teoría. Respecto a Detroit, el techno y los "espacios libres del capitalismo", copio del (acojonante) Energy Flash, de Simon Reynolds una versión algo distinta: "Lo que pasó es que surgió un ambiente de chavales que crecieron creyéndose lo más porque sus padres ganaban dinero trabajando en la Ford, la General Motors o la Chrysler y los habían ascendido a capataces o inlcuso a un trabajo de cuello blanco. Según Atkins, la eurofilia de esos jóvenes negros de clase media formaba parte de su intento de "distanciarse de los chavales de las casas de protección oficial, del gueto". [...] Según Jeff Mills, American Gigolo fue una película que tuvo mucha influencia en esa juventud negra obsesionada pro la moda europea [...]. Una expresión de esa subcultura de la movilidad social ascendente eran los clubs y la música de baile"
Bofifa, algunas de las portadas de 2014 en la revista que llamas Rondelux despreciativamente (te retratas nada más empezar): Morrissey, Damon Albarn, Arcade Fire, Nirvana, Eels... Si no los conoces, igual el problema no es de la revista, sino tuyo, porque de raros tienen bien poco.
Al new born éste, renegado de la Rondelux (que a mí particularmente siempre me pareció una pajillada de "cuanto más raro y que no conozca ni Dios, más mola") y con manía persecutoria de las hordas hipsters (que yo aún no sé qué es eso), ya lo he escuchado varias veces a colación de su libro. Lo que me parece entender, en resumen, de lo que intenta transmitir es: "yo antes era un gilipollas, pero héme aquí, que he visto la luz, dejaros guiar por mí" - y esto no es un insulto gratuito, en alguna entrevista le he escuchado insinuar esto casi literalmente. Lo que no entiendo es que, quizá, a este señor no se le haya ocurrido que no le hacía falta escribir un libro para eso, quizá muchos interesados en el tema ya intuían que, efectivamente, este tipo era un gilipollas. El metamensaje es, sin embargo: "lo que yo haga, piense o me interese es, en todo momento, lo que mola. Y si no, eres un pardillo. O peor, un hipster". Cuando me molaba LA Velvet (no sé por qué se le llama así), era lo que tenía que molar, y ahora lo que chana en el mundo postapocalíptico capitalista es el regaeton y la cumbia, eso sí son manifestaciones culturales. El otro día también escuchaba a Nacho Vegas en Carne Cruda, y tras su viraje de temática musical, decía que "en los tiempos en que vivimos, si te dedicas a esto ahora lo que HABÍA QUE HACER es cantar sobre temas sociales". En serio, hablar a estas alturas, con más de 20 pico años, de tribus urbanas, de qué mola más, o de cómo son las personas por escuchar qué cosa, me parece bastante simple y triste. Si una persona encaja perfectamente en un molde psicológico, social y de pensamiento por el hecho de gustarle un grupo u otro o una canción, sinceramente, ya tiene bastante en su desgracia con eso, peor para ella, no hace falta que venga el otro detrás a jorobarla. Por no hablar de que todos tenían siempre colegas mods cuando eran pequeños, yo ni sabía lo que era eso en el extrarradio de Barcelona. Parece que mi infancia no está sacada de un musical de los Who. Entiendo que a todos los que nos gusta mucho la música, el cine o la literatura, tenemos algo de snobs; pero esa necesidad de pontificar, de hablar desde la superioridad y generalizar negativamente todo lo demás, algo que, por otra parte, tienden a hacer muchos críticos musicales con un vasto conocimiento - como Kiko Amat, me resultan bastante cansinos, la verdad. Veo una bilis, la necesidad de revancha que a los 40 años tiene el nerd adolescente cuatro-ojos que le pegaban collejas en el cole y le robaban el bocata. Supéralo, hombre.
Hombre, la cita es algo extrema porque es una sátira en la que un vampiro viejo le está explicando a un vampiro nuevo los métodos que usan para dominar el mundo secretamente. Pero sí creo que el consumismo se lo come todo creándonos una identidad muy cómoda basada en lo que consumimos, en vez de entrar en el resbaladizo terreno de participar de una idea o en una cultura. No tenemos cultura popular porque no tenemos pueblo, tenemos clase media (a la que se apuntan el 90% de españoles) y cultura de consumo. La curiosidad y el picoteo está muy bien, pero creo que para que podamos hablar de cultura un grupo de gente tiene coger y decir: esto es lo mío. Aquí todo el mundo tiene mucho miedo a apostar por algo y quedar como un pringao (o un trasnochado). O arriesgamos un poco o vamos a seguir escuchando R'n'B en la tele y la radio y sufriendo neoliberalismo en el gobierno mucho tiempo.
Muy interesante todo lo que apuntas, baranda. Lo he hablado mucho con los amigos con los que comparto inquietudes. Y desde hace años, por eso el libro de Lenore que ha salido ahora nos ha hecho tanta gracia. Pero creo que también te sitúas en un extremo, como los personajes de tu cita. Digo yo que entre el consumismo, el afán de distinción, etcétera, también habrá un lugar para la insaciable curiosidad. Digo yo ¿no?
El Lenore este es un converso insufrible. Además, revindicar el modelo de cultura popular de Yugoslavia o Cuba me parece de un altermundismo trasnochado. Precisamente lo que mola de la clase media española, es que partiendo de los mismos origines, ahora cada españolito es un poco "de su padre y de su madre". Y a mi eso me parece que tiene su punto. A no ser que pensemos que las elecciones personales en materia de estética, ideas, relaciones afectivas... seán articulos de consumo, como apunta Baranda. Yo no creo eso. Creerte eso me parece un poco derrotista. Resulta que el primer mundo es una puta mierda materialista, y que los que de verdad lo han clavado son los budistas de paises del tercer mundo. Pues no me lo creo. No me creo que todo el esfuerzo y el sufrimiento del ser humano para ser libre, toda la confrontación de ideas del primer mundo, no sirva para nada. Por lo tanto, las elecciones personales en terminos de que música escucho o dejo de escuchar, no creo que sean tan intrascendentes, ni que esté mal que los gustos personales estén fragmentados. Otra cosa es si esa fragmentación puede llegar a ser superficial.
Por cierto que yo tambien busco asilo en las culturas eslavas pero temo que o cae otra vez el telón de acero o estan condenados igual que nosotros. Dejo aquí una cita un poco larga de "Empire V" de Pelevin: - La idea principal que una persona trata de transmitir a los demás es que él tiene acceso a un producto más prestigioso de lo los demás sospechaban. A la vez, intenta de esta manera explicar a los que lo rodean que el tipo de producto que ellos consumen es mucho menos prestigioso de lo que ellos, en su ingenuidad, creían. A este principio se someten todas las maniobras sociales. Es más: sólo estas cuestiones despiertan emociones persistentes en la gente. - Bueno, dependerá de la gente con la que te relaciones - dije yo con deje irónico. Iegova me miró con ternura. - Rama - me dijo - en este momento estas intentando transmitirme la idea de que tienes acceso a un producto más prestigioso del que yo tengo y que mi perfil de consumo, como dicen ahora, "la chupa y le da besitos". Sólo que hablamos de consumo en el ámbito de las relaciones sociales. Precisamente de este movimiento del alma humana hablo. No encontrarás otra cosa en la gente por mucho que busques. Solo cambiará el tipo de producto al que nos refiramos. Puede ser consumo de cosas, impresiones, objetos culturales, libros, concepciones, estados de la mente... etc - Que Asco - dije yo sinceramente.
Con todo respeto al entrevistador, y desde el deconocimiento de quiénes son estos dos sacudidores de panoramas: yo aquí veo a dos cazadores de tendencias que en cuanto nos descuidemos ponen de moda las camisetas irónicas de Eskorbuto y Andanada7. ¿Hace 20 años estábais escribiendo críticas de La Polla? ¿Comentábais los conciertos en casas okupa o las nuevas maquetas en cassette y carátula fotocopiada?. Más bien sospecho que hacíais críticas de discos de importación de a 5000 pelas para revistillas de modernos, y si hacíais mención a algo español era ese fabuloso indie que cantaba a las complejidades del alma humana mientras lee tebeos de Spiderman en pijama oliendo los propios pedos. De aquellos polvos estos vacíos en los que cuando un grupo se quiere poner un nombre con una referencia física del sitio en que vive tiene que tirar de cartel indicativo de autopista.
"Y en cuanto a la música popular tradicional, el flamenco, tienes la paradoja de que donde más ha penetrado es en la gente de clase media-alta. Es algo que se valora. Antes era popular y la burguesía lo aborrecía. Sin embargo, ahora en un concierto de flamenco en el Palacio Real te encuentras a Juan Luis Cebrián" Eso no es cierto. El flamenco siempre ha sido de minorías, tanto pobre como ricas. Es "popular" en el sentido de "hecho por gitanacos", pero no mayoritario, ni comercial. La burguesía, o los "señoritos", no lo aborrecían, todo lo contrario. Solían ser quienes lo pagaban. Lo aborrecían los "intelectuales" del 98. Creo que hay mucha confusión con el flamenco. Quizá la copla sí cumpliese esa función.
Si te crees que el 15M no tiene banda sonora, escucha atentamente el Resituación de Nacho Vegas (que por cierto tiene un punto muy dylaniano), ya verás... Otra cosa es que sean himnos que sepa todo el mundo. Pero ya veremos, al tiempo.
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